Capítulo 10 El fin

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El mundo se derrumbó delante de mí, caí de rodillas aún con los ojos muy abiertos, no podía dar crédito a lo que acababa de leer,-¿en serio Aidan iba a casarse con esa chica?-No podía pensar en nada más, pensé que quizá era una broma de mis ojos, que en realidad no había nada por lo que debería preocuparme,-Aidan había dicho que me amaba y que no debía de preocuparme por nada, entonces...- me decía a mi misma antes de armarme de valor y tomar nuevamente la invitación con dificultad entre mis dedos, mis manos no dejaban de temblar y mis ojos se  humedecieron al darme cuenta de la realidad, Aidan se iba a casar, en dos días.

Mi corazón se encogió podría decir que literalmente, sentí una presión en mi pecho y comencé a respirar con dificultad y mi vista era borrosa, no sé si fue a causa de las lagrimas que no me dejaban ver o al shock que me provocó la invitación de la boda de Aidan, pero de pronto todo dentro de mí dolía, no sentía mis piernas, no tenía la fuerza suficiente para ponerme en pie, era como si me hubieran quitado una parte de mi alma, todo dolía por dentro. A gatas llegué hasta una silla y traté de calmarme un poco, me sentía tan fatigada y pensé que era lo peor que podía haberme pasado, que el amor de mi vida se casara con alguien más después de decir me que me ama claro que duele, pero no tanto como la llamada que recibí momentos después...

El timbre del teléfono sonó por toda la casa que de un momento a otro se sintió tan fría, tan sola, me puse en pie con la última fuerza de voluntad que tenía para atender la llamada, el teléfono sonaba y hasta parecía desesperado en cada tono, llegué por fin hasta donde estaba y lo descolgué deprisa, era mi madre.

-¿Maya?-dijo en un susurro, la presión en mi pecho se sintió de nuevo-¿estás en casa cariño?-dijo tan bajo que casi hubiera pasado por desapercibido que estaba llorando, pero yo la conocía mejor que a mi misma y no podía engañarme mas tenía miedo de preguntar la causa.

-Sí mamá, estoy en casa, ¿pasa algo?- pregunté con miedo, por algún motivo supe que la presión en mi corazón no se debía a Aidan, había algo más, algo que hacía que mi pecho y mi alma dolieran.

-Maya yo... tu padre... Maya papá...- dijo con un hilo de voz antes de comenzar a hipar y llorar desconsoladamente, no pudo decir más.

-¿Maya?-preguntó una voz conocida

-Mmh- hice un ruido afirmativo en señal de que estaba escuchando, mi mente se sentía perdida

-Soy Michael, trabajo con tu padre en la granja, ¿recuerdas?-preguntó

-Mmh- repetí

-Maya...-hizo una pausa que para mí fue demasiado larga, quizá no sabía cómo explicar lo que había sucedido-tu padre se desmayó mientras hacíamos la labor, lo traje lo más rápido que pude, él...tuvo un infarto-dijo al fin-está grave en el hospital, he llamado a tu madre temprano para que viniera-continuó hablando pero ya no escuché nada más, el dolor el mi pecho hizo que regresara a la realidad y lo interrumpí abruptamente mientras hablaba.

-¿Dónde están?- pregunté desesperada, tenía que ver a mi padre y asegurarme de que estaba bien, de que estaría bien y que el mal presentimiento que sentía y el dolor en mi pecho solo eran pasajeros.

-En el hospital que está sobre la carretera, era el más cercano a la  granja-dijo, le dí las gracias y colgué.

Rápidamente tomé las llaves del auto y me dirigí al hospital, llegué más pronto de lo que esperaba y entré corriendo buscando a mi madre o a Michael en la sala de urgencias pero no los encontré, pregunté por mi padre en la recepción y me enviaron a un cuarto en la segunda planta, no pude tocar la puerta, simplemente la abrí y la presión en mi pecho solo creció al ver a mi padre tendido en esa cama, mi madre lloraba mientras sostenía su mano, Michael estaba recargado en la pared cercana a la puerta con el semblante triste y la mirada vacía.

Con 30, soltera y virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora