Un cordial saludo a todos.
Una vez más, les quiero dar las gracias por acompañarme a pesar de mi falta de constancia. Por lo mismo, no los hago esperar más y los dejo con el penúltimo capítulo de esta historia. Gracias por la oportunidad, sus comentarios y sus lecturas. Espero estar a la altura de sus expectativas.
Un afectuoso abrazo a ustedes, queridos lectores. Les doy la bienvenida a la lectura.
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−Nadie tenía que enterarse de nada, había creado una burbuja que me aislaba de ese mundo, por lo que...ellos no tenían por qué saber si renunciaba o no más allá de mi ausencia o siquiera...siquiera darle demasiada importancia, pero tampoco contaba con que...no se puede contar nunca nada, ni el apoyo ni las palabras ni mucho menos la confidencialidad de nada ni nadie...
Se trataba de una propuesta muy sencilla en el papel y estaba dispuesto a aceptarla. Habría sido más sensato contratar un seguro de vida, mas nunca me vi en la situación...o cómo decirlo...nunca esperé que todo pudiera acabar así. Guardaba un revólver en el armario, junto a sus cosas, mas nunca tuve el valor...es decir, me vi tantas veces a mí mismo con él en una mano mientras con la otra...con la otra manejaba mi laptop, transmitiendo sus imágenes una y otra vez...con el cañón en la sien, sabiendo por una parte que ella me daba las fuerzas necesarias para jalar el gatillo...y me detenía...y sabía que, tarde o temprano, terminaría haciéndolo, por lo que daba igual cuánto pudiera beneficiar, hacerlo habría anulado cualquier seguro.
Quizás por eso, la noticia representó un alivio en cierta medida, aunque lamenté no haberme enterado un poco antes o al menos haber considerado la posibilidad...ya daba igual, que de algo sirviera la presencia del viejo con una propuesta que, ambos sabíamos, sin importar cuánto me hiciera de rogar por mero orgullo, no podría rechazar. Es lo que sacas cuando tienes claridad de que tus decisiones no sólo incidirán en tu futuro, las cosas se tornan complejas y te ves obligado a pensar un poco más. Además, ¿qué podía perder? Todo sería ganancias, no las vería por supuesto ni mucho menos, sólo esperaba asegurarlas. La súbita presencia de mi hermana, la misma que no se hospedaba en mi departamento, había acelerado la toma de mi decisión y él lo sabía, sabía que sólo ella podía convencerme, con su sola presencia, de tomar el camino que por propia voluntad habría rechazado, recordándome que tenía una tarea que, con toda seguridad, dejaría inconclusa...chantaje emocional. Ella no tenía por qué saber nada hasta que ya no quedara alternativa, pero no, tenía que asumir él una responsabilidad que nadie le confió...tenía que meterse donde nadie lo llamaba...tenía que caer ante él, en el lugar equivocado y en el momento equivocado...tenía que ser él...
Quizás por eso, luchaba por convencerme de la presencia de esos dos pasajes que descansaban sobre la mesa. Tal nivel de seguridad poseía el pinche cabrón que los había dejado ahí después de su última visita. Porque según él, tendría que ser un idiota para rechazar la oportunidad que me ofrecía y que no se trataba de pensarlo, se trataba de tomarlo o dejarlo y que si para el día siguiente no tenía claro el camino a seguir, dichos boletos ya no tendrían ninguna validez y yo me podía ir a la chingada. Le gustaba jugar con la situación...le gustaba crear la tensión necesaria para tomar las decisiones con celeridad...no le gustaba esperar y a mí...qué no habría dado por hacerlo esperar...si al menos hubiese sido un asunto a tratar entre caballeros... ¿Por qué tenía que meter a mi hermana en primer lugar? Ah claro, ya empiezo a pensar con menos claridad, ya lo he dicho...
Los golpes me despertaron... ¿Despertarme? No, tenía los ojos abiertos, pero no estaba allí, simplemente miraba los boletos y después... ¿Después qué? Si seguía sentado con la vista fija en...mierda, no recordaba si en la mesa o en los boletos, pero daba igual. Los golpes en la puerta me sobresaltaron, lograron arrancarme de esa suerte de ensoñación...quizás lo había imaginado, pero...claro, tenía que dejarse caer la segunda tanda de golpes para convencerme de que sí, sí había alguien del otro lado exigiendo mi presencia...y no, no podía ser mi hermana, ella tenía las llaves...pero... ¿Acaso importaba a esas alturas quién pudiera ser? A decir verdad...siempre importa cuando sabes que no recibes visitas (y no contaban West y Vega, de alguna manera sabía que tendría que lidiar con ellos en mi territorio, era inevitable).
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Hollywood Arts: Academia del Caos
RomanceSe preguntarán... ¿Qué tienen en común un par de chicas como Victoria Vega o Jadelyn West? Pues les puedo asegurar que más de lo que ellas o nadie puede imaginar. ¿Y cómo lo sé? Porque estudié para escuchar...sí, soy psicólogo. Y me empiezo a pregun...