XVIII ...Final

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El portal seguía abriéndose, intensificando la luz rojiza en todo el lugar. Sunev miraba desesperadamente al agujero y a lo que ferozmente salía de él. Una gran cabeza plana surgió de entre la luz; calva y de tono amarillenta, la cabeza salió más y dejó ver un par de ojos rojos inyectados en sangre.

-¡Goliat! –Exclamé, gratamente sorprendido. El ser, que había crecido desde nuestro último encuentro, termino de salir, dejando ver su nuevo y muy musculoso cuerpo.

-Eros amigo –Dijo él, arrastrando las palabras–. Yo ayudar. ¿Necesitar ayuda?

-¿Esta cosa? ¿No había traicionado a laCruz de Hierro? –Preguntó Sunev sorprendida por la repentina aparición de mi aliado.

-Goliat recapturado luego de huir –Respondió la criatura con los ojos tristes.

Sunev se acercó al gran hombre que miraba confundido la escena. Goliat levantó la mano en ademan de miedo. Sunev sonrió macabramente. Esta levantó la mano hacia Goliat que, a pesar de sus dos metros y medio de altura, se estremeció del miedo.

-Oye, malvada, déjalo en paz –Repliqué, mirando con seriedad a Sunev–. El chico es un ser puro.

-Ser puro mis polainas –Se burló la chica, golpeando a Goliat justo en la cara. La mirada del ser se tornó desesperada, asustada. Aunque Goliat ni se movió por el golpe de Sunev, se mostraba nervioso.

-Déjalo –Grité de nuevo, acercándome a Sunev y zarandeándola. La desquiciada solo se rio.

-Deseo, deseo –Murmuró ella, ahora si fuera de todos sus cabales.

Aferré con más fuerza los hombros de mi clon y fijé mis ojos en los de ella, intentando descifrar su estado actual: Sus grises ojos se mostraban secos, sin vida. El azul de mis ojos se reflejó en los suyos, convirtiéndolos en un tono hibrido. Goliat gimió en la esquina tras nosotros.

-Sigilo, sigilo –Volvió a murmurar Sunev. Su caso ya estaba perdido. Ya no había razón para intentar ayudarla. Ya no...

-... había oportunidad. Tu vida se perdió, Sunev, y ya no hay vuelta atrás. Tus fines eran malvados y eso acabó convirtiéndote en esto –La señalé de arriba abajo.

Sunev rio enseñando sus blancos dientes. Asintió en modo de respuesta sin parar de reír.

-Deseoso de volver... volver a tus falsos cabales. Retomar tu deseo. Tu vida torcida. Tus amigos torcidos y tus retorcidas costumbres –Sunev se dejó caer, riendo, cambiando de pronto a un intenso llanto. La aterradora aura que emanaba la chica se desvaneció lentamente. Goliat se levantó lentamente de la esquina y se acercó a nosotros, con cara seria y ojos llorosos.

-Yo encargarme –Aclaró la criatura, levantando a Sunev en brazos.

-Oye, Goliat, ¿Cómo nos vamos de aquí? –Pregunté sin despegar la mirada de Sunev, que aún lloraba intensamente en los brazos de mi compañero.

-No saber. Goliat pensar que tu saber.

No teníamos opciones. Ni siquiera sabía cómo había llegado. Solo recuerdo la sensación de vacío y las luces que me rodearon. La mirada de Goliat se tornó seria y confusa, mientras Sunev aún se retorcía. Un grito irrumpió el lugar, haciendo que me tapara los oídos. Goliat dejo caer a Sunev para hacer lo mismo. Sunev aun lloraba.

Una gran sombra pasó volando por sobre nosotros. Su sombra embadurnó cada centímetro del espacio que nos rodeaba a Goliat y a mí. Una intensa luz impedía que reconociera a la figura. El grito sonó de nuevo, haciendo que Sunev dejara el llanto y comenzara a retorcerse, gritando.

Cupido: El nacimiento de SunevDonde viven las historias. Descúbrelo ahora