Capítulo 16 Solo por la tanda

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Era un sábado por la tarde, ya había terminado todo mi aseo de día, barrí la sala, el patio, lave los trastes sucios, lave los baños y fregué los pisos. Me sentía muy satisfecho de todo lo que había hecho, lo que es curioso considerando que yo odio hacer aseo, lo que es aun mas curioso considerando que del mismo modo odio ver las cosas sucias y desordenadas, creo que tengo un problema.

Como sea, el día por algún motivo no me parecía tan malo como de costumbre, me había recostado encima de mi cama, tome un libro entre mis manos y comencé a leer, y así, párrafo tras párrafo, página tras página, leía tranquilamente. Después de poco mas de una hora mi madre me llamo para comer, no sabía exactamente a que se debía (supongo a que no había comido casi nada en todo el día), pero ese fue el mejor trozo de cecina que había probado en mucho tiempo.

En fin, después de comer lleve los platos hacia el lavadero y mi mama se encargó de lavarlos mientras yo limpiaba la mesa, ingerí tanta comida que incluso llegue a sentir algo de cansancio, fuertes bostezos salieran de mi boca mientras la fuerza en mis músculos iba decreciendo. "el mal del puerco", así llaman cuando comes demasiado y consecuentemente experimentas un gran cansancio, y tomando en cuenta que yo soy un auténtico glotón, es algo que ocurría muy a menudo.

Fui a mi cuarto de regreso y como aun no tenía nada por hacer, me enfoqué en continuar con mi "libro", ya que llevaba varios días sin haber escrito absolutamente nada, y quería terminarlo antes de concluir el ciclo escolar. Me puse a escribir y después de media hora de pensar en que es lo que haría... nada. No podía escribir nada, no tenía la mínima idea de que hablar o qué clase de historia narrar, no tenía ni idea. Mi pierna izquierda comenzaba a templar de arriba abajo, el cuello comenzó a darme comezón, mis ojos no podían dejar de mirar mis manos completamente inactivas postradas encima del teclado de mi computadora, esa inmovilidad, esos dedos que no reaccionaban a ninguno de mis impulsos, sin presionar ni una sola tecla, la frustración me abordo.

-Oye Carlos- exclamo mi madre

-que paso mama- le respondí

- puedes ir a dejarle la tanda a tu tio Alberto? - me pregunto

- acaso tengo opción? –

- no

-esta bien voy

Después de cambiar mi short por un pantalón de mezclilla acerque mi bicicleta a la puerta de la entrada.

-son $2000, se los llevas al bar, y dile que el viernes voy a hacer huansontles, pregúntale si quiere uno

- esta bien mama

No era la primera ves que iba al bar de mi tío a llevarle algo o recoger algo, mi mama junto con mi tío estaba en una tanda de 10 números, y comúnmente tenía que ir al bar de mi tío Alberto por cuestiones de dinero. Hasta donde yo entiendo, es un tipo de modo para ahorrar dinero, dándole cierta cantidad a alguien cada semana, y después de mes y medio recibes todo tu dinero de vuelta, supongo que sirve si eres de esas personas que no controlan sus impulsos y compran compulsivamente, de otro modo, no veo como una cuenta en el banco no tiene la misma función.

Como sea, subí a mi bicicleta oxidada, abrí la puerta de la casa, Salí de esta y cerré, tal como lo había hecho al menos 100 veces antes. Comencé a pedalear rítmicamente durante un tiempo, casi siempre me llevaba mi celular para escuchar un poco de música en el camino, pero esta vez, algo estaba diferente, el trayecto de hecho parecía agradable, por extraño que pareciera, los baches profundos de las calles, los motociclistas que no saben conducir, ese pútrido aroma proveniente de la pollería, nada de eso me molestaba como lo hacía comúnmente, de cierto modo, me sentía en paz con todo lo demás y conmigo mismo. No escuchaba nada salvo el viento rosando mi rostro, era un precioso día soleado, pero aun así no había calor, era un día glamuroso, quien diría que un viaje de 10 min en bicicleta me traería mucha tranquilidad.

Llegue al bar de mi tío, por alguna razón ese lugar tenia pinta de ser un lugar clandestino, aunque tenía todos los permisos requeridos. Al momento de entrar deje mi bicicleta reclinada en la pared derecho del pasillo que conducía a la barra, camine no más de 5 metros y rápidamente pude ver a los fieles clientes de mi tío bebiendo unas copas sobre la barra.

-buenas tardes- exclame

-buenas tardes- respondieron al unísono

-hola tío

-hola hijo, ¿me traes la tanda verdad? - no había ido a ese lugar por otra cosa, pero la pregunta no me molestaba

- si- le dije sacando el dinero- aquí tiene

-gracias hijo- tomo una moneda de $10- ten, cómprate un refresco

-muchas gracias tío- eso me sorprendió mucho en realidad, ese gesto no era algo muy común en mi tío, pero claro que se agradecía

-hasta luego- exclame mientras me machaba

-hasta luego - me respondieron todos

Siempre me gustó mucho la amabilidad con la que me reciben esos parroquianos, los amables señores siempre se comportaban muy cortésmente cada que iba por dinero, a llevar comida o para ayudarle a mi tío con su celular, son personas bastante corteses de hecho, además de que siempre sabia a donde ir si necesitaba vender boletos para una rifa escolar o algo así, "siempre puedo contar con eso borrachines", repetía en mi mente.

Cuando salí del bar, me conmovió el hecho de que el día aun no había cambiado, esperaba que cuando me retirara de aquel lugar todo ese viaje tan esplendoroso que había hecho hace unos momento se hubiera terminado por completo, grande fue la sorpresa cuando supe que no, el día aún no terminaba y casi sin pensármelo, decidí toma una ruta alterna, una ruta más larga de la habitual.

Pedalee por algunas calles diferentes, pase por la antigua estación de ferrocarril, terrenos pedregosos e incluso pase cerca de la casa de un viejo compañero del colegio, esperaba saludarlo pero no estaba en casa, estaba muy alegre por alguna razón, me sentía en contacto con el mundo exterior, supongo que pasar varios días encerrados en casa, comiendo comida chatarra, sin ninguna compañía más que mi propia madre no son buenos para nadie, un poco de aire fresco era justo lo que necesitaba y era magnifico.

-No puedo creer que estoy disfrutando de todo eso solo por llevar una tanda- decía para mis adentros.

Me acerque a una tienda que tenía cerca, compre una Pepsi y continúe mi camino mientras bebía mi refresco de cola, no sabía si era el viaje, la tienda donde lo había comprado, o solo mi imaginación, pero esa si fue una de las mejores bebidas gaseosas que tuve el gusto probar en un buen rato.

Sin darme cuenta, el sol comenzó a desaparecer y la noche cobraba fuerza con rapidez, decidí aumentar mi velocidad, y cuando estaba a unas cuantas cuadras de mi casa pude presenciar la hierba, crecida y verde gracias a las primeras lluvias de verano, el rejuvenecimiento de la flora era algo que siempre me alegraba, aunque pareciera extraño. Aun lado de esos bajos arbustos claramente podía verse unas pequeñas luciérnagas, deambulando libremente por el viento fresco del anochecer, cubriendo todo a su paso por la luz verde que brotaba de su... emm... su... en realidad no sé de dónde sale, pero sé que las luciérnagas generan luz de sus cuerpos.

Casi al instante aparecieron unos niños, ellos estaban con unos frascos y vasos de plástico agujerados, con una sola misión. Atrapar almenos una sola de las luciérnagas. Se podía ver la felicidad en sus rostros mientras buscaban a estos inofensivos insectos. Así también pude recordar mi infancia, la adrenalina y la aventura tratando de capturar una luciérnaga, lo importante no era en que tiempo, o cuantas atraparas, lo importante era la búsqueda, el acecho, un niño tratando de cumplir su sueño, atrapar una luciérnaga. Algo que, hasta la fecha, no he podido cumplir.

No me detuve demasiado después de eso, regrese a mi casa y como era de esperarse, mi mama estaba un poco intrigada por la tardanza de mi viaje.

-¿Por qué te tardaste tanto?- me pregunto

- quise dar un pequeño paseo- le respondí

- esta bien – dijo aliviada- y tu tio que te dijo

- nada importante en realidad, solo recibió el dinero y me fui

Después de eso solo me acerqué a mi computadora, la encendí, y comencé a escribir, ya tenía la inspiración que necesitaba, las idea de la que brotarían las palabras. "la tanda, la tanta" pensaba sin cesar. Y es así como este capítulo se pudo a terminar. Wow, eso rimo.

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