SCOTT MCCALL.| ella no necesitaba ser salvada. necesitaba ser encontrada y apreciada, por exactamente quién era.
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CAPÍTULO CUATRO: destruyendo cosas perfectas.
Rayna salió corriendo una vez que escuchó a Peter cerrar la puerta —.Diablos, Peter. ¡No puedes estar hablando en serio! ¿Realmente piensas dejar aquí a tu hija?
Peter se detuvo, mirando a la chica un momento antes de suspirar —. Lo sentí, Ray. Vi tu rostro cuando te llegó esa visión. No podemos pelear contra esa cosa.
—Estás tan seguro que quién sea que se enfrente a esa criatura morirá, y aún así dejarás así como así a Malia.
—Intenté convencerla—, se encogió de brazos antes de abandonar el edificio.
Rayna se arrojó a sí misma sobre el sofá. Su ira provocaba que sus ojos cambiaran de color mientras apretaba con sus garras uno de los cojines, pero todo aspecto lobuno en ella se disipó cuando escuchó una explosión.
Ella corrió fuera del edificio hasta encontrarse con Peter teñido de negro con un volante en su mano —. Cazadores—, fue su única palabra antes de comenzar a caminar en una dirección que Rayna podía adivinar cuál era.
El mito viviente le siguió, una gran sonrisa en su rostro mientras Peter sentía cómo su orgullo se destruía más y más con cada paso que daba hacia delante —. No digas nada.
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─ ¿Hay alguna posibilidad de juntar a ese ejército, Scott?—, inquirió un chico más joven que el resto del grupo.
—Lo estás mirando—, contestó Malia, explicando con esas tres palabras que el convencer a su padre había resultado en una falla total.
—Esperemos que esta cosa no se alimente de la desesperación porque esta habitación apesta a ella—, comentó Peter al ingresar por la puerta y Rayna golpeó su brazo suavemente antes de mirar al grupo en la habitación. Scott, Malia, el beta de Scott y un chico y una chica de los que ella no tenía idea de quiénes eran —aunque sabía que eran humanos—.
