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El recuerdo

-La dejé ir porque pensaba que después de los diez años o quince, la volvería a ver- suspira -y fue cuando se estrelló.

-Lo siento mucho- digo algo apenada.

Nunca pensé que Rick fuera así. Hablaré con él de esto.

-La he perdido dos veces, y eso es lo que más me duele- pasa su mano por su cara -aún pienso que ella vive y que está muy cerca de mi.

-Yo no me rendiría si estuviera tan segura de que mi amor está vivo- Dom alza la vista para verme, le sonrío -tal vez Brian se ha rendido porque se ha estresado, o porque está agobiado. Debes entenderle.

-Lo sé, y lo intento pero es difícil- dice él.

Asiento. Es verdad.

-¿Por qué dijiste que la perdiste dos veces?- le pregunto, Dom alza la vista -bueno, lo siento. No debí preguntar.

Él suspira.

-Yo tenía once años y ella cinco cuando pasó. Me castigaron sin salir pero sin embargo me escapé para dar una vuelta. Como unas dos o tres calles después de mi casa, la encontré en un callejón. Salió a pasear en su bicicleta cuando un grupo de chicos empezaron a meterse con ella- sonríe -no dudé ni un segundo cuando fui corriendo para ayudarla. Me libré de ellos en menos de un segundo, la miré y estaba llorando. Me agaché a su altura, en ese momento fue cuando me miró. Tenía unos ojos azules como el mar, tan tranquilos y sinceros que no podía evitar dejar de mirar. Pero cuando me sonrió... daría mi vida cuantas veces fuera necesario para verla sonreír. Nos prometimos vernos de nuevo, y durante un mes, todas las tardes nos veíamos. Pero se mudó con su padre y no la volví a ver durante mucho tiempo. Mi suerte fue que se despidió de mí, ella encargó un colgante específico y me lo regaló. Yo solo le di un gracias, de eso es lo único que me arrepiento. Desde entonces no me quito la cruz.

Dom saca el colgante. Es una cruz pero... esa cruz la he visto antes y lo extraño es que hasta donde me alcanza la memoria, no he pisado una joyería. Serán imaginaciones.

-¿Esa chica era Amelia?- asiente -¿la segunda vez que la viste, sabías que lo era?

-La segunda vez que la vi, ella tenía veinte y por alguna razón se tintó el pelo de castaño, olvidando el rubio californiano de antes. No me acordé de la niña hasta que la perdí- suspira -son cosas de la vida, y por eso uno debe reaccionar a tiempo.

Yo sonrío.

-Amelia es afortunada al tenerte. Eres un buen hombre- digo con toda sinceridad.

...

-Hasta otra- dice para poner el coche en marcha.

Sonrío inconsciente. Serán las cinco de la mañana, y puede que mañana no me levante a la hora acordada pero... ha sido genial. Estar con él... por alguna razón me hace sentir en casa pero también me hace sentir esos dolores de cabeza. Me ha costado trabajo disimular para que no lo notase. En fin, vallamos a dormir de una vez.

"-Este es tu regalo- dice papá señalando una bicicleta roja y naranja que hay en la puerta de casa.

Sonrío.

-Muchas gracias papá- le doy un abrazo, nos separamos.

-Brian también te desea feliz cumpleaños, aunque tuvo que irse ayer con vuestra madre.

-¿Pasó algo?- pregunto.

-Será de sus cosas, pero tu madre siempre es estúpida y nunca deja de hacerlas. Eso hace que tu hermano tenga que ayudarla, espero que para cuando tengas diez años, ella ya no esté- me revuelve el pelo, solo sonrío.

-Iré a dar un paseo, ahora vengo- dicho esto me voy fuera.

De buenas, y sin saber como, estoy en la otra punta de casa y en un callejón sin salida. Doy la vuelta para irme, pero en la entrada hay tres niños mayores que yo.

-Qué... qué queréis- digo algo asustada.

El del medio sonríe, con un gesto de cabeza, los otros dos se acercan a mi. Doy un grito y es cuando el del gesto me coge del cuello.

-Ni se te ocurra volver abrir la bocaza- dice él.

Comienzo a llorar. Él me deja caer al suelo. Cierro los ojos a la par que me tapo los oídos con la esperanza de no oír nada. Durante un rato, no ocurre nada. Abro mis ojos, me encuentro a un niño mayor. Miro atrás de él, los tres están en el suelo durmiendo.

-¿Te hicieron algo?- pregunta preocupado.

Niego y sonrío. El chico me mira, sonríe a los segundos.

-¿Cómo te llamas?- le pregunto mientras me levanto del suelo.

-Dom- dice estirando su mano.

-Amelia- la acepto, sonrío -gracias por ayudar.

Él ríe.

-No hay de que- dice él.

-¿Mañana nos veremos?- pregunto curiosa y con una carita de cachorito.

-Solo si me prometes que vendrás- río un poco.

-Si tu me prometes que no me harás nada- él sonríe.

-Hacemos una cosa. Ambos prometemos que vendremos aquí, mañana y a la misma hora ¿de acuerdo?- asiento.

Saco mi dedo meñique, Dom el suyo y lo junta con el mío.

-Promesa de meñique si no la cumples se romperá- decimos a la vez.

Todo se vuelve oscuro. Cuando me doy cuenta de que tengo los ojos cerrados, los abro de golpe. Estoy corriendo. Giro de buenas para pasar por un paso de peatones. Algunos coches frenan de golpe y me pitan por pasar estando en rojo para las personas. Los ignoro para seguir corriendo. Al llegar a la casa, llamo al timbre. La puerta la abre una chica de cabello oscuro y ojos igual.

-¿Está Dom?- le pregunto a la chica.

-¿Quién lo pregunta?- pregunta.

-Amelia- asiente.

-¡Dom! ¡Te buscan!- grita ella, después se va.

A los pocos segundos, veo a Dom.

La imagen cambia y estoy con él en lo alto del tejado de su casa. Ambos sentados al filo.

-¿Entonces te vas para siempre?- pregunta algo entristecido.

-Mi mamá se metió en líos y nos tenemos que mudar. Mi papá dice que es por culpa de las estupideces que ella hace- suspiro -dice que a lo mejor no volvemos.

-Vas a incumplir tu palabra- río un poco.

-Por suerte no me pasará nada en el dedo- Dom ríe, saco una bolsilla pequeña de mi bolsillo del pantalón, se la doy -lo pedí hace una semana, quería tenerlo pero como me voy pensé que tú la podrías cuidar mejor que yo.

-Ah no, es tuyo. No puedo aceptarlo- me muevo un poco para colgarle la cruz.

-Es tuya. Lo regalado no puedes regalarlo- digo sonriendo.

Dom suspira sonriendo.

-Pero yo no puedo darte nada- niego.

-No hace falta, ya me diste algo- me mira sin entender -gracias a ti, ningún chico más, me molestará. Seré más dura.

Dom ríe, yo con él.

-Te prometo que siempre la cuidaré- dice.

Sonrío.

-Y yo te prometo que nos volveremos a ver, cuando sea mayor- digo -así me verás cambiada.

Ambos volvemos a estrechar meñiques."

The Fate of the Furious 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora