Cpítulo 12-La ciudad

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Y como no discutiendo llegamos a la ciudad, al menos así el tiempo pasaba mucho más rápido.

Era la primera vez que voy a una gran ciudad, siempre he vivido en esa caravana en el bosque o antes de morir mis padres en una casa también en el bosque, vamos lo que se solía llamar “casita de campo”. La verdad que siempre me he quejado de donde he vivido pero ahora que lo pienso vivir donde lo he hecho ha sido mucho mejor porque el paisaje de la ciudad era mucho más desolador que el del bosque; los edificios estaban completamente destruidos, solo quedaban algunos bajitos en pie o la mitad de los más altos a los cuales se le veían las vigas, un puente que debía atravesar lo que debió ser un río es ahora un motón de escombros que algunos cuelgan sobre un acantilado humedecido y resbaladizo que parece un vertedero en vez de un río, carteles publicitarios tirados por todas partes y algunos algo más modernos aún están colgando de unos finos cables que antiguamente les debía proporcionar la electricidad para que el estúpido anuncio se proyectara y desde cualquier punto de la ciudad se pudiera escuchar; coches, motos, camiones y autobuses dispersos por todos lados, incluso por encima de los edificios, la gran mayoría habían dejado una gran hondonada en el asfalto al caer (porque lo que se llevaba en esa época eran los vehículos voladores controlados por voz que la gran mayoría no funcionaban con gasolina si no con energía solar o electricidad para ser respetuosos con la naturaleza), los semáforos que deberían estar suspendidos en el aire también habían caído junto con las farolas voladoras colocadas para los vehículos pudieran ver durante la noche y las farolas de tierra estaban completamente caídas o aplastadas por cualquier tipo de escombro o vehículo; “sep” más deprimente no pude ser.

-Por aquí podemos pasar con tranquilidad, no suelen venir mucho los Flaps de las Sombras-

-“Sep”, les comprendo, esto no puede ser más siniestro- dije mirando hacia un cartel que le faltaba la mitad y solo se podía leer “-idos a   -ke”.

-¿No me digas “Hello Kitty” que esto te asusta?- preguntó con chulería aunque cada vez se le oía un poco más asfixiado.

-Sí, me da pánico estar en una ciudad sin un alma vaya a ser que venga Freddy Krueger y me destripe con su afilada garra- bromeé poniendo tono siniestro.

-Pues al menos esta vez no se lo puedo permitir que tengo que pagar mis deudas así que, Freddy si estas por aquí a la “rosadita” por muy mal que me caiga no se le puede tocar ni un pelo- bromeó él también.

Y como a modo de respuesta cayó parte un semáforo que debía estar colgando del algún edificio y nos pegó el susto del día, sí y digo “nos” que Zulay no gritaría pero el susto se lo llevo aunque no me extraña que con el estruendo que hizo al caer.

-“Hello Kitty” gritas como una rata- dijo tratando de simular que no se asustó.

-Cállate que tú también te has asustado pero no te preocupes que no le voy a contar a nadie que “el valiente Zulay” se ha asustado de un simple semáforo al caer- bromeé.

-Tranquila que yo tampoco se lo voy a contar a nadie, no quiero que piensen que voy por ahí con una cobarde- bromeó.

-Bien, ahora que hemos decidido mantener este “oscuro secreto” oculto ¿me guías a la farmacia?-

-Espera, espera, espera ¿tú creías que yo sé dónde está la farmacia?- preguntó algo confuso.

Y “of course” la respuesta era que sí, vamos lo voy a tener que saber yo o sea, yo diría que sería lo normal.

-“Pos” yo creía que eras tú quien lo sabía, vamos que yo he estao’ por aquí pero nunca buscando una farmacia ni nada parecido-

-A ver ¿entonces de dónde has sacado todos estos años el inhalador?- le pregunté bastante perdida y extrañada.

Un mundo en ruinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora