Capítulo 9 Realidad

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El último año de universidad había sido el más difícil pero más satisfactorio de todos, tuvimos muchas semanas de estudio y estrés previo a los exámenes para titularnos pero Aidan había estado conmigo en todo ese largo proceso y le estaba tan agradecida, me visitaba justo cuando más decaída me sentía, me animaba y mimaba haciéndome sentir siempre mejor. Los exámenes para titularnos estaban muy cerca y como recompensa del buen desempeño que tuvimos los maestros nos concedieron un breve receso escolar de una semana antes de los exámenes finales y las fiestas de graduación, ambos decidimos regresar a casa en lugar de quedarnos en el campus, así nos relajaríamos más y llegaríamos con confianza a los exámenes. Empaqué pocas cosas y comencé mi viaje a casa, había hablado con Aidan por teléfono al principio del camino, antes de colgar me repitió lo que siempre me decía en cada ida a casa de sus padres, "Yo estaré bien Maya, no te preocupes por mí, no me llames, no me busques, todo estará bien al regresar, te quiero" y colgó, esa despedida sonaba tan triste y siempre hacía que mi corazón se encogiera un poco aunque ya era costumbre que Aidan dejara de comunicarse conmigo una vez llegara con su familia, todavía sentía un pequeño vacío por dentro. 

Al llegar a casa pude ver que mis padres me esperaban en la puerta justo como cada vez que regresaba a mi hogar, una sonrisa instantánea apareció en mi rostro, bajé del auto corriendo a darles un abrazo, los había extrañado un montón. La semana previa a la graduación se pasó más rápido de lo que había pensado, todos estaban dispuestos a hacer que me relajara sí o sí, mis padres me consintieron como nunca y yo me sentía su princesa, visité a Jena varias veces e incluso salimos a cenar una noche. El último día antes de regresar a la universidad recibí un obsequio muy lindo, Steve quién casualmente se encontraba en el pueblo me envió un arreglo de flores, eran 50 rosas de color amarillo, mi favorito, escribió en la tarjeta un tierno mensaje deseándome suerte en mis exámenes finales, sin embargo, no pude verlo, un mensajero fué quien lo dejó en casa, en realidad no había vuelto a ver a Steve desde que salimos a cenar, no había vuelto a llamar o mandar algún mensaje, quise darle las gracias pero fuí cobarde y no me atreví a llamarlo o enviarle un texto. 

Esa última noche en casa me sentía algo intranquila, al día siguiente regresaría a la universidad y los exámenes comensarían, me sentía nerviosa sí, pero eso no era lo que me preocupaba, se había llegado ya el final de la universidad y con eso también llegaba la incertidumbre, decidí olvidarme de todo y compartir con Aidan todo el tiempo que pudiera esperando que las cosas con su familia se arreglaran y  no tuviera que cumplir con la promesa de casarse con la hija del amigo de su padre, lo hice, hice todo a un lado para estar a su lado y lo estuve pero nuestra relación no mejoró, sólo se mantuvo estable, salíamos a cenar, pasábamos todo el tiempo disponible juntos, en ocasiones nos besábamos, pero nada más, nunca hablamos sobre el futuro, lo que haríamos después de la universidad, si estaríamos juntos o no y todo eso estaba volando mi cabeza en este preciso momento, había sido muy ingenua en pensar que éste día jamás llegaría pero aquí está, hemos llegado y ahora no sé qué pasará con él, con nosotros, es decir, si existe un nosotros.

Mis ojos se negaban a cerrarse, mi cerebro no dejaba de formular preguntas y teorías acerca de los últimos dos años y yo no podía más que negar todo aquello, estaba negada, no quería saber nada que no fuera un futuro junto a Aidan, quería sentirme segura de que los problemas de su familia habían pasado, que el matrimonio forzado no tendría que realizarse, que ambos podríamos mudarnos juntos a una ciudad cercana en un punto medio para nuestras familias, ser novios, casarnos, formar una familia y todas esas cosas con las que siempre había soñado, claro aunque también existía la otra versión de la historia en la que Aidan me dejaba y tenía que casarse pero estos dos últimos años no me dejaban creer en ello, no creía que después de lo cercanos que fuimos, del amor que nos demostramos, todo pudiera terminar tan fácil, como si fuera algo estúpido y sin importancia, me negaba a pensar en que eso pudiera pasar. Aferrandome a la idea de un futuro con Aidan el sueño llegó y pude descansar las pocas horas que me quedaban antes de regresar a la universidad.

Con 30, soltera y virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora