Talía Hale...Derek Hale

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Stiles llegó del instituto a las tres como su padre le pidió, bajó del jeep con la mochila al hombro y entro observando la patrullera estacionada enfrente.

-Dos minutos tarde- dijo su padre cruzando hacia la cocina, Stiles sonrió y dejó sus llaves sobre la mesa

-¿Puedo comer algo antes?- preguntó llegando a la cocina también

-No- dijo seco –Talía ha preparado cup cakes, y le dije que te gusta el chocolate caliente así que seguramente habrá también... además me dijo que preparó unos sándwiches de jamón crudo deliciosos...-

-Papá, estás hablando más de la cuenta- le interrumpió –Solo quiero tomar una manzana- le dijo agarrando una -¿Ves? No es para tanto, comeré sus cup cakes y sándwiches también-bromeó y su padre sonrió negando

-Venga, vámonos ya así llegamos a tiempo-

Stiles dejó su mochila en la escalera y tomó las llaves del jeep.

-Iré en el mío- dijo yendo hacia su auto y su padre simplemente le hizo una señal para que le siguiera.

Condujo despacio ya que el Sheriff iba enfrente, mientras comía su manzana con bastante hambre ya que no había siquiera almorzado en el instituto. Su padre entró en un camino de tierra entre los árboles y Stiles frunció el ceño extrañado, igualmente lo siguió, mirando curioso alrededor, era la primera vez que iba por ahí y se veía peligroso, el bosque era demasiado tupido y no dejaba entrar demasiada luz.

El día siguiente de la fiesta, su padre le sentó en la sala y le habló con suma seriedad. Hacía ya tres años que Noah había iniciado una relación con Talía, Stiles la conocía de vista, solamente había cruzado un par de palabras con ella y nada más, pero ahora debía hacerlo oficial, su padre y ella iban a casarse en dos meses y él debería "llevarse bien con ella" al menos eso había dicho su padre.

Talía parecía una persona excepcional, era tranquila y las veces que la escuchó hablar con su padre demostraban que realmente lo quería, y eso era suficiente para que Stiles aceptara cualquier cosa que su padre le pidiera, su felicidad era lo primero.

A lo lejos vio una gran casa pintada de un color gris marrón por fuera, su padre estacionó enfrente y él detrás y se quedó mirando la cola de un auto negro detrás de la casa. Terminó su manzana y la dejó en una pequeña bolsa debajo del asiento del copiloto y bajó del jeep.

Stiles vio a su papá llegar a la puerta de la casa y tocaba el timbre, tragó saliva despacio y sintió un escalofrío cuando Talía salió a recibirlos. Cabello negro, ojos claros, piel levemente tostada...le recordaba a alguien.

-¡Stiles, ven!- le indicó su papá pero él no podía moverse, estaba petrificado -¡Hijo!- le llamó de nuevo y Stiles tuvo que hacer uso de toda su fuerza para acercarse a ellos y cortar la distancia que los separaba.

Fingió una sonrisa nerviosa y saludó a Talía.

-Pasen, estoy muy feliz de que hayan podido venir- dijo dejándoles entrar. Stiles se quedó impresionado con el interior de la casa, era gigante, había una escalera principal bastante grande, ésta se habría hacia ambos lados de la casa en la segunda planta, pasillos que seguramente llevaban a las habitaciones, habían jarrones con hermosas flores y la sala era simplemente fantástica, estaba perfectamente amoblada y tenía un televisor que podrías pasarte la vida entera mirando.

-¿Stiles, tienes hambre?- preguntó ella y el castaño le miró y negó

-No aún, gracias- le dijo y su padre le miró ceñudo. Tenía hambre, hasta hace dos minutos, pero algo le picaba en la nuca y no le daba buena espina. Sabía que no debía estar ahí.

El [otro ] hijo de mi padre. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora