Capítulo 1

23.1K 1.1K 236
                                    

Andrea

Siento dos cuerpos abalanzarse sobre mí, y creo que aún debo estar soñando, cuando de repente se escuchan dos voces.

—¡Buenos díaaaaaas! ―suenan al unísono las voces de mis hermanos. Abro los ojos un poco aturdida, intentando comprender a qué se debía este escándalo por la mañana―. Es hora de levantarse princesita.

Hago como si no les hubiese escuchado y tras cerrar los ojos nuevamente, me meto bajo las sábanas para continuar durmiendo.

―Como quieras, luego no te pongas histérica cuando vengan tus amigas y no estés preparada ―escucho decir a Lucas, mi hermano mayor, antes de salir de mi habitación.

Abro los ojos de golpe y salgo de un salto de la cama, encontrándome con la divertida cara de mi hermano pequeño Samuel.

―¿Hoy es el gran día? ―le pregunto, con una sonrisa de oreja a oreja.

―¿Te refieres a ese día que nos llevas repitiendo constantemente a todos a lo largo de esta semana? ―arquea una ceja.

Sonrío, hoy es el primer día de vacaciones.

―¡No me lo puedo creer! Pensaba que este día no iba a llegar nunca ―le digo, acercándome a darle un abrazo, estaba contenta y la ocasión lo merecía.

—Créeme, no sé quién lo deseaba más, tú para irte dos meses con tus amigas, o nosotros para que te calles y dejes de repetirlo cada cinco minutos ―se ríe él, correspondiendo mi abrazo.

―¡Eres un exagerado enano! No lo repetía cada cinco minutos ―le digo revolviéndole el pelo, antes de caminar hacia la puerta.

―Es verdad, perdona, cada dos o tres minutos ―se burla sacándome la lengua.

―¡Dejad de pelearos, y bajad a desayunar! ―escuchamos decir a mamá desde abajo.

―¡Dile al enano que deje de ser un exagerado! ― digo yo saliendo de mi cuarto, con mi hermano siguiéndome detrás.

―¡Dile a ella que no sea una dramática! ―contesta él, mientras llegamos a la cocina.

―Sois unos infantiles ―nos dice Lucas, observándonos a ambos.

―Oh perdona, señor viejo aburrido ―comento rodando los ojos.

―Que daño le ha hecho lo de estar a punto de cumplir veinte años ―corrobora Samuel.

―Y tú que tienes quince a ver si espabilas, niño rata ―le responde Lucas.

Ignoro a mis hermanos mientras siguen discutiendo y me acerco a saludar a mis padres.

―Buenos días a los mejores padres del mundo mundial ―les digo, dándoles dos besos a cada uno antes de sentarme en mi sitio.

Veo cómo ambos se miran entre ellos y ruedan los ojos ante mi exageración.

—Si no supiera que ese buen humor es por el viaje de fin de curso pensaría que se ha metido en algún lío —dice mamá, que me pega un rápido repaso antes de volver su vista a la revista que está leyendo.

—Eso o que quiere dinero —añade papá, guiñándome un ojo antes de darle un sorbo al café.

Mi madre es uno de mis pilares fundamentales. Es una mujer muy perseverante, trabajadora y tiene mucho carisma. Quizá peca por ser una persona demasiado perfeccionista y por su cabezonería, pero es esencial en mi vida.

Mi padre es mi mayor confidente. Su forma de ser es opuesta a la de mi madre. Es despistado, aventurero y bastante asocial. Le gusta mucho estar solo y ser independiente.

Atrévete ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora