XV Fuerzas

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Una intensa ola de sudor recorría mi pecho y mi cara, dejando la cama empapada. Sentí los ojos ardiendo y mi visión estaba borrosa. Un intenso dolor presionaba mi pecho y mi alma. Lloraba. Grité para intentar aliviar el dolor. El grito desgarró cada vena, arteria y tendón de mi cuerpo, haciendo salir dolorosamente mi dolor.

Sonó el timbre. Me limpie las lágrimas e intenté secarme el sudor. Abrí. Mi vecina estaba jadeando con cara de preocupación.

-¿Señora Jones? –Pregunté.

-¿Hijo, estas bien? –Exclamó con suma dificultad.

-S...si –Respondí, tartamudeando–; solo fue una pesadilla.

-¿Una pesadilla te hizo gritar así?

-Sí, pues... le seré honesto –Comenté resignado–. Perdí a mi madre hace poco y, bueno, soñé con eso. Su muerte.

-Oh –Fue lo único que dijo Elizabeth Jones–. Bueno, lamento tú perdida, Peter, pero no hay nada peor que enfrascarte en un doloroso pasado. Así no podrás ver glorioso presente o el intrigante futuro que te espera.

Luego de que la señora Jones se hubo ido, reflexioné un poco sobre como sobrellevar la situación.

-Supongo que la señora Jones es bastante más inteligente de lo que parece. Con todo y sus frases de Kung Fu Panda.

No pude evitar sonreír.

**

-"¿Eso vamos a hacer con la libreta, Light? ¿Reglas y advertencias?"

Las personas seguían llegando a la casa a darme sus condolencias. Supongo que la señora Jones no se guardó nada a nadie del edificio; ya habían venido Mia, su madre y Patricia, su amiga; también vino el vecino del 8-C, Fred Kennedy y su candente novia 15 años menor; la hija de la conserje, Sabrina, también había venido, con una caja de galletas hechas por su madre.

Me levanté de la cama luego de poner pausa a Death Note y abrí. Era Mia, de nuevo.

-Oye, Peter, Patricia quería saber si te gustaría salir con nosotras –Al final del pasillo se oían las negativas de Patricia.

-Pues... -Comencé, pero fui cortado por Mia.

-¡No aceptaré un no por respuesta, rubiecita!

-Pero...

-Vístete, te esperaremos aquí –Comentó cortante y cerró la puerta de golpe.

Anonadado a la vez que impresionado fui y tome la primera ropa de salir que vi en mi closet.

-Estas guapo, a que no, Patricia –Jugueteó Mia a su amiga que no pudo evitar ruborizarse hasta parecer un tomate. Patricia asintió rápidamente y se adelantó.

-Y bien –Dije– ¿Qué haremos?

-No lo sé –Contestó Mia, sonriendo–. Solo caminemos y veamos a donde nos lleva la noche.

No estaba totalmente seguro de lo que pasaría, pero supuse que no podría ser nada malo.

**

Llevábamos largo rato caminando por la Avenida Madison cuando Patricia se detuvo.

-¿Qué sucede? –Pregunté sin esperanzas de recibir respuesta.

Patricia se giró lentamente y me miró fijo con una mirada penetrante. Pensé que algo malo pasaba.

-Quiero... -Comenzó ella–, que caminemos juntos, tu y yo.

-Ehm... -Balbucee.

-Oh, miren, una tienda Zara –Exclamó Mia de pronto–. Iré a ver, no me esperen despiertos.

Cupido: El nacimiento de SunevDonde viven las historias. Descúbrelo ahora