"CÓMPLICE"

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Traer una vida al mundo, era una responsabilidad muy grande, y Víctor lo sabía. Era en muchas ocasiones, gastos inecesarios, horas de sueño perdidas. Montones de pañales y ropa pequeña que en unos cuantos meses, a la criatura ya no le quedaría y tendrían que tirar o regalar.

Traer una vida al mundo, era difícil. Y aún más, cuando esa vida era inesperada.

—Me gustaría que fuera un niño— fue la voz de Kellin quien lo saco de sus profundos pensamientos. El minino se encontraba recostado a lo largo del sillón, sus pies descansando sobre el regazo del castaño, una mano sobre su vientre, acariciando levemente entre ronroneos suaves.

Vic asintió, perdiendose en segundos de nuevo en la nada.

Su cabeza estaba hecha todo un lío. Pensamientos extraños y preguntas sin respuesta rebotaban de un lado a otro dentro de ella. Las punzadas en sus sienes se hacían cada mes más fuertes durante las noches, las ojeras debajo de sus ojos eran más notables y el miedo de dejar solo a su minino en el departamento aumentaba.  Pero, extrañamente, y como si de algo irónico de tratara, las sonrisas en su rostro eran más las ocasiones en las que aparecían.

Kellin estaba más cariñoso de lo normal. Desde el día en que se había enterado que sería papá, no había momento en que no le hablará con cariño a su pequeño estómago abultado. Tomó la costumbre de pasearse por la habitación en grandes y esponjosos suéteres que lo cubrían solo de la mitad de sus muslos hacia arriba, sus puños quedaban escondidos en las mangas de la prenda, haciéndolo ver, sumamente adorable a los ojos del castaño.

—Aunque también me gustaría mucho que fuera una niña, ¿Sabes? — siguió murmurando el ojigato. La mirada de Vic seguía pérdida en un punto indefinido del lugar, sólo asintiendo a las palabras del minino —. Me gustaría peinarla, comprarle mucho vestiditos de colores y decorar su habitación de rosa. Sería lindo ¿No lo crees?

Sin embargo, la respuesta no llego a sus oídos, confundiendolo y preocupandolo como cada vez que Vic se mantenía callado por bastante tiempo.

Se removio intranquilo en su lugar, tocando con la punta de sus dedos el hombro del mayor. Susurraba su nombre, pero al parecer Vic no lograba escucharlo por estar tan perdido en sus propios pensamientos. Se asustó, e instintivamente rodeo con sus brazos el cuello del castaño.

Víctor pareció reaccionar, abrazo con fuerza la rellena cintura de su minino, lo pego más a su cuerpo y delicadamente beso una de sus mejillas. El cuerpo de Kellin se desestenso de inmediato, escondió el rostro entre el espacio del cuello y hombro del moreno, suspirando audiblemente, relajado y tranquilo.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué no me respondes? — preguntó desde su escondite, su aliento caliente chocando contra la piel de ojimarron, causando cosquillas y estremecimiento —¿Hice algo malo? — su voz aniñada hizo que una descarga de corriente recorrerá todo el cuerpo del contrario.

—No, amor— respondió suave y con ternura —. Es sólo que estoy un poco cansado y distraído, sólo eso. — explicó.

—¿Por qué?— cuestionó curioso el ojigato. Vic le sonrió, dejando una casto y suave beso en sus labios rojos, justo donde un tierno puchero se formaba.

¿Cómo decirle que estaba así por el bebé? ¿Cómo decirle que la preocupación y la angustia que lo atacaban por la noche arrebatandole el poco sueño era a causa de la criatura que esperaba? No quería y no podía.

Hacerlo sentir culpable era lo que menos quería en estos momentos. Además, el bebé no tenía culpa alguna. Era sólo una criaturita inocente sin conocimiento de nada. Y Vic no podía negar que en ciertas ocasiones, se sentía ilusionado y bastante encariñado con la abultada barriga del minino. Su hijo estaba ahí adentro, y eso le hacia sentir un pizca de orgullo dentro del pecho.

"Little Cat"--Kellic QuentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora