Casi puedo sentir como mi mano puede tocar la suave hierba, mis pasos son lentos pero decididos. Mientas mas avanzo mas quedo maravillado por la belleza de lo que puedo presenciar.
Un bello campo, cubierto hasta el último centímetro de verde, bañado con la luz naranja de un hermoso atardecer. Cada vez que doy un paso hacia adelante, siento como mi cuerpo se llena de vida. Pero algo pasa, todo se vuelve borroso, pierde color, cada vez puedo ver menos aquel bello paisaje del que me había enamorado. Cuando todo ha quedado totalmente oscuro, un sonido de alarma comienza a cobrar fuerza, cada vez más y más fuerza. Era solo un sueño.
Mis ojos intentaban abrirse, pero era tan difícil, como si algo los estuviese deteniendo. Con mi mano derecha intento tomar mi celular para detener el despertador. A tientas busco el móvil, y una vez encontrado logro entreabrir un ojo, al menos lo suficiente para observar la pantalla del celular. Deslizando el dedo pulgar apago la alarme despertador. Intento cerrar los ojos de nuevo, pero algo me detiene.
Un perro, mi perro, un perro chihuahua (conocidos por ser muy escandalosos) comenzó a ladrar desenfrenadamente sin razón alguna. Mi cansancio solo hacía que su alarido fuera como un taladro que perforaba mi cabeza de una manera atroz.
-Ah, carajo - dije para mis adentros. Intente incorporarme de la cama, pero mis piernas estaban más que dispuestas a fallar. Sin importarme un carajo me puse de pie y comencé a avanzar. En realidad, no estoy muy seguro de como lo hacía, mi percepción en ese momento no era muy buena, pero dormir a las 4:15 de la mañana y despertar a las 8:00 no parece ser bueno para nadie.
Como pude salí al patio trasero de mi casa, claramente pude escuchar como el sonido del agua corriendo y enseguida supe que mi madre lavaba los platos del día anterior.
-Buenos días mama- dije mientas me flotaba los ojos con una mano
-Buenos días hijo- dijo mientras notaba mi cara de cansancio. - ¿Por qué no duermes otro rato?
-No puedo- dije- tengo muchas cosas que hacer
-Bueno, desayuna algo
Sin responder nada mas volví adentro, abrí el refrigerador y sin meditarlo mucho tomé un simple vaso de leche con galletas. Sé que a nadie le importa, pero eso desayune. Volví a entrar a mi cuarto y empecé a hacer el clásico resumen de biología, que nunca en mi puta vida puedo tener a tiempo. Solo me puse a escribir y a escribir, me detuve para almorzar algo, pero tuve que continuar.
Sin que me diera cuenta ya eran las 12:10 pm. Mi clase empezaba a la 1:00 así que tenía que apurarme. Ni siquiera me dio tiempo ya de prepararme mi comida para el colegio. Traté de arreglarme tan rápido como pude, y mientras me acercaba a la salida mi madre salió para despedirme.
- ¿Ya te vas hijo? - Pregunto
-Si mama- era más que obvio, pero no me quitaba nada responderle eso
- ¿A qué hora regresas?
-Alrededor de las 8
-Bueno, te cuidas
Me despidió con un beso en la mejilla como lo hacía todos los días, para mí era algo normal, pero a veces me pongo a pensar como muchos chicos les da vergüenza hacer eso con sus madres, o peor aún, a aquellos a los que la mujer no es capaz de darles cariño.
Pedalee un tanto rápido, pero sin actuar como cafre. Pero mi paciencia se derrumbó cuando un idiota taxista decidió no darme el paso, y aun así el desgraciado volteo a verme en plan "niño tonto".
No quise rebajarme a su nivel, pero aun si solo pensaba -hijo de puta- literal, eso pensé. Cuando llegué a la escuela descendí de mi bicicleta rápidamente y avance a paso veloz hacia mi salón de clase. Era hora de empezar, con una de mis favoritas, psicología. Y sí, eso lo digo con autentico sarcasmo, en realidad esta "ciencia" no me parece más que patrañas, pero como me la suda totalmente la materia, mejor hablemos de mis compañeros.