Instintivamente trató de cerrar la puerta en cuanto lo vio, pero él fue más rápido y se lo impidió.
_Espera -metió la mano impidiéndole cerrar. _Quiero que hablemos
_No te entregaré a mi hijo -intentó huir asustada.
_Por favor -la detuvo por el brazo, suplicante. _solo quiero hablar... te lo prometo
Ella reparó en su agarre, sentía un cosquilleo de donde la tenía sujeta, él también lo sintió y la soltó.
_No quiero que te lo lleves. -dijo casi en un susurro. _Por favor. -suplicó.
_No lo haré. -la miró tranquilizador. _te lo prometo, ¿podemos sentarnos? -pidió.
Ella asintió y con nerviosismo lo llevó a la sala. Ella lo miró, no parecía el mismo Santiago de la semana pasada, arrogante, furioso, decidido. Ahora su rostro lucía pálido y demacrado al igual que el de ella, por ninguna parte se asomaba esa prepotencia que le caracterizó la última vez, hoy su rostro lucía cansado grandes ojeras rodeaban sus hermosos ojos, pareciese como si no hubiera dormido en toda la semana.
Él también la observaba, un nudo se había formado en su garganta impidiéndole hablar, no podía creer que la tenía frente a él sin nadie que se entrometiera, que podría tomarla entre sus brazos y abrazarla y besarla y pedirle perdón, pero no podía, no se atrevía porque sabía que no merecía ese perdón, desde el día que la echó de su casa sin darle ninguna oportunidad, desde ese día había perdido su oportunidad, la había perdido desde el momento que la dejó a su suerte en medio de ese nido de víboras, la había perdido desde el momento en que no estuvo a su lado como lo juró ante el altar para protegerla y defenderla y respetarla, la había perdido desde el momento que dudó de ella, desde el momento que le arrebató a su hijo, ¿cómo pedirle perdón?, ¿con que derecho?.
Aun así tenía que proponerle un trato, sabía que era sumamente probable que no lo aceptara, pero al tratarse de su hijo tenía la remota esperanza de que aceptara y si lo hacía juraba que no le alcanzaría la vida para pedirle perdón y hacerla feliz.El silencio era incómodo, por fin él habló.
_Sé que no merezco lo que te voy a pedir -dijo con humildad. _Pero yo amo a mi hijo tanto como tú, sé que nuestras diferencias han creado un gran abismo entre nosotros y entendería si no quieres saber nada de mí, pero nuestro hijo no tiene la culpa de esto y no merece vivir apartado de alguno de los dos.
_Tampoco merecía vivir apartado de mi cuando más me necesitaba. -se atrevió a decir tímidamente. _entonces no te importó que no estuviera con los dos -le reprochó con temor.
_Lo lamento -dijo bajando la mirada. Se lo merecía. _yo... pensé que no te importaba.
_ ¡No fue así! -exclamó alterándose. _siempre he amado a mi hijo, lo amo más que a mi vida. -se puso de pie.
_Lo sé -trató de tranquilizarla poniéndose de pie también.
_Yo como tú quiero su bien y quiero lo mejor para él, aunque eso no implique que sea lo mejor para nosotros.
Ella lo miró con recelo. _no entendía, ¿qué le estaba proponiendo?
_Ambos podemos... sacrificarnos -dijo él. _Sin duda nos necesita a los dos.
El corazón de ella dio un vuelco, la tristeza la invadió, él estaba declarando que no la quería, que cualquier cosa que hiciera la hacía por su hijo, no por ella. Las lágrimas pugnaban por salir, pero no lo permitiría, no se rebajaría más, pero... ¿que esperaba?, ¿acaso él no vivía ya con otra mujer?, ¿con Karina?, ella misma se lo había hecho saber. Era por eso que él hablaba de sacrificarse, estaba dispuesto a renunciar a ella para estar con su hijo, aunque eso implicaba vivir también con ella.
La realidad la golpeó con todas sus fuerzas, pero no... No se dejaría vencer, ella también quería el bien de su hijo y si tenía que sacrificarse lo haría, pero no en este momento, aún no estaba preparada para convivir con él aunque esa convivencia no implicara una relación.
_No puedo. -dijo ella, _por
ahora no.
El rostro de él se desencajó, había jugado sus cartas y había perdido, no solo la había perdido a ella sino que a su hijo también, el juicio seguiría y lo más seguro era que ella recibiera la patria potestad.
Lo había perdido y en ese momento el decidió no pelear más, dejaría que las cosas siguieran su curso, no se defendería, después de todo su hijo estaría mejor con su madre, ¿qué vida podría darle el en medio de la Sierra... en medio de la nada? ¿La misma que le había dado su padre a él?, eso le aterraba, no, no lo condenaría a eso.
_ ¡Bien!-dijo por fin. _solo quiero decirte que te entiendo, no me meteré mas en tu vida ni en la de él, solo te pido poder verlo una vez más.
Ella asintió con un nudo en la garganta, quería gritarle que no se rindiera, que luchara, pero quizás en realidad no era tan grande el amor que decía tener por su hijo.
Cuando él se dirigió a la puerta para salir se volvió hacia ella y la miró.
_Me hubiera gustado que las cosas fueran diferentes. -dijo y salió.
Ella lo miró marcharse y se reprochó a sí misma por no haber hecho nada por detenerlo, lo amaba, nunca había dejado de amarlo y ver esa tristeza que reflejaban sus ojos al salir le conmovió hasta el alma pero ya no estaba, se había ido, ya no podía hacer nada.
Angustiada se dejó caer en un sillón y lloró, lloró como hacía mucho no lo hacía, era un llanto de dolor, de tristeza, de angustia por lo que ya no podría ser.
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FUE MI ERROR. No. 1️⃣ // SERIE HOMBRES DE LA SIERRA
RomanceSantiago no viviria lo suficiente para arrepentirse del grave error que había cometido con la única mujer que había amado en su vida, la pregunta era: ¿Ella lo perdonaría algun dia?. Elizabeth, una mujer sencilla, con un corazon tierno y amoroso se...