8. Promise.

323 36 20
                                    

Luego de escuchar la propuesta de Castiel, prácticamente me arrastró hacia el patio, hasta que llegamos al mismo árbol en el cual intenté refugiarme el día del desastre.

Sus palabras aún hacían eco en mi cabeza. Había prometido que a cambio de que le ayudara, no solo mantendría lo de mi padre en secreto, sino que también me protegería de cada rumor que se inventaran, o cada consecuencia que acarrearan las acciones que Debrah ocasionara en mi contra.

Y pese al silencio, y el efecto de sus grises ojos magnéticos sobre mí, aún me encontraba contemplando la idea.

Me senté al pie del árbol justo como la última vez. Podría librarme de los rumores, de que me miraran raro, de las risas... y en caso de que a Debrah se le ocurriera hacerme algo de nuevo, tenía este tipo de respaldo. Eso no sonaba tan mal.

Por cierto, ¿dónde estaba Debrah? Porque si me veía ahí con Castiel, en un rincón escondido del patio, seguro que comenzaba a hacer su drama. Fruncí el ceño y aparté la mirada de Castiel.

—¿Y tu novia? —mascullé.

Castiel hizo una mueca y se puso de cuclillas frente a mí.

—Con lo que tengo que decirte, eso por ahora da igual —dijo él.

—¡Oye! Quizá a ti te da igual porque no es contigo con quien se desquita —repliqué, a la defensiva.

—Está enferma en casa, ¿bien? —gruñó.

«Oh» Traté de esconder mi sonrisa, contorsionando mi rostro un poco. Sabía que no estaba bien burlarme de algo así, pero no pude evitarlo. Debrah había tirado mi respeto por ella a la basura dentro del mismo contenedor en el que ahora se encontraban las fotocopias de mi expediente.

—Felicítala por mí —le dije a Castiel, rindiéndome ante mi sonrisa sarcástica

Él se acercó de pronto y empujó una de mis muñecas contra el árbol, por encima de mi cabeza. La textura rugosa de la corteza se clavaba ligeramente sobre mi piel.

—¿Crees que esto es un juego? —susurró con voz profunda, tanto blanda, como gutural.

Su cercanía de cierto modo hizo que mi corazón latiera. ¿Por qué mi pecho estaba haciéndolo tan fuerte?, quizás, aunque sabía que Debrah no estaba allí, sentía el nerviosismo de sólo pensar qué ocurriría si de casualidad alguien pasaba y nos encontraba así.

—¡Qué horrible costumbre tuya para hacer que te escuchen! —protesté empujando su mano con mi brazo libre—. ¿Acaso también haces esto con cualquier persona que te ignore?

Castiel esbozó una sonrisa burlona, levantando una de las comisuras de sus labios.

—¿Por qué lo preguntas? ¿Querías sentirte especial? —se mofó.

—Yaaaaaaaah, Castiel —me quejé—. Dime en qué quieres que te ayude, o me voy.

Los ojos de el pelirrojo se abrieron y mientras sus hombros se tensaban, sus mejillas comenzaron a colorearse poco a poco. Claro que no tardó nada en regresar a su típica expresión arrogante y voltearse hacia otro lado. Sentí un peso menos en mí quizá porque esa mirada suya en realidad sí era magnética.

Castiel comenzó a juguetear con sus propios dedos y movió su rodilla, sacudiéndola con rapidez. ¿Acaso él estaba... nervioso?

—Necesito hacer que Debrah se enamore de mi —admitió.

Ahora fui yo quien abrió los ojos... Él tenía que estar bromeando, yo tenía apenas una semana de conocer a esa mujer y ya quería atarle una soga al cuello, ¿y él quería enamorarla? Castiel debía de tener algún tipo de retraso mental. Además, tampoco parecía que él la quisiera demasiado, porque a pesar de esa suposición, iba a espaldas de su novia para acorralar a otra chica contra árboles y paredes.

—¿De verdad eres consciente de lo que me estás pidiendo? —pregunté desconcertada—. Quieres que te ayude a enamorar a Debrah... estás loco.

—Soy consciente. De otro modo, no estarías aquí.

«Cielos» me dejé caer contra el árbol y pasé una mano por mi cabello para apartarlo de mi cara, al mismo tiempo en que solté un suspiro. Recordé que Kate no había accedido a ayudarlo porque dijo que le haría daño, ¿acaso se refería a esto? Seguramente yo no era la única persona que creía que Debrah era una persona tóxica.

—Quieres decir... ¿qué tú realmente la amas?

Su mirada fija volvió a clavarse en mí con seriedad. Busqué que al menos hubiese un pequeño ápice de duda en su expresión... algo que me dijera que de verdad el trato no iba de esto. Pero no fue así, lo vi totalmente decidido a hacerlo.

A los pocos segundos, Castiel agachó la cabeza y chasqueó la lengua con cierta molestia. Se había sonrojado de nuevo. Era verdad.

Ahora sabía por qué Kate le había dicho que se buscara a alguien que no tuviera ninguna consideración por él. Teniendo en cuenta la actitud de Debrah, era más que obvio que el hecho de que Castiel tratara de enamorarla le haría daño. Él debía saberlo, porque de no ser así, no me habría pedido nada. Si el inminente peligro de que Castiel saliera herido en esto no fuera real, él habría conseguido la ayuda de Kate, quien sí era su amiga.

En cambio, yo...

Sacudí la cabeza porque el pensamiento me resultó ajeno. Tampoco era buen momento para divagar con eso. Y a pesar de que no me parecía una buena idea, y de que no sabía cómo yo pudiese de cualquier manera ayudar a Castiel en algo como eso. Solía ser torpe, así que no me veía nunca a mí misma tratando de conquistar a un chico... ¡mucho menos a una chica, demonios!

Volví a suspirar.

—Y, ¿cómo se supone que quieres enamorarla?, ¡¿con una tarta?! —hablé con descontento.

—¡No ayudas! —replicó de igual manera.

Ambos permanecimos en silencio, uno al lado del otro. De pronto me había quedado sin palabras para hablarle, esforzándome por obtener una idea de cómo "enamorar" a una chica, pero me resultaba imposible, no conocía a Debrah para nada, ni a la relación que tuvo con Castiel antes de que pasara... lo que fuera que haya pasado entre ellos.

—Antes de que ustedes terminaran... —dije—. ¿Sabes qué era lo que le gustaba a Debrah de ti?

Él asintió en silencio, aún ensimismado. Me preguntaba cuál era la razón por la que Castiel actuaba así, a veces con una mirada tan fría que podría helarte la sangre y otras, como esta, tan tranquilo que incluso podría hacerte creer que es un chico normal.

—¡¿Qué me ves?!

Y luego te das cuenta de que no lo es.

—Quizá podrías hacer cosas que solías hacer con ella antes de que hubiera problemas entre ustedes —le dije encogiéndome de hombros.

Castiel miró al vació una vez más, lo que me hizo preguntarme en qué estaría pensando. Esbozó una ligera sonrisa ladeada, fue un segundo casi imperceptible. Al final soltó un suspiro y se puso de pie nuevamente.

—Hey... mañana por la noche Dajan ofrecerá una fiesta en su casa —dijo.

—¿Y a mí qué? —pregunté frunciendo el ceño.

—¡Si te lo digo es por algo, boba! —exclamó—. Tengo una idea para el plan, pienso realizarlo allí... así que deberías ir.

—¿Y quieres que aparezca allí sin haber sido invitada? —me crucé de brazos—. Creo que olvidas que la mitad del instituto me odia.

—Y tú olvidaste que te prometí que los haría callar —dijo con expresión seria—. Hablaré con Lysandro. Irás con él.

—¿Ly-lysandro? —me dio un vuelco en el estómago.

«¡¿Pero qué diablos planeas, Castiel?!» pensé mirando al pelirrojo mientras se dirigía al interior del instituto. No podía estar más confundida... y ahora, nerviosa.

Love is not Over   »Castiel CDM [Liars #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora