6. Sinvergüenza

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Permanecí un rato sentada bajo el árbol luego de que Castiel se fuera. Ahora que había pensado en lo ocurrido detenidamente, me sentía más tranquila. Jamás había dependido de nadie y no iba a hacerlo ahora.

Aunque no quisiera aceptarlo, la prescencia de Castiel me había confortado por lo menos un poco.

Suspiré y me levanté del pasto para caminar hacia el interior del instituto. Al pasar la puerta me encontré con la sorpresa de que ya no había más fotocopias en las paredes -sin contar alguno que otro par-. Me preguntaba quién las habría quitado.

No había nadie en el pasillo porque la mayoría se encontraban en clases, pero desgraciadamente aún así tuve la mala suerte de encontrarme con Amber y las chupamedias.

-Chicas, deberían tener cuidado con ésta -expresó la rubia de forma altanera-. Dicen que casi mata a uno de sus compañeros en su otra escuela.

Charlotte y Li se riéron de su chiste sin gracia. Yo sólo rodé los ojos, sintiéndome asqueada de ellas.

-Es una vulgar, ¿qué podrías esperar de alguien así? -la asiática le siguió el juego.

La miré como si me interesara e hice un ademán con mi mano, incitándolas a continuar. Parecieron nerviosas ante ese gesto por un segundo, pero eso no borró las sonrisas en sus rostros.

-Pobrecilla, ¿hiciste todo eso por tus problemas mentales, no es así? -Amber continuó-. No te preocupes, a nadie le importa.

Bostecé teatralmente.

-Podría sentarme a escuchar todo lo que quieran decir de mi y no me afectaría -dije indiferente-. Pierden su tiempo.

-Ya veremos si no te importa lo que pase en adelante -Amber frunció el ceño y se cruzó de brazos.

-¿Esa es una amenaza? -ladeé la cabeza-. Ya te lo dije, urraca. Pierdes tu tiempo.

-¡No vuelvas a llamarme así, gamberra! -exclamó avanzando hacia adelante con las manos extendidas en mi dirección pero una mano sobre su hombro la detuvo. Era Nathaniel.

-Basta, Amber -la regañó-. No quieres tener problemas.

La rubia se sacó la mano de su hermano de encima y recobró la compostura.

-Tienes razón, ella me dará mala fama -sacudió la mano en el aire-. Vamos, chicas.

Di un paso hacia ellas en cuanto se dieron la vuelta, mirándolas con molestia, pero Nathaniel me cubría el paso, apresando mis brazos con sus manos.

-Deja que se vayan, Gio. Tengo algo que decirte -me dijo para distraerme.

-¿Hablaste con la directora? -le pregunté, a lo que él asintió.

-Sin embargo no hará mucho, los pasillos ya casi están limpios y parece que no quiso culpabilizar a la persona responsable -respondió avergonzado.

Como si algo de esto fuera culpa suya, lo cual no era así. Se notaba incómodo al hablar de eso conmigo, quizás un poco preocupado. Yo sabía que Nathaniel estaba tratando de hacer que me olvidara del tema del "causante", pero no podí dejarlo así.

-¿Quién fue? -insistí, haciéndolo soltsr un suspiro y poner una de sus manos sobre su frente.

-Promete que si te lo digo no harás ninguna imprudencia -pidió.

-Imprudencia es mi segundo nombre -bromeé, encogiéndome de hombros.

-Gio... -murmuró. Yo me reí-. La directora ya te tiene en su mira.

-Lo prometo, pues -accedí-. Dime quien fue, Nathaniel.

-La única persona que entró a la sala de delegados además de ti y de mi fue... -se mordió el labio inferior con nerviosismo-. Fue Debrah.

Love is not Over   »Castiel CDM [Liars #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora