Había pasado cinco meses, casi seis desde que Santiago ingresara al hospital, tres de los cuales los había pasado internado y el resto entraba y salía a causa de las cirugías que aún precisaban realizarle, la mayoría reconstructivas, durante ese tiempo había estado viviendo en el departamento de Damián, aunque ya necesitaba una casa y había estado insistiendo a Damián para que agilizara los trámites para comprar una propia.
Damián se resistía porque a pesar de que Santiago ya podía valerse por sí solo, en algunos aspectos aún necesitaba ayuda, pero luego estaba la cuestión de Nicolás, Santiago había ordenado que lo trajeran a vivir con ellos para que pudiera reanudar sus estudios, algo que él aceptó con mucho entusiasmo y alegría, convirtiéndose en una gran compañía y ayuda para la recuperación de su tío, aunque el departamento les quedara chico.
Así que por ese lado sí urgía mudarse a un lugar más amplio, pero por otro lado estaban los constantes ataques de depresión que acechaban a Santiago y Damián temía que si estaba solo éstos se agudizarían.***
Elizabeth estaba sentada a la mesa contemplando su taza de café, sus pensamientos se encontraban tan lejanos, a miles de kilómetros de distancia.
Un leve toque a la puerta la sobresaltó, sabía de quien se trataba pues aunque parecía un hombre recio que imponía era el único que tocaba de esa manera, al menos en su casa.
_Sra. Elizabeth -saludó inclinando ligeramente su sombrero.
_Bruno, pasa. -le indicó el camino a la cocina. ¿Cómo has estado?, ¿gustas una taza de café?
El asintió y tomó asiento.
_ ¿cuándo llegaste? -preguntó ella.
_Esta mañana.
_ ¿Y cómo lo dejaste? -preguntó con expectativa.
_En realidad un poco tenso, recuperándose de su última cirugía de la pierna, parece ser que es la última, pero aún falta la del brazo que parece será también ya la última.***
Elizabeth se sentía cansada, estaba en una disyuntiva, quería que su hijo conviviera más con su padre, pero por las circunstancias era difícil, en éste tiempo había estado con él en cuatro ocasiones solamente y eso porque Damián se había ofrecido a llevarlo y traerlo, siempre dejándola a ella con la angustia de que no le fuera a pasar nada o de que a última hora Santiago decidiera no devolvérselo. Ella había decidido no buscarlo ni acercarse más a Santiago. Él ya había sido lo bastante claro al no permitirle ni siquiera verlo cuando salió del coma en el hospital, así que no le quedaba nada por hacer allá, aun así los días y meses que siguieron no dejaba de sentir esa angustia y preocupación por él, aunque estaba su incondicional Bruno, que siempre la mantenía informada de sus avances y retrocesos, de cierta forma Bruno también se había convertido para ella en alguien indispensable, así como lo era para Santiago.
Su dilema ahora era que Damián le pedía que fuera y llevara a Andrés consigo, ya que él no podía acudir por él y Bruno se encontraba demasiado ocupado atendiendo los asuntos del rancho de Santiago, además se le había informado de que la salud de Santiago estaba menguando principalmente debido a que sus ataques de depresión iban en aumento, y se habían percatado de que cuando Andrés estaba con él éstos disminuían o desaparecían.
Lo bueno era que se acercaban las vacaciones y Andrés dispondría de dos semanas para estar con su padre.***
Santiago se había mantenido ocupado cambiándose del departamento de Damián a su nueva casa, estaba exhausto pero contento, se sentía con un poco más de libertad, ya estaba cansado de permanecer en la ciudad, sin poder hacer nada anhelaba poder regresar a su rancho y dedicarse de nuevo a lo que le gustaba, deseaba sentirse de nuevo en total libertad y no estar sujeto al cúmulo de medicamentos que lo obligaban a tomar, ni a esas muletas que tenía que traer continuamente ni a ese vendaje que aún cubría su abdomen y le impedía total movimiento, tampoco se acostumbraba a esos continuos dolores de cabeza que lo atormentaban de improviso y que en ocasiones lo hacían perder el conocimiento de lo intenso que eran, el médico le había asegurado que irían disminuyendo con el tiempo, pero él no notaba cambio alguno. Había días en que éstos lo incapacitaban por completo y debía permanecer postrado en su cama, odiando cada segundo, cada hora que pasaba en ella porque le recordaba el infierno en que debía haber vivido su querida Elizabeth, ahora más que nunca la entendía y ahora más que nunca se sentía más lejos de ella, ¿cómo esperar un perdón de su parte después de lo que pasó por su culpa?, esos pensamientos lo sumían en la más oscura depresión de donde le era casi imposible salir, pero siempre estaban Damián y Nicolás que pese a lo testarudo que él era ellos lo sacaban adelante y luego estaba Andrés... su pequeño Andrés, cuando él estaba no había cabida para tristezas, él lo llenaba todo, y no podía más que agradecer a su amada Elizabeth que le permitiera ese tiempo con él.***
Hacía una semana que Elizabeth estaba en la ciudad en el departamento de Damián, una larga semana en la que su hijo pasaba prácticamente todo el día en la casa de Santiago, mientras ella buscaba como pasar el tiempo pues no tenía nada que hacer ya que Damián contaba con personal que le limpiaba el departamento cada tercer día, lo que sí había conseguido Elizabeth era que le permitiera cocinar, esto le había caído de maravilla a Damián pues estaba cansado se comer en la calle o en restaurantes, aunque fueran lujosos, nunca se compararía esa comida con la casera y menos con la de su pueblo.No te pierdas el siguiente capítulo: NUEVO COMIENZO.
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FUE MI ERROR. No. 1️⃣ // SERIE HOMBRES DE LA SIERRA
RomanceSantiago no viviria lo suficiente para arrepentirse del grave error que había cometido con la única mujer que había amado en su vida, la pregunta era: ¿Ella lo perdonaría algun dia?. Elizabeth, una mujer sencilla, con un corazon tierno y amoroso se...