Al día siguiente, sobre el medio día oí unos golpes que venían de la habitación donde estaba el Flap que probablemente estaría intentando de liberarse.
-Con que ya estás despierto- le dije entrando en la habitación.
-¡Oh! Perfecto vine a parar en la casa de una “rosadita”- y me miró de arriba abajo.
-Y yo he ayudado a un imbécil-
-¡Eh, tranquilízate “Hello Kitty”! Que no nos conocemos para que estés convencida de eso- me dijo con chulería.
-No hace falta para darse cuenta o ¿me dirás que combinar humo y asma es buena idea?-
-¡¿Y algún problema con eso de que tenga asma?!- Eso sí que le había molestado y por una parte lo entiendo, la Atmósfera está bastante contaminada y tener asma es un gran problema, normalmente todos los críos con asma mueren a temprana edad y los pocos que llegan a adultos casi no salen a la calle aunque mirándole a él debe ser una rara excepción… -Para mí no, el problema es tuyo- le contesté con autoridad.
-“Sep” puede… pero lo tuyo es mucho peor, me refiero a lo de ser una cotilla que por cierto está muy feo- contestó con la misma chulería de antes.
-Mejor cotilla que ladrona ¿no crees?-
-No te cortas ni un pelo por lo que veo, todo lo tienes que curiosear- dijo picaresco.
Y como no le tuve que preguntar que a quién le había robado toda esa comida y el tío se pensará que soy estúpida o algo así porque me contestó que fue al Teniente General Kress, un puro farol nadie esta tan loco como para hacer eso.
-¡Oh venga ya! No soy imbécil, sé perfectamente que a él no habrá sido, nadie está tan loco como para robar a la mano derecha de Isótopo- le dije enfadada.
-Pues te equivocas, yo soy el único loco como tú dices que se atreve robarle y además bastante a menudo que me encanta oírle como grita rabioso mi nombre siempre que lo dejo a él y a su ejército personal en ridículo- contó orgulloso intentando de impresionarme.
-Te lo tienes muy creído para lo mal que te salen los robos- le dije desinteresada.
-Supongo que lo dices por mis cicatrices ¿me equivoco? Pues aunque no son asunto tuyo casi ninguna me la he hecho en los robos-
Esa última frase captó mi atención y no pude evitar preguntarle que cómo se las había hecho pero cambió su actitud por completo y no me quiso contestar, aquí todo el mundo tiene algo del cual no le gusta hablar así que no insistí más aunque la verdad me moría de ganas por saberlo.
-Antes de que se me olvide ¿Cómo te llamas, “Hello Kitty”?- soltó de repente sin venir al tema.
-¿Y a ti qué? Dentro de un par de días te irás y no nos volveremos a ver las caras- contesté porque no me fiaba ni un pelo de él.
-En eso te vuelves a equivocar, seré ladrón pero soy agradecido y ahora te debo una así que contéstame porque si no te llamaré como me venga en gana- dijo con esa chulería que derrochaba.
-¡Uugghh! Está bien…
Soy Tiaret y la forma de agradecérmelo podría ser yéndote y que no te vuelva a ver en la vida, que no aguanto a la gente como tú- le contesté con autoridad.
-Eso lo dices ahora pero dentro de una semana estarás loquita por mí y jamás te podrás sacar mi nombre de la cabeza, que por cierto es Zulay- dijo mirándome por 1ª vez a los ojos.
Vale, en ese momento me quede un plan “Perdona ¡¿De qué vas tío?!” o sea, primero vas de chulo metiéndote conmigo por ser una humana y ahora me suelta eso, aparte del balazo le darían un golpe en la cabeza porque más imbécil no cabe.
-¿Zulay? Intentaré acordarme, pero para tu información “loquita por ti” no me hagas reír si con suerte no olvidaré tu nombre- contesté yo también con chulería.
-Bueno, puede que sí, tienes pinta de ser bastante terca así que pongamos una semana, tres días, cinco horas y veinte minutos. Eso sí, me da igual lo que luego digas, a mí me gustan las rubias- contestó con toda la chulería del mundo y encima convencido de lo que decía.
¡Será capullo! Que creidito se lo tiene, vamos se cree irresistible y no me extraña que le gusten las rubias si más del 95% son pendejas, en ese aspecto es listo y to’.
-Ni en una semana, ni en cuatro, ni en 2 años ¡En la vida! Que se te meta en la cabeza- dije algo enfadada.
-Vale, pues hagamos una apuesta, si no estás loquita por mí, que lo estarás, en una semana, tres días, cinco horas y veinte minutos seré tu criado durante un mes, en cambio si pierdes, tú serás mi criada durante un mes- y tendió su mano izquierda (que era la mano que tenía libre) para cerrar el trato.
Y por supuesto “we shake hands”, la apuesta más fácil de ganar de toda mi vida, estaba deseando de ver como se tragaba sus propias palabras. Justo antes de que me soltara la mano me percaté de algo…
-Devuélveme la pulsera- le dije al soltándole la mano.
-Pero ¿Cómo te has dado cuenta tan rápido?- me preguntó bastante sorprendido.
-Eres un ladrón, ya me esperaba algo así, además he sentido como la deslizabas hacia abajo- y puse la mano para que me la diera.
-Como quieras, total no vale nada- respondió con chulería y me la entregó.
-Mira tú lo que ha ido a descubrirme, ya lo sabía, idiota- dije muy enfadada.
-¡Eh, tranquilita, que nos vamos a ver mucho las caras como para llevarnos mal desde el primer momento!-
-Tú lo que quieres es ganar la apuesta, que sé muy bien como te las gastas- contesté algo más tranquila porque me di cuenta que no valía la pena perder los nervios con él.
-¿Yo querer ganar? No me hagas reír que me duele ¡Sé que voy a ganar! Pero vamos a ver si me tienes tan calado como dices- dijo con esa chulería tan común en él.
-Como quieras aunque hay verdades que… (En ese momento sus palabras “No me hagas reír que me duele” resonaron en mi cabeza)
¡Espera! ¡¿Has dicho que te duele al reír?!- y me acerqué a la puerta.
-Sí y ¿qué?- dijo extrañado.
-¡Mierda! Se está infectando…- dije saliendo con decisión de la habitación. A los pocos minutos volví a entrar con vendas, algunas medicinas y las llaves de las esposas, no podía limpiarle la herida si estaba maniatado así que tuve que arriesgarme a soltarlo.
Al contrario de lo que esperaba no hizo ninguna tontería, parecía que cumplía su palabra aunque no tuviera mucho valor.
Bueno mejor así, que me fue más fácil curarle.
-Esto te va a escocer- dije antes de ponerle un ungüento que hacía yo misma.
-Aaarrhh… ¿Quién te ha enseñado medicina? Porque está claro que sabes perfectamente lo que haces- preguntó curioso mientras le ponía el ungüento.
-Me enseñó mi madre, la misma que me regaló la pulsera que hace un rato me intestaste robar- le dije empezando a vendarle.
Ya no contestó y se quedó callado hasta que acabé.
-¿No me pones las esposas?- preguntó cuando ya me iba.
-Me voy a fiar de tu palabra que además así descansarás mejor, que mañana te voy a decir cómo me puedes agradecer que te haya salvado la vida- contesté muy segura.
-Ten cuidado, Tiaret, no te vayas a confiar demasiado- dijo con ese tonito de chulería habitual.
-No lo hago, no te preocupes. Y deja las 4 monedas otra vez en la mesilla- dije con el mismo tono que él.
-¿Pero cómo te puedes dar cuenta?- y las puso en su sitio.
-Me fijo en los detalles y no fio ni de mi sombra, así es como lo hago. Y ahora duérmete, te vendrá bien descansar- salí de la habitación y cerré la puerta antes de que contestara algo.
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Un mundo en ruinas
Science FictionImagina un mundo sin instituto, sin padres, sin responsabilidades y sin absurdas tareas extraescolares; supongo que se te habrá dibujado una sonrisa en la cara. Ahora bien, a ese mundo que supuestamente es tan maravilloso, añádele el hecho de no te...