10. ¿Estoy enamorada?

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—¿No? —preguntó Kate expresando extrema sorpresa a mi respuesta.

—Tienes razón, no entiendo qué fue lo que ocurrió entre ustedes, pero... tampoco comprenderías por qué estoy con Castiel —dije con firmeza—. Cuando te pregunté lo que pasó, no quisiste contestar. Y el pelirrojo fue uno de los pocos que no me juzgaron por un expediente.

Me di la vuelta buscando un lugar en el que pudiera estar alejada de la mirada transparente de Kate. Sentía que con sus enormes ojos verdes podía ver todo lo que yo estaba tratando de ocultar. Y no podía permitirlo.

No podía dejar que se diera cuenta de que sus palabras me hicieron sentir realmente culpable.

No podía dejar que notara que me había afectado.

Tropecé con varias personas mientras caminaba entre la multitud. Mis latidos habían aumentado, siempre lo hacían cada vez que me veía en la necesidad de defenderme de algo que me dolía. Y no solo el hecho de que Kate me pidiera que me alejara de Castiel sin conocer nada, sino que tambien el recordar que lo hizo después de haberme dado la espalda cuando me vi vulnerable. Hacía que me doliera el estómago, que me flaquearan las piernas y que mi orgullo se encogiera por segundos.

¿Realmente si seguía con el trato, Debrah podía dañar a Castiel? No era como si le tuviera algún tipo de aprecio al pelirrojo, pero esa castaña raquítica se había ganado mi desagrado y si él resultaba afectado querría decir que ella se saldría con la suya. Y yo habría odiado que eso ocurriera. Aunque...

Debía admitir que yo no odiaba a Castiel por completo.

Entré a la cocina, ese era el lugar en el que se reunieron todos los estudiantes ebrios a servirse un vaso más de cerveza, pero yo solo quería un poco de soda. Lo que no estaba en mis planes fue que me tomaran de la cintura mientras me servía el líquido, haciendo que la botella se volcara.

—Chica, te he buscado toda la noche —era Kentin, quien seguramente había estado bebiendo—. Castiel me dijo que vendrías.

—Demonios —maldije al ver el contenido de la botella desperramándose en la mesa.

—¿Tan poco te alegras de verme? —dijo Kentin liberándome del agarre. Arrastraba torpemente las palabras.

Miré a mi alrededor en búsqueda de algo con lo que pudiera limpiar, si no lo hacía, después se convertiría en un desastre pegajoso.

—Me alegraría mucho más si estuvieras sobrio —le respondí a Kentin, quien se había llevado una de sus manos al pecho fingiendo dolor.

—Hey, tenía que distraerme mientras esperaba por ti —él volvió a envolverme entre sus brazos.

Me reí cuando su mano me hizo cosquillas sin querer. Pero eso solo lo hizo estrecharme más.

—¿Qué esperabas de mi? ¿Qué te regañara al verte borracho? —le dije intentando soltarme de nuevo.

—¡Yah! Tenías que compensarme de algún modo cuando me dejaste tirado ayer haciéndole mandados a la bruja —me replicó acomodando su barbilla en mi hombro.

—Venga, eso no fue culpa mía. Y me disculpé contigo —protesté—. Anda, suelta.

—Pero Castiel dijo que vendrías a saludarme...

—Te saludaré cuando se te baje el alcohol —dije—. Por ahora suéltame.

—Dijo que la solt...-

—¡AY!

La intromisión de Castiel no fue de mucha ayuda, ya que, para cuando él llegó, yo ya había dado la vuelta a Kentin apretándole el brazo contra su espalda.

Love is not Over   »Castiel CDM [Liars #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora