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Yoongi

Seis días. Llevo exactamente seis malditos días sin tener contacto con Jimin. El muy pendejo me ignora cada vez que me acerco a él.

No se cual es su problema.
O tal vez si lo se...

-Joven Yoongi, tiene que ir a su habitación, no puede dormir aquí.-
Una de las sirvientas me tomo gentilmente del brazo para que me parase del lugar, pero me negué rotundamente a hacerlo.

-Vayase a casa, no necesito que nadie me diga lo que tengo que hacer.-gruñí intentando que me dejara solo en el pasillo al lado de la puerta de mi Jiminnie.

-Pero Joven Yoongi, usted va a coger un resfriado si se queda más tiempo aquí afuera.

Rodé los ojos frustrado por tanta insistencia y asentí. Me pare rápidamente del lugar y comencé a caminar rumbo a mi cuarto el cual se encontraba al otro lado de la mansión dejando sola a la sirvienta. Puta.

Esperaría a que todos los trabajadores se fueran a sus respectivos hogares para salir de nuevo e ir a hablar con Jimin. Esta vez no se escapara de mi, estoy harto de que lo haga tan descaradamente.

Eran las 12 de la noche en punto cuando salí de mi habitación hacia la de Jiminnie, era buen momento para hablar ya que nuestra madre se encontraba de turno en el hospital. El piso de madera estaba helado por lo cual, al no traer pantuflas puestas tuve que correr al cuarto de mi hermano.

Toque la puerta, pero no tuve respuesta alguna, deja de ignorarme.., toque de nuevo con más insistencia pero nuevamente lo único que me contestó fue el silencio, me maldije mentalmente por ser tan distraído y no ponerme mis pantuflas, mis pies se estaban quemando por lo frío que se encontraba el suelo. Comencé a enojarme por lo que toque mucho más fuerte haciendo doler mis nudillos.

-Jimin abre la maldita puerta... -le ordene enojado saltando de un pie a otro para que mis pies se acostumbraran al frío. Nunca hubo respuesta.

-Jimin si no abres yo mismo... -tome la manilla la cual giro por si sola dándome total acceso a la habitación del menor. Ajuste mis ojos a la falta de luz en su cuarto y me dirigí a su cama en la cual se podía ver un pequeño bulto en la esquina de esta.

-Minnie... -susurré para despertarlo pero nada sucedió.

-Jiminnie... -lo destape lentamente-tenemos que ha-me quede atónito al ver varias almohadas en el lugar donde debería de estar Jimin.

-¡Jimin!.-lo llamé dejando atrás su cama y revisando su habitación con la mirada. Nada se veía inusual. Abrí la puerta del baño. Nada.

Salí de su habitación y comencé a buscarlo.

-¿¡JIMIN, DONDE ESTAS!?.-grite furioso produciendo un eco por todas las paredes de la mansión que golpeo mis oídos.

Corrí a la primera sala de la casa que se me vino a la mente, la principal, repleta de sillones y sofás, adornada con la mas cara decoración para interiores que puedan imaginar. De verdad, ser rico realmente te hace adicto a ciertas inclinaciones sobre cómo decorar tu casa.

-Hermanito...-lo llamé al entrar en la sala, observe el lugar el cual estaba oscuro iluminado solo con la tenue luz proveniente de la luna que atravesaba los grandes ventanales. A lo lejos, detrás de uno de los sofás noto un pie, pero no era cualquier pie si no el de mi Jiminnie.

Me acerque dejando mi enfado a un lado, el era el único que podía hacer estos efectos en mi. Verlo inmediatamente me volvía feliz. Me acerque a el lentamente por otro camino, para que este no me viese, cuando llegue a su lado le hable.

Fratrilagnia [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora