Atrévete Conmigo

Capítulo 2

Las chicas y yo pasamos la mañana hablando de nuestra vida, riéndonos de anécdotas e historias que nos han pasado y cotilleando sobre la gente.

―¡Llevamos tres horas en el coche y no me puedo creer aún que estemos de camino a Valencia, chicas! ―exclama Paula, sonriente.

Es rubia, lleva una melena corta que apenas le llega por encima de los hombros y tiene los ojos color miel. La verdad es una chica encantadora y por suerte una de mis mejores amigas.

―Pues créetelo porque tengo el presentimiento de que va a ser muy emocionante —esbozo una amplia sonrisa, girándome a mirarla desde el asiento de copiloto.

―¡No te jode! Como se nota que eres la que más liga del grupo, jodida ―se queja Sofía uniéndose a la conversación.

Sofi es pelirroja, con pequitas repartidas por toda la cara y unos grandes ojos verdes. Siempre suelen echarle menos edad por su cara de niña, pero en realidad es la más madura de las cuatro. Mi amiga no solo es un encanto sino también la más graciosa del grupo, siempre sonríe y nos anima a todas.

Suelto un gritito de indignación.

―¡Yo no soy la que más liga! Esa es Val ―me quejo.

Valeria, sin apartar la vista de la carretera ya que es la que conduce, niega con la cabeza antes de soltar una carcajada.

―Eso es mentira ―niega rápidamente.

Es verdad, hacedme caso.

Valeria físicamente es una chica muy atractiva, siempre le digo que tiene futuro como modelo. Es alta, de ojos verdes al igual que Sofía y pelo rubio como Paula. Pero eso no es todo, personalmente es la mejor amiga que una podría desear.

La cuarta integrante soy yo, que no me considero nada fuera de lo normal. Tengo una estatura media, ojos azules y soy la única morena del grupo.

―Eres tú y lo sabes ―concuerda Paula, mirándome.

Ruedo los ojos ante su insistencia.

―Qué pesadas sois ―murmuro.

―Te hemos oído ―ríen ellas.

Niego con la cabeza mientras vuelvo a colocarme bien en mi asiento.

Estas chicas no tienen remedio.

Tras una hora de viaje Paula se duerme y Sofía decide ponerse sus cascos ya que hemos bajado el volumen de la música del coche. Valeria mira algo con el ceño fruncido y susurra algo que no logro entender.

―¿Pasa algo, Val? ―pregunto, al ver su expresión fruncida.

―Nada importante, simplemente tenemos que parar en una gasolinera ―me responde, yo asiento.

Tras quince minutos nos desviamos de la autopista para ir a la gasolinera. Val para el coche y antes de bajarme del coche aviso a Sofía para que no se preocupe y se quede con Paula, que sigue dormida. Mi amiga asiente y vuelve a colocarse el casco que se había quitado.

Bajo del coche y cierro con la máxima suavidad posible.

Veo a Valeria hablando animadamente con otro chico que está echando gasolina y como no quiero interrumpirles le hago un leve gesto indicando que voy a entrar en la estación de servicio. Voy a la zona donde están las chocolatinas y los chicles para elegir algo.

Fuera se escucha el sonido del moto de un coche y giro levemente la cabeza cuanto Val se une a mí.

―Aquí todo es carísimo ―ruedo los ojos al ver los precios tan altos.