CAPÍTULO 8

321 23 108
                                    


CATALINA

Bebí mi botella de agua de a pocos, aunque para ser sinceros, me moría de sed. Caminaba hacia la salida lentamente, casi contando los pasos mientras colgaba mi bolso en el hombro derecho.

Mis músculos me dolían demasiado, cada estiramiento fue agotador, pero era lo que me gustaba hacer, o, mejor dicho, lo que amaba hacer.

Lo practicaba desde que era pequeña, fue mi forma de sentirme útil al fin y porque no decirlo, mi hermosa distracción.

El ballet.

Ya estaba saliendo del estudio y un ligero viento fresco me recibió. Aún era temporada de verano, pero por ratos se sentía un ligero vientecito que te lograba erizar la piel, por eso decidí ponerme mi pantaloneta larga, un polo mangas cortas y mis zapatillas. El moño aún lo tenía hecho en mi cabeza y decidí que no lo desataría.

Amaba salir a caminar, era un momento grato, pacífico conmigo misma.

Ya eran pasadas las 10 de la noche y casi nadie estaba por la calle. La zona era tranquila, pero eso no quitaba que ande con cuidado.

Caminaba a paso lento hasta llegar al paradero donde esperaría mi transporte. Mi hermano insistía en recogerme siempre, pero yo le respondía lo habitual:

No quiero movilidad, así que en casa me esperas.

A veces hacía caso y otras, me sorprendía afuera del estudio. Varias chicas que lo habían visto se les caían la baba por mi hermanito. Había que decirlo, era guapo el condenado. Eran nuestros genes...

Vi que el bus a lo lejos se acercaba y cuando estaba a una distancia prudente para ser vista, le levanté la mano para que se detuviera.

Te dejará en visto como el otro día

No lo hará

Felizmente no lo hizo, la otra noche obvió mi señal de DETENTE y tuve que quedarme 20 minutos más esperando el dichoso carro.

De ti, hace rato hubiera aceptado que Cris sea nuestro chofer

Me gusta andar sola, así que eso está desechado.

Subí al bus y me senté al costado del chofer. Así me mantendría alejada de los demás y podría dormir tranquila un rato, o al menos la media hora de trayecto. Me coloqué el cinturón y recosté mi cabeza en la ventana... el cansancio pronto haría efecto. Y así fue.

El sonido de mi móvil me despertó y contesté sin mirar el identificador.

—Diga —dije con la voz rasposa.

—Cata ¿Te desperté? —era Axel.

En realidad, sí.

—No, no. Bueno sí.

—Escucho ruido de coches... ¿Dónde estás? —me preguntó con cierta curiosidad.

Eso también quisiera saber yo...

Pestañeé varias veces para quitarme un poco el sueño y vi las calles por donde me estaba llevando el bus.

MIERDA

—Señor, baja por favor —le dije un poco desesperada mientras sacaba el dinero del bolso.

Justo en este momento, las benditas llaves se enrriedan con el dinero. ¿En serio? ¿Justo ahora?

—Tenemos que llegar a la esquina. Tiene que esperar —le miré furiosa al tipo este. Y este ni se inmutó porque me vio de la misma manera.

Odiaba esperar, odiaba que me respondan de esa forma cuando el señor solo tenía que cumplir su trabajo, pero clarooo... me había quedado dormida y ahí estaba la consecuencia...

Toqué Fondo #StarsAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora