Prefacio

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Prefacio

Temprano en la mañana la joven princesa despertó para encontrarse sola nuevamente en su habitación. No le dio importancia a su soledad y se levantó para hacer a un lado las cortinas y dejar que luz entrara por su ventana.

Se dio una ducha y se puso algo cómodo, para comenzar el día con buen pie. Y con cómodo me refiero a tacones de plataforma y un vestido azul ajustado. Arreglo su cabello y se maquillo como de costumbre.

Encendió su celular, varios mensajes y una llamada perdida. Fue al calendario y reviso su agenda, sería una semana ajetreada. Le habían ofrecido hacer un viaje por los reinos promocionando su nueva línea de ropa, oportunidad a la que no se negó.

Se sentó sobre él, por ahora, ordenado escritorio. Y busco en el su libreta y su libro de diseños. Sonrió al recordar que tenía una cita con el rey ese día.

Salió de su cuarto y se dirigió a la cafetería, proponiéndose desayunar. Recibiendo amistosos y cordiales saludos por parte de los residentes de Auradon.

Una vez llego a su destino se dispuso a elegir su comida, no dejando de lado una roja y apetitosa manzana en su bandeja. La hija del hada madrina se acercó a ella apresurada, y prediciendo que no podría disfrutar su desayuno en paz, decidió espabilar y guardar la manzana en su bolso.

—Buenos días, Evie. Detesto molestarte, pero Ben pidió verte antes del mediodía y—

—No te preocupes Calabacita, iré enseguida. —la joven sonrió ante el mote que le había puesto la hija de Grimhilde.

Y juntas se dispusieron a caminar hacia la oficina del Rey Bestia.

Evie dio tres golpes a la puerta antes de entrar y saludar con efervescencia al joven rey de Auradon.

— ¡Buen día! Muchas preocupaciones, ¿no? Deberías tomarte un par de días libres —con toda la confianza del mundo se sentó en su silla y dio varios giros como una niña pequeña—. Nunca me cansare de esto. —comento refiriéndose a su "carrusel".

— ¿Qué tal tu día, E? —pregunto él por cortesía mientras se tiraba al sofá. La princesa saco la roja manzana de su bolso y la puso sobre el escritorio.

—Sé que no te interesa, así que vamos al punto, ¿para qué me necesitabas tan temprano? Se supone que nuestra cita era a las 4 p.m. —indago ella dejando de dar vueltas en la silla y poniéndose seria. Una sonrisa divertida se le escapo—. Ya, en serio, ¿sucedió algo?

—Nada interesante, solo quería pedirte un favor.

—Okey, te escucho —accedió con inseguridad en su voz.

—Bueno, yo... quisiera que dejaras de preocuparte por mí. Digo, lo aprecio mucho de verdad, pero no necesito a una niñera Evie.

—No lo hago por obligación, eres mi amigo y yo me preocupo por el bienestar de mis amigos —replico ella intentando convencerse a sí misma de que lo que hacía era solo por amistad—. Además, si no fuera yo, ¿Quién? No les diriges la palabra a tus padres y casi ni sales de tu oficina, ya ni siquiera color de piel tienes, pareces un oso polar hibernando.

La situación cada vez la enfurecía más. Por lo que sin darse cuenta ya se estaba levantando de la silla y caminando hacia el umbral.

—Pero, yo, puedo solo con esto.

Listo, la gota que colmó el vaso.

—No, y no lo niegues. Yo no quiero hacerte sentir débil pero esto te supera. Y si no quieres oírme, bien, dejare que tu solito te des cuentas de que mis intenciones eran buenas. Por cierto, tu traje está listo, puedes ir a buscarlo esta tarde —hablo ella saliendo de su oficina y dando un portazo.

— ¿Paso algo? —pregunto Jane al ver la actitud de la princesa. Ella solo levanto una mano y la agito en el aire, dando a entender que no estaba de humor para responder a nada.

[...]

Llego a su habitación encontrándose de nuevo en soledad. Por un momento agradeció que así fuera.

Suspiro con pesadez y miro por la ventana, el rey al parecer le había hecho caso. Se encontraba dando un paseo por el jardín, y se estaba comiendo la manzana que ella había dejado en el escritorio. Corrió las cortinas previniendo su visita y haciendo creer que estaba dormida.

Se sentó en su mesa, miro a la pared. Había un retrato de ella riendo junto a sus amigos, en otro aparte una pintura de ella y su madre sosteniéndola en brazos recién nacida, en otro individual ella daba una mirada gélida y controladora a la cámara. Vaya decoración, pensó.

Volvió a pensar en Ben. Se sintió culpable por lo que le dijo, pero la rabia la consumió. Y su orgullo no le permitiría arrepentirse.

Pensó en una forma de no dejarlo solo a pesar de su viaje. Pero nada le vino a la mente.

Frustrada se tiró a su cama y aterrizo sobre algo puntiagudo y duro. Se hizo a un lado largando un sonoro quejido y sobándose la espalda como pudo. Se dio vuelta, encontrándose con su libreta, frunció el ceño con extrañeza, no recordaba haberla dejado ahí.

Le dio igual y comenzó a hojearla, encontrándose con el sobre de su invitación a Auradon... sonrió al recordar su primer día. ¡Eso es!

Espabilo y se levantó de su cama con efusividad, comenzando a diseñar su plan para no dejar solo Benjamin con tantas complicaciones.

Y una vez estuvo lista, escribió sobre el papel:

"Querido Benjamin..."





♦ ♦ ♦ ♦ ♦ ♦ ♦ ♦ ♦ ♦ ♦ ♦ ♦

Bueno. Sé que ahora las cosas no están muy claras, pero créanme que a medida que avance la historia se irán dando cuenta del porqué de las cosas.

Y...... ¡bienvenid@s a mi tercera #DescendantsFic

 ¡bienvenid@s a mi tercera #DescendantsFic

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ErxLee.

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