CAPÍTULO 2

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CATALINA

Que amanezcamos vivos, no significa que estemos viviendo.

A veces se convierte en una lucha constante e interminable donde pocos salen vencedores.

4 meses después

¿Qué pasó con Kevin? Pues después de enterrar mi carta, las distracciones de Camille y Clara fueron indispensables para continuar con mi rutina, para no pensar tanto en él... ¡Aunque seamos sinceros! nadie olvida a un ser amado de la noche a la mañana por más mierda que hayan sido contigo. Ha sido un arduo trabajo. Ya pasaron 4 meses y puedo decir que lo considero tema superado, solo espero que cuando lo tenga que ver en clases, no se vaya a la borda todo lo que he avanzado. No niego que lloré y me encerré en mi habitación con el fin de estar sola.

Siempre estás sola

Lo sé, pero en esos momentos era peor, mucho peor.

Aún recuerdo cuando me llamó borracho para decirme que me extraña, que le hacía falta. Y yo cariñosamente le dije que se meta el te extraño por donde mejor le quepa, o como Clara lo traduciría a un J-Ó-D-E-T-E.

La relación se desgastó, quizá ambos tuvimos la culpa... ¡Pero ni si quiera intentó acercarse! Eso fue lo que me encabró, que lo hizo después de 3 meses, precisamente cuando lo estaba superando.

Merecía mi oportunidad para amar, pero también quería que me demuestren que podía ser amada, que al fin alguien amara de verdad mi corazón herido. Aunque sin importar que suceda, yo al amar entregaba todo de mí. Así era yo. Entregaba todo, sin importar que en un futuro hacieran pedazos mi corazón.
¿Qué es la vida sin riesgos?

Estaba sentada en mi cama, esperando que al fin llegara mi cena. Mi hamburguesa.

—¡Ya llegué! Si no vienes rápido, te dejaré sin tu comida chatarra.

Dios escuchó mis plegarias.

—¡Ya voy Cristian! —grité —¡Ni se te ocurra probarla!

Escuché la risita burlona de mi hermano. Estaba segura que ya le había dado una mordida a mi hamburguesa. Siempre era lo mismo. Hubiera ido yo, pero la pereza me ganó.

Rápidamente busqué mis sandalias y me las coloqué, no quería quedarme sin comer. 

Bajé la escalera tratando de no caer en el camino y entré a la cocina. ¡Mi apetitosa mezcla de grasa y ensalada no estaba! De seguro la había escondió en la alacena, siempre me hacía lo mismo. Busqué en el repostero, en los compartimientos, me agaché para ver si lo había guardado entre los platos...

—¿Buscabas algo?

—Mierda—mi cabeza chocó con la madera del ¿repostero? O como se llame, haciendo que maldiga internamente a este individuo. Llevé mi mano a la zona del golpe y... no había chichón.

Al girar vi su sonrisa ladeada y lentamente dirigí mi vista hasta su mano. Mis ojos se iluminaron al ver mi preciosidad en su mano izquierda. 

—Mi plata —soltó como si nada. Cualquier hermano preguntaría que tan fuerte fue el golpe, pero olvidaba que él no era cualquier hermano. Prefería su plata. —No me lo regalaron hermanita—dijo burlonamente mientras estiraba su mano esperando el pago. Ya se me hacía raro tanta amabilidad de su parte. Saqué los 8 soles de mi bolsillo y se los entregué.

—Tranquilo estoy bien, no es necesaria tanta preocupación—ironicé mientras me entregaba mi cena.

—Ni que te fueran a operar por un golpecito—golpecito, repetí esa palabra para recordarle en un futuro lo que se sintió este golpecito.

Toqué Fondo #StarsAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora