Reglas de un verdadero asesino

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12.

_______ Hernández

—Tengo hambre — pusé mi mano sobre mí abdomen — ¿todavía no es hora?

—Faltan todavía dos horas Hernández — habló Mendoza viendo su reloj.

—¡No puede creer que nos alimenten cada que se acuerdan de que tienen custodios! — dije ofendida.

—Eres demasiado dramática — rió — No quisiera tenerte como novia.

—¿No tiene ni una hora que me besaste y ahora dices que nunca quisieras tenerme como novia? ¡Qué diablos pasa contigo!

—¿Decepcionada cariño? — Preguntó con una gran sonrisa y negué.

—Ya quisieras, cariño.

Mario Bautista

—¡Estás loco! — grité entre risas — en verdad ¿Cómo se te ocurre? O Villalobos el puesto de payaso te quedaría increíble.

—Te dije sobre la persecución ¿Y qué pasó? Se hizo realidad — sonrió y mis labios se pusieron rectos — Te dije que tú gran “familia” estaba en riesgo y secuestraron a tú hermano y a tú hija.

—No es mi hija — desvíe la mirada.

—Sí claro, como sea, no me interesa  — aclaró y movió sus manos en los aires.

—¿Cómo se que no estás mintiendome? — Sebastián pusó una mano en su frente.

—Me causas migraña Mario, no esperó nada de tí y aún así logras decepcionarme — negó — Te advertí de todo lo que ha pasado, sí me hubieras escuchado te hubieras evitado todo ésto — se encogió de hombros — ¿Aún dudas de mí?

—Siempre he dudado de tí, nunca haz sido una persona que me de buena espina.

—Bueno, entonces sí no es así, lárgate de mi apartamento y no vengas llorando cuando te manden la cabeza de tu hermano en un refrigerador de sodas — tomó un sorbo de su café.

—¿Y dejar al asesino suelto? Ni loco — saqué las esposas de mi pantalón — date la vuelta.

Sebastián comenzó a silbar y paseaba por toda la cocina.

—¿Haz acabado de hacer tu teatro? — Preguntó y moví las esposas enfrente de el.

—Date la vuelta — repetí y el sonrió.

—De acuerdo — estiró sus muñecas hacia mi y yo amenace con ponérselas — Sólo recuerda bien este momento y todo lo que pudiste haber evitado, desde ma muerte de la pequeña Fer, hasta la muerte de tú hermosa madre.

Las esposas temblaban en mis manos y cuando estaba a punto de ponérselas las dejé caer en el suelo, el sonrió y palmeo mi espalda.

—Seremos un gran equipo Bautista — sonrió y yo negué.

—¡Ni en sueños Villalobos! Sólo estarás a prueba, sí me ves la cara de pendejo te vas a arrepentir lo juro — hablé y el alzó las manos amenazante — ¿Qué prosigue?

Persecución ➟MB |2T Arma Perfecta| TERMINADA | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora