El noruego descansaba sobre su cama luego de un largo día de trabajo, su semblante se mantenía relajado, sus labios entreabiertos y su cuerpo tranquilo.
– Vaya día – Murmuró, estirandose en la cama.
Pocas horas después se escuchó la puerta de la casa abrirse, era Tom, y el de cuernos lo sabía, así que se paró de la cama con rapidez para ir hacia la sala a saludar a su pareja, como un niño pequeño y emocionado.
–¡Tom, te estuve esperando todo el día, me alegra que llegaras! – Exclamó, abrazandolo por las caderas y besándolo en los labios, tomándolo totalmente desprevenido, pues su mente estaba en otro lugar.
El británico rió leve, acercándose y correspondiendo al abrazo con un poco de dificultad, pues cargaba unas cuantas bolsas de compras que había hecho al salir del trabajo.
– Hola Tord – Mencionó divertido, sintiendo como sus pies volvían a tocar el suelo después del abrazo que le otorgó su pareja.
– ¿Cómo te fue hoy amor? – Preguntó, ayudándolo con lo que cargaba y comenzando a echarle el ojo mientras dejaba las bolsas sobre la mesa de la cocina.
Tom se estiró, soltando su corbata para mirar a su novio y abrazarlo por detrás.
– Se podría decir que, como siempre - Se encogió de hombros, restándole importancia. - Créeme que de lo único que tenía ganas hoy era de tus abrazos Tord - Susurró sonriendo, mientras sus mejillas se colocaban de un tono rojizo, sintiendo como sus caderas eran envueltas entre los brazos de su acompañante.
– Bueno.. Aquí me tienes, lindo, podría abrazarte todo el resto de la noche si es necesario - Luego de aquellas palabras, se besaron como nunca, abrazandose el uno al otro; Después de un largo día de trabajo.