Crianza según Vega

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Saludos a todos:

Lamento en el alma la tardanza, pero para los interesados, aquí está el séptimo capítulo de la historia. Gracias a quienes, de una u otra forma, me han dado una oportunidad. Continuamos pues. Bienvenidos todos.

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Siempre me pregunté qué se sentiría estar en una celda.

No es que me ganara la curiosidad, simplemente la pregunta resurgió dadas las circunstancias...no podía evitar buscar en mí el miedo que debía generar...no, nada de eso. En realidad, me sentía tranquilo y por momentos, enfadado conmigo mismo por la soberana locura que había cometido. Es decir...más de una pastilla ya causaba demasiado efecto y sí, podía conducir bien la pinche moto, pero no faltaría el que dijera que no y pues...ya estaba pensando en todo lo que tenía pensar. Ya tenía en la cabeza la fórmula de Miranda, la misma que recitaron cuando me bajaron (tiene derecho a guardar silencio, etcétera, etcétera) e intentaba pensar cómo aprovecharía mi primera llamada cuando golpes en los barrotes me sobresaltaron.

−¿Sabías exactamente dónde te estabas metiendo? –Me preguntó el oficial del otro lado, a lo que no pude evitar sonreír con cierta ironía.

−La verdad...en todo juego necesitas movimientos suicidas si quieres ganar la partida.

−Calculando tus movimientos, ¿eh? ¿Y esto entraba en tus planes?

−¿Planes? ¿Parezco de los que planean algo? –Mi sonrisa parecía enervar al chico del otro lado, un novato con toda certeza o recién transferido, ve tú a saber–. Pero dudo que vinieras a preguntarme por qué estoy tan tranquilo.

−Los he visto antes, como tú...

−Ah, ¿has visto antes a alguien que no quiere regresar a casa?

−Yo mismo no quiero volver –confesó el chico con el ceño fruncido, actitud que me obligó a reprimir una carcajada–. Como sea, algo habrás hecho antes, de otra forma, no pediría algo así...

−¿De qué carajos hablas?

−¿Tú eres Gael Santana?

−No veo a otro por aquí.

−¿Y es cierto lo que dicen tus antecedentes? ¿Psicólogo de profesión?

−Ya me habrían detenido por falsificación de ser una mentira, ¿no crees?

−Pues alguien quiere hablar contigo.

Fantástico, paga favor con favor. Sólo por eso se habían asegurado de que era realmente quien decía ser. Probablemente me buscarían la debilidad...demonios, estaba detenido, qué más debilidad podían buscar de mí si tenía todas las de perder...pero claro, tenía que llamar la atención de la Policía y todo para encontrar a un único policía del que apenas tenía tristes señales ambiguas que había sacado con mucha dificultad...era una locura, sí, una maldita locura. Por un lado tenía que encontrarlo, llamaba la atención del cuerpo pleno de la fuerza policial y por otro...quería que me mantuvieran ahí, tras esos barrotes, por un largo tiempo. No quería volver, realmente no quería volver, no quería sentir que mi vida se iba por el drenaje porque había decidido ser un buen tipo por una miserable vez en mi vida...no, carajo, mi vida ya no era tal desde hacía mucho. Ambas en mi casa no hacían más que confirmarlo a diario...y ahí, encerrado, el tiempo parecía transcurrir de otra forma, más tranquilo, silencioso...acaso porque poco me importaba lo que pudiera pasar después...

−Ha pasado mucho tiempo, Gael.

Ni siquiera me di cuenta del segundo exacto en el que ingresó a mi pequeña celda, no había sentido el crujir de la puerta ni miraba hacia allá, sólo tenía el piso como punto de mayor interés. Pero lejos de molestarme el no haber notado eso, sentí cómo toda base de autocontrol se destruía en mi interior. Porque algo, muy en el fondo, me decía que había llegado a la persona correcta. La misma que, irónicamente, era la que más quería evitar. Porque en primera no relacionas los apellidos con nada, no te atreves a creer de inmediato en todas las coincidencias, qué culpa tiene la casuística, si el apellido es idéntico no necesariamente es lógico, no le creo demasiado a las estadísticas. Y sin embargo...debí siquiera considerar seriamente la posibilidad cuando se abrió la puerta en su momento, que estaba lejos de ser la repetición de un sueño en la realidad... o me había topado con un callejón sin salida de lo más negro de mi pasado...o simplemente era demasiado ciego o no quería ver...no, no quería ver, era demasiado doloroso, principalmente porque mi pasado tenía nombre de mujer.

Hollywood Arts: Academia del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora