Capítulo 29

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Andrea

Volver a Valencia es sinónimo de recuperar la tranquilidad de nuestro piso.

Mentiría si dijera que no echo de menos a mi mayor confidente de este viaje. Dormir sola ya no me gusta, especialmente cuando he pasado la última semana compartiendo cama con Pablo.

Ahora vuelvo a tener la cama entera para mí, y aunque no dormíamos abrazados porque nos dábamos un calor tremendo, sonreía como una tonta al estirar el brazo y comprobar que estaba durmiendo a mi lado.

Pablo: te acabas de ir y ya te echo de menos :(

quién me va robar la sábana ahora? y a quién le voy a arrebatar la almohada?

Sonrío al móvil en cuanto leo sus mensajes.

Yo: qué bonita declaración de amor

Pablo: has visto? te quejarás...

De lo único que me quejo es de lo mucho que lo echo de menos.

¿Qué me está pasando? Ya ni me reconozco

―Esto es vida ―la voz de Val me devuelve a la realidad—. Como he echado de menos nuestro pisito de solteras —murmura, estirándose en el sofá.

Niego con la cabeza divertida, aunque mi amiga jamás lo reconocerá en voz alta yo sé que echa de menos su tira y afloja con David.

―Yo echo de menos a los chicos ―contesta Pau, haciendo un puchero mientras se sienta en uno de los sillones.

―Tú echas de menos a uno en concreto ―interviene Sofía―. Y Andrea también —añade, mirándome con picardía.

―Puedo estar sin ver a Pablo unas horas, eh. Tampoco me voy a morir―bromeo, rodando los ojos.

Sofía y Valeria no han parado de repetirnos que los chicos nos habían transformado, que nuestras nuevas versiones no saben hacer nada sin ellos.

Y es una mentira como una catedral

Me gusta mucho compartir mi tiempo con Pablo, pero tampoco lo necesito para vivir. He aprendido a ser independiente y me gusta que él salga con sus amigos al igual que yo lo hago con mis amigas.

―Entonces aclaradme cómo están las cosas ―pide Val, repentinamente interesada en el tema―. ¿Ya sois pareja oficial o cómo va la cosa? —añade, mientras se adentra en la cocina y regresa con un helado.

Paula me mira y yo le hago un ademán para que conteste ella primero.

―Rubén y yo sí ―confirma Pau—. Ya sabéis que a mí me gusta la vida de pareja, no valgo para los rollos de una noche, ese estilo de vida no van conmigo. Así que lo estuvimos hablando antes de que acabase el festival y decidimos intentarlo a ver que tal —nos cuenta alegremente.

La manera en que le brillan los ojos reflejando lo ilusionada que está me pone muy contenta. Después del mal trago que pasó con su ex, se merece lo mejor, y si Rubén le hace feliz nosotras no tenemos nada más que decir.

―Me alegra que estés feliz, rubia ―le dice Sofía, aunque sus palabras no parecen del todo sinceras.

—A ver, suéltalo —le pide Pau, que ha captado rápidamente que hay algo raro.

Sofi parece sorprendida por la contestación.

—¿El qué? —pregunta desconcertada.

—Sé que te preocupa la distancia —contesta la rubia—, pero Rubén y yo no tenemos problema con eso...

Atrévete ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora