Capítulo 41

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Andrea

Si algo he aprendido a lo largo de estos años es que la vida es una sucesión de idas y venidas, una montaña rusa emocional. Tan pronto estás en la cima sintiéndote imparable, como te das de bruces contra el suelo volviendo a la realidad.

Después de la competición volvimos a Madrid y estuve llorando tres días seguidos. Todo lo que no había llorado en la ruptura, lo que me había negado a mí misma por orgullo, lo saqué en ese momento.

Mi familia estaba preocupada, incluso Samuel dejó de hacerme bromas por miedo a que me echase a llorar. En vez de eso, se dedicó a venir a mi habitación a tumbarse conmigo y contarme cotilleos del instituto para distraerme. Su presencia también ha servido para evitar que cometa el error de releer la conversación con Pablo, mentiría si dijera que no he sentido el impulso de hacerlo. He pasado también la fase de creer que la solución a mis problemas era borrar la conversación y su contacto, pero en realidad no quería hacerlo, así que el chat está en archivados.

Un consejo, no releáis conversaciones antiguas ni los mensajes destacados si no queréis salir perjudicados.

Al tercer día Lucas entró en mi habitación, subió la persiana, abrió las ventanas y me miró con seriedad.

—No puedes seguir así, Andrea —me dijo, parado de pie frente a mi cama—. Necesitas salir, distraerte para mantener la mente ocupada y aprender a estar sola. Tu prioridad eres tú misma. 

Sabía que tenía razón, en algún momento debía salir de la cama y seguir con mi vida. Lo que nadie entendía era lo que supuso para mí ver a Pablo, su presencia, su voz, todo él me trajo tantos recuerdos que asumir que todo se había acabado después de nuestro "enfrentamiento" hizo que volviese a deprimirme.

He estado pensando en lo que me dijo y tiene su parte de razón.

No tuve en cuenta sus sentimientos y tampoco le di la oportunidad de explicarse. Leí sus mensajes,  pero no me los tomé en serio porque en aquel momento estaba dolida y no veía más allá de mí. Tampoco le di la posibilidad a David o a Javi para contarme sus versiones porque estaba dolida después de ver esa foto.

Y me jode

Al final los dos hemos sido marionetas de Rubén, ha jugado con nosotros como ha querido y nos hemos dejado.

Yo lo he permitido porque decidí creer a Álex.

Otra cosa en la que coincidía con él es que era imposible hacer como si nada hubiera pasado, con esa brecha entre nosotros ya no teníamos futuro.

Ya han pasado dos meses de aquel encuentro. Hoy es uno de esos días en los que siento que estoy remontando, cada uno supera las cosas a su ritmo y yo siento que estoy mejorando. Me siento muy bien, aunque eso no significa que no me den bajones de vez en cuando.

Pero ese sentimiento no dura mucho porque recibo una llamada de mi padre diciendo que vaya cuanto antes al hospital. Mi abuela vuelve a estar ingresada y esta vez el pronóstico no es tan positivo como el anterior, los médicos creen que no saldrá de esta.

En cuanto salgo de shock y reacciono llamo a un taxi. De camino pienso en todos los recuerdos que tengo de ella, cuando iba a comer a su casa los miércoles al salir del instituto o las tardes de domingo en las que me ofrecía sus galletas caseras.

Los abuelos desprenden un amor tan puro, deberían ser eternos...

Mi abuela se ha debilitado durante los últimos años, siempre ha sido muy propensa a tener problemas de salud, pero con la edad se han acentuado. Con la visita al hospital siento que vuelvo a retroceder en el tiempo. Vuelvo a estar decaída, triste y mi tiempo libre lo dedico a estar con mi abuela.

Atrévete ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora