CAPÍTULO 3

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AXEL

Miguel, otros chicos y yo formamos parte del Club de Nadadores de la escuela y teníamos que entrenar lo antes posible ya que las próximas competencias nos pisaban los talones, sin embargo, él había faltado a las últimas 2 y si faltaba a una más, el entrenador lo sacaba del equipo. Tuve que inventarme una excusa para que el entrenador no lo saque y también para poder salir yo hacia esa dichosa enfermería.

Desde el momento que me dijo que había tenido un percance con una chica y mencionó la enfermería, una necesidad de ir a ese lugar se apoderó de mí. Ni puta idea tenía de porqué, pero tenía que estar allí.

De por sí ya estaba cabreado por su dichosa impuntualidad, sumado a eso, la estúpida sensación de querer correr a esa enfermería. Todo empeoró al llegar a dicho lugar. Todo se resume a Catalina. Sabía que tenía que alejarla de mí, pero toda ella era gloria. Lo peor de todo es que sólo un puto mes estaba hablando con ella, SOLO UNOO, aunque claro, mi curiosidad hacia ella surgió mucho tiempo atrás.

Debo confesar que desde antes de acércame a ella en el parque, la veía, pero nunca me atreví a hablarle porque andaba para todos lados con Kevin. Sin embargo, a mediados de octubre cada uno andaba por su lado. Yo simplemente me limitaba a observarla. Me daba curiosidad e intriga lo delicada que se veía, y la forma tan irónica y animada con la que siempre se desenvolvía, aunque a veces la logré notar con una sonrisa falsa en los labios, con la mirada sin ese brillo que la caracterizaba.

Era una combinación de dulzura e ironía, con secretos sin descubrir que atrae a curiosos como yo.

Aquella vez me sentí como un completo imbécil. Tuve la oportunidad de hablarle y solo hice el ridículo. Quise mostrarle mi lado duro, intimidante y serio, y solo vio al nervioso, aunque después recibí una hermosa compensación. Su sonrisa, una radiante sonrisa.

No me pasó desapercibido sus ojos rojos e hinchados, inmediatamente supe que había estado llorando. Tenía que mantenerme a raya, pero ¡Joder!

Suficiente me había acercado para decirle que corría peligro en ese parque y como siempre mi impulso fue mayor que tuve que preguntarle que le pasaba, aunque no me contó y lo preferí así, aunque después terminé acompañándola hasta cerca de su casa, era demasiado tarde y como todo caballero, no podía dejar que se vaya sola.

Ella despertaba una curiosidad que debía mantener al margen por el bien de los dos.

Y como siempre, la puta curiosidad ganó y le pedí a Clara el número de Catalina. A Clara la conocía aunque no era mi mayor fan.

- Vamos Clara, es tu amiga, obviamente tienes su número. - Le pedí por tercera vez. Me lo estaba poniendo difícil y mi paciencia estaba llegando al tope.

Suspiró resignada, o al menos eso me pareció a mí.

- ¡Está bien! Sí, si lo tengo, pero no sé si dártelo. Ella ha sufrido mucho y tiene problemas como para que tú seas otro grano en el trasero. – Solo lo quería  para saciar mi curiosidad, ni que me fuera a casar con ella por Dios.

Felizmente sí me lo dio y de nuevo la puta curiosidad por esa chica de ojos azules ganó. Desde el día que decidí hablarle mantenemos contacto. Quería dar por satisfecha mi curiosidad, pero a medida que la conocía más, la curiosidad se fue transformando en interés. Yo que quería mantenernos a raya, era el primero en dar un paso con tal de estar sus pensamientos.

Y verla herida, con un golpe en su nariz solo hizo que el enojo que de por sí cargaba, incremente en jodidas cantidades. Siendo peor que el causante de esto sea Miguel. Y como para cerrar con broche de oro, no pude evitar escupir toda mi rabia al hablar. Era un imbécil por delatarme de tal forma, no solo eso, sino que quedé como un loco. La rabia fue mayor, fuera de que aún seguía en mente el daño que le haría a Catalina si me seguía acercando más a ella.

Toqué Fondo #StarsAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora