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Miro el perfil de Dom mientras conduce.

-¿Te gustan las vistas?- sonrío.

-Claro- acaricio su nuca.

-¿Cómo está la pequeña Pauline?- el semáforo se pone en rojo, me mira.

-El doctor dijo que todo va bien, este último mes ha mejorado bastante. Puedo tomarme más libertades- él niega.

-Vas bien por tener precaución, sigamos así- hago una mueca.

-Solo una, la de esta noche, por favor- le suplico.

Ríe.

-¿Desde cuando la pequeña O'conner suplica?- pregunta divertido.

-Desde que tengo a dos guardaespaldas- suspiro.

Él ríe.

...

-¿Qué vas hacer?- pregunta Dom abrazándome por la espalda.

Me giro.

-Pintaré esta habitación de rosa- digo acariciando sus hombros.

-Aún quedan seis meses- dice sonriendo.

Le doy un beso corto, le abrazo.

-El tiempo es oro- digo en un susurro.

Nos separamos y nos quedamos mirando. ¿Por qué siento que esto no es el final? Quiero decir, todo lo que hemos sufrido, es poco con lo que vendrá.

-Bueno, pues te ayudaré- dice Dom cogiendo una brocha.

-Vale, pintaré aquella pared mientras tú pintas esta otra- le doy un corto beso -y no te manches.

Ríe. Dom coge el cubo antes de que yo pueda hacerlo, lo vuelca en lo alto de la bandeja del rulo. Suspiro. Cojo el rulo, lo mojo un poco y a pintar la pared.

Diez minutos después, ya me estoy aburriendo. Miro a Dom, él está pintando tan tranquilo la pared. Me bajo de las escaleras, agarro bien el mango del rulo y me acerco a Dom. Le mancho toda la espada de la camisa. Me giro rápidamente para seguir pintando la pared con disimulo. Miro de reojo atrás, no hay nadie. Me giro del todo ¿dónde está? De buenas alguien me agarra la cintura. Dom pasa un brazo suyo y con la otra mano, me mancha la cara.

-¡Ey! Yo te manché la ropa- me libero de su agarre.

Le quito la brocha, empiezo a pintar su brazo. Él me agarra la mano mientras con la otra, me apega a él. Me besa. Su mano manchada de pintura, es la que me acaricia todo el cuerpo.

Menuda ducha me tendré que dar para quitarme la pintura.

...

-Así que aquí es donde descansa tu padre- dice Dom.

Respiro hondo.

-Si- digo en un susurro.

Me agacho, observo el nombre y la fecha.

-Murió cuando tenías nueve años- muerdo mi labio inferior.

-Nos dejó muy temprano- Dom se agacha a mi altura.

Las luces del hostal se encienden automáticamente por ser de noche.

-Me sorprende que la dueña del hotel te dejara enterrar a tu padre aquí- sonrío.

-Se querían- me levanto a la par que Dom -no es una molestia para una mujer tener a su amado enterrado cerca, donde poder rezarle.

Pasa su brazo por mi cintura. Alzo la vista para ver sus ojos.

-¿Tú harías eso por mí?- me giro un poco para estar en frente suya, rodeo su cuello.

-No, porque por ti, haría de todo menos dejarte solo bajo tierra- me mira serio -y con mi padre presente... te juro que allá donde vayas iré yo, si conduces conduciré, si peleas pelearé y el día que mueras Dominic Toretto, yo moriré contigo.

Sonríe.

-Creo que te será difícil morir- río un poco.

-Lo sé, y eso espero porque esta pequeña- toco mi vientre, ambos la miramos -no podrá cuidarse sola.

Me besa la frente.

-Señorita- miro a mi derecha, veo a la señora De Santa -una persona pregunta por usted, está en recepción.

Miro a Dom, este me libra de su agarre. Camino dentro con la mujer a mi lado, me señala una puerta, asiento para verla irse a la cocina. Abro la puerta y me quedo paralizada al verla. Su cabello oscuro ondulado, ojos oscuros y vestida como siempre la vi. Vaqueros y camisa de tirantes blanca, abrigada con una chaqueta. Me acerco a ella, al verme, me abraza.

-O'conner, que alegría volver a verte- respondo su abrazo.

Casi ocho años sin verla, sin saber nada de ella. Pensaba que había muerto, o eso me dijeron. Sonrío. La extrañaba. Nos separamos.

-Me han dicho que te casaste con Toretto, ¿es cierto?- pregunta sonriendo.

-Si, de hecho, esperamos a una pequeña- me mira asombrada.

-¿Enserio?- asiento -wow, me alegro que el padre no sea de esos que se despreocupan de su familia.

-Desde luego, Dominic no es así, te lo puedo asegurar- asiente -y bueno, como es que vienes aquí.

-Brian me dijo que viniste a West Bay a vivir, pregunté y me dijeron que estabas aquí- respira hondo -vine para que me ayudaras.

-¿Qué ocurre?

-Es sobre mi chico, se ha metido en un lío y lo han secuestrado. Sé que ha pasado mucho tiempo sin que sabes de mí, pero realmente necesito ayuda, quienes lo secuestraron, son muy chungos- dice preocupada.

-¿Quién es tu pareja?

Me mira vacilante. Se nota que no quiere decirme.

-Owen Shaw.

The Fate of the Furious 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora