El parque de Arrecifes estaba lleno con los niños que llegaban a jugar cuando bajaba el Sol. Unos se aglomeraban en la escalera del tobogán para ser los primeros en lanzarse, otros recorrían el pasamanos. Los más pequeños jugaban con la arena... Entonces me acordé de ti...
(Cómo sería de feliz ahora si estuviera jugando contigo ahí, hijo mío, si pudiera acariciarte y responderte todas tus preguntas, si cada día te acompañara a crecer y te entregara ese amor de madre que mi mamá no me dio nunca... Pero ¿seré capaz de dar lo que jamás he recibido?)
Acurrucado en la arenera, con una pala en la mano, un hombre de sombrero alón le ayudaba al niño que parecía tener un poco más de un año a llenar su balde con arena... Era Miguel Sierra, ese campesino con cara de sabio que vi en el mercado y que, cuando le dije que estaba buscando a Milena, me aconsejó consultar a una pitonisa que se llamaba Regina y vivía cerca del río.
Yonbairon había dicho que dormiría la siesta en el hotel y el padre Darío había comentado que quería visitar a un enfermo que quería confesarse. Pensé que se me presentaba entonces una buena oportunidad para salir a buscar a la pitonisa y, sin testigos, preguntarle por la suerte de Milena y de la niña y averiguarle por mi futuro.Me acerqué a Miguel Sierra... No me reconoció. Sólo se acordó de mí cuando le dije que yo era la que estaba averiguando por una hermana desaparecida... Le recordé que él me había aconsejado que buscara a una adivina que habitaba junto al río y le pedí que, si no tenía inconveniente, me acompañara para indicarme dónde vivía.
El hombre se interesó en colaborarme y dijo que debíamos darnos prisa porque ella sólo leía la tinta apenas se ocultaba el Sol, lo cual ocurría, en esa época del año, unos cinco minutos antes de las seis de la tarde.
Disponíamos de cuarenta y cinco minutos para llegar... Miguel Sierra alzó al niño y se lo acaballó en la nuca. Él empezó a correr y el niño a reirse. Le pedí que me permitiera ayudarle a cargarlo.
-No se va con cualquiera -dijo-. Sólo se deja alzar de la mamá que es mi hija y de mí que soy su abuelo.
Sentí nostalgia... El hombre se cansó de correr pero terminó caminando tan rápido como pudo, siempre con el nieto feliz acaballado sobre la nuca. Lo seguí. Me sentía inquieta, temerosa de enfrentar el futuro...
A las seis menos cuarto llegamos a donde vivía la vidente. Era una mansión localizada entre una arboleda de mangos, aguacates, nísperos y tamarindos, que tenía un sendero que conducía al río y otro que llevaba a la puerta principal. La casa era enorme, de tres pisos escalonados, con balcones de trinitarias florecidas en fucsia y blanco y las terrazas tenían columnas doradas.
-Esta casa tan lujosa de quién es? - indagué.
-Es de doña Regina. Se la regaló un patrón agradeciedo porque ella adivinó quienes habían asesinado a su hija y dónde la habían enterrado - contestó Miguel Sierra.
Le pregunté cómo se llamaba el patrón.
-Le dicen Don Corcho. Mileidi - respondió -. Él y don Guastavo Santodomingo tienen fama de ser los más ricos de la zona. Son dueños de toda la tierra y de todo el ganado que hay desde aquí hasta el departamento de Pueblo Nuevo. Más adelante comienza una carretera que ellos contruyeron por entre sus propiedades y llega hasta el mar... Ambos han ido limpiando la región de simpatizantes de la guerrilla: mandan a sus gentes a que vayan a las casas por las noches, maten a los hombres, saquien a las mujeres y a los niños, se apoderen de las tierras y hagan que se las escrituren a ellos... Aquí sólo quedamos vivos los que les pagamos impuestos a Don Corcho y a don Gustavo - explicó Miguel -. A los choferes les cobran mil pesos diarios, a los campesinos nos hacen pagar quinientos, a los dueñoas de restaurantes les cobran diez mil, los propietarios de fincas tienen que pagarles cincuenta mil por hectárea y así sucesivamente... Por eso se hab enriquecido tanto... Sin embargo, hay que reconocer que han tranquilizado la zona. Aquí no había vuelto a pasar nada... Hacía dos años que la guerrilla no aparecía. Pero seguramente los patrones se descuidaron porque la semana pasado entraron los de las FAP, se tomaron el cuartel y mataron a un montón de policías.
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Amor Enemigo
RomanceUn corazón roto sobre una tela de camuflaje. Símbolo de una pasión imposible, a lo Romeo y Julieta, en la Colombia de ayer. Una guerrillera y un paramilitar, una pareja de muchachos sin presente y sin esperanza, son los protagonistas de esta dramáti...