Capítulo 19

197 19 0
                                    

Al poco rato de haberse ido Nicholas, me encuentro en el salón con el gran piano. Por mucho que diera vueltas en la cama, no pude quedarme dormída, mis pensamientos van a millón.

¿Adónde fue Nicholas? ¿Por qué no me lo quieres decir? ¿Por qué tanto misterios?

Son tantas preguntas.

Debería alejarte de ese hombre. Comenta mi razón.

Ignoro eso comentario.

Mientras me centro en la canción que comienzo a tocar, de mi queridísimo puertorriqueño ´´Chayanne Atado a tu amor´´ dejándome envolver por su letra al cantarla.

No llames la tención ni sigas provocándome, que ya voy comprendiendo cada movimiento –dejo que mis dedos, se encuentren con las teclas del piano–. Me gusta lo que haces para conquistarme, para seducirme, para enamorarme. Vas causando efecto –esta canción es una de mis favoritas, pero desde que lo conocí a él, se ha vuelto aún más–. No sabes cómo me entretienen tus locura, y que para verte invento mil excusas. Has dejado en jaque todos mis sentidos, pones a prueba el motor que genera los latidos. De cada ilusión. – al abrir los ojos me encuentro con los de Nicholas, pero no me detengo y sigo cantando–.Mira lo que has hecho que he caído preso, En tu cuerpo y en tu mente. Y en un agujero de tu corazón, En todo estas presente. Y la libertad te juro no la quiero, Si estoy contigo...

Finalizo la canción, apartando la mirada de él, no debí cantar esa canción. Ahora va a creer que siento algo por él.

¿Y no es eso lo que sientes?
Sí, pero eso él no debe saberlo.
¿Y por qué no?
Porque para él, todo esto es solo una follada, eso lo ha dejado muy claro.
Tal vez, no lo sea.

Ignoro sus comentarios al notar como Nicholas camina hacia mí, y se detiene junto al piano con gesto serio.
Veo que aún sigue molesto.

—Deberías estar dormida. –Dice en tono enojado.
—No podía, estaba preocupada por ti. –Le confieso.

Mis palabras parecen hacerlo enojar más.

—Isabel…
—Ya lo sé –no lo dejó terminar, al colocarle la tapa al piano y continuar–. Solo lo dije por cortesía, ya me voy a dormir. –Le hago ver al levantarme y pasar por su lado sin nada más.

Debo entender de una puta vez, que esto para él es solo una simple proposición, nada más. Escucho sus pasos detrás de mí, y lo siento tomar mi brazo y girarme hacia él.

Me encuentro con su mirada y en ella ahí enojo, pero también esta esa vulnerabilidad que me cautiva y que no logro descifrar.

—No quiero lastimarte –coloca su frente en la mía, soltando todo el aire que tiene retenido–. Isabel no te enamores de mí. –Pide con enojo.

Da la impresión, que esa palabras lo molestara aún más.
Pero necesito saber ¿por qué?

—Puedo preguntar ¿Por qué? –Pido que me explique.

No dice nada por unos minutos, pero de repente me suelta y da dos pasos atrás, mirándome con enojo nuevamente.

—No pienso darte explicación, solo no lo hagas. –Me hace ver, al girar sobre sus talones y alejarse de mí.

Lo veo bajar en dirección a su despacho.
Pero ya me canse de que sea él, quien siempre termine las conversaciones.

Bajo las escaleras y me voy directo a su despacho.

—Nicholas James, me explicaras te guste o no. –Le exijo al entrar y detenerme frente a su escritorio.

Mi exigencia lo toma por sorpresa, pero lo trata de ocultar.

—Isabel ya te dije que no…
—Nada de eso. Me pides que no sienta nada más, que no sea placer… –me detengo por un momento al cuadrar los hombros, muy decidida a que me explique todo–. Pero dice cosas y actuar de forma diferente a lo que me pides, haciéndome pensar que quizás…
—¿Que quizás que? –Pregunta al levantarse y comenzar a acercarse.
—Que tu…

Me detengo al sentir su cercanía, anublarme la razón.

—Que yo nada Isabel. Si quieres seguir disfrutando del placer que te brindo, será mejor que empieces a sacarte todas esas estupideces de la cabeza –se inclina con ira y enojo en la mirada–. Porque yo no siento nada más, que no sea deseo hacia ti. –Asegura.

Rompiéndome a mil pedazos.
Siento como el llanto se aproxima, pero no pienso dejarlo verme así.

—Ahora vete a dormir. –Ordena.

Aparto la mirada y comienzo a salir de su despacho.

Al salir corro escalera arriba, y llego a la habitación arrojándome en la cama, soltando todo el llanto que no me permití dejar salir al estar delante de él. Lloro como jamás lo había hecho, dejando salir todo y comenzando a darme cuenta de que debo alejarme de Nicholas, porque aunque no se lo dije, me he enamorado de él…

Destino ¿Te atreverías a creer en él?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora