Capitulo tres: Una gran desilusión.
Al día siguiente comencé a trabajar con Tomas en su empresa, el parecía enojado cuando me vio entrar por la puerta de su oficina.
-Buenos días Tomas- le dije con un tono dulce.
-Buenos días y bienvenida Srta. Liz- me dijo con un tono serio y con poco ánimo.
-Lo siento quise decir Sr. Tomas, ¿Qué es lo que quiere que haga primero mi señor?- él se sorprendido cuando dije aquello y luego volvió a fruncir el ceño.
-Claro, aquí debes llamarme Sr. Tomas y yo Srta. Liz, bueno eso está más que claro. Lo primero que quiero que hagas es que revises estas ofertas de alguna empresa, me hagas una síntesis de ellas y me des tu opinión de cada una de ellas ¿Esta claro?
-Como usted desee mi señor- estire mi brazo y recogí los documentos de la mesa, y él me tomo de él.
-Fuera de oficina y estando solos siéntete con libertad de llamarme solo por Tomas, espero no haberte herido mi querida Liz- me dijo esto con una leve sonrisa y una mirada dulce, le sonreí y le dije:
-No se preocupe mi querido señor- luego de eso me soltó el brazo.
-Bueno, siéntate en ese escritorio que esta por allí- y me apunto un escritorio que estaba al otro extremo de su oficina.
-Bien y gracias mi señor- al decir eso me dirigí al escritorio, me senté y comencé a trabajar. En un par de horas ya las había terminado, había hecho una síntesis escrita de cada una de las propuestas, con mi opinión incluida.
-Bien, las revisare apenas termine esto que estoy haciendo, gracias por tu trabajo, si quieres puedes irte almorzar y yo te alcanzo en la cafetería.
-Disculpe mi intromisión mi señor, pero ¿No le gustaría que le ayudara?, así nos desocupamos los dos, para poder almorzar.
-De acuerdo, entonces lamento las molestias- me dijo aquello con una sonrisa muy dulce y feliz.
Luego de que termináramos, fuimos a la cafetería, pero ya todos se habían vuelto a sus labores.
-Bueno al parecer todos los empleados han vuelto a sus labores, así que tendremos que comer solos, claro si eso no te molesta.
-No me molesta para nada mi señor, para mí sería un placer.
Comenzamos a comer, pero de repente el dejo de comer y se quedó mirándome, me hizo sentir algo avergonzada.
-Disculpe que le pregunte mi señor, pero ¿A caso hay algo en mi rostro?
-No nada, solo que se me fue el apetito y te estoy esperando, pero si te incomoda puedo irme y ya.
-No mi señor, por favor quédese, no fue mi intención echarlo- al decir eso él me sonrió con una sonrisa de satisfacción.
-Usted es muy difícil de entender mi señor, si desea algo de mi dígamelo de una vez y no sea cobarde- al decir ello comí un abocado de mi almuerzo y tome un poco de agua.
-Entonces me ahorrare todo este tipo de situaciones de conquista e iré al punto, mi querida Liz ¿Te casarías conmigo?
Al momento de oír eso, me ahogue, de lo sorprendida que estaba, no me imagine nunca que me pediría matrimonio en una cafetería, aunque había una linda atmosfera entre nosotros dos, además de que no pude evitar sonrojarme con su propuesta.
-No lo malentiendas, no es que te ame o algo así, es solo que me llevo bastante bien contigo y a demás eres una socia perfecta para mi compañía y también una esposa perfecta, y yo soy el esposo perfecto para ti, es por eso que te acercaste a mi desde un principio ¿no?
-Señor, yo tengo claro que usted no tiene ningún sentimiento hacia mí, y que todo esto es por conveniencia, pero es demasiado decir que usted es el esposo perfecto, por favor no sea engreído, aunque tiene razón en un aspecto, yo solo me acerque a usted por su educación y por su clase social y económica, pero hasta que no me haga una propuesta digna de mí, no pienso responderle- le dije con un tono fuerte y decisivo, bastante enojada diría yo.
-No se altere, solo quería que lo tuviera en mente, obviamente esta no es mi propuesta legitima, mi propuesta legitima será digna de mí y de usted y tenga por seguro que será en frente de ambas familias- cuando el termino de hablar, me levante.
-Si eso es todo lo que quería decirme, debo comunicarle que no me siento bien y tomare el resto del día libre, ahora si me disculpa, me retiro, buenas tarde mi señor- le dije con el mismo tono que utilice anteriormente y me fui, no quería oír otra palabra de su impertinente boca.
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Prisionera del alma
OverigEsta historia trata de Liz, una chica de una familia aristocrática, la cual no tuvo una infancia, digamos encantadora, aunque no le faltaba nada material, le hacia falta el amor de sus padres, el cual remplazara por el cariño de un joven cuando meno...