Sam Craske

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FELIZ CUMPLEAÑOS A LA HERMOSA Y SIEMPRE TALENTOSA LEIGH-ANNE! <3

Eran las cuatro y media de la mañana según los dígitos de la alarma de la mesita de noche. Jade se dio la vuelta en la cama y miró a Perrie en la oscuridad.

Habían pasado cinco días desde que ella le dijera que no discutían lo suficiente, algo con lo que no estaba de acuerdo, y se iba a Minnesota esa mañana. Iba a ser un día largo y debería estar durmiendo, pero se había despertado a las tres y se había desvelado. Su mente no dejaba de trabajar.

Perrie dormía a su lado y en la penumbra distinguió las familiares formas de su cuerpo bajo el grueso edredón.

«Las cosas mejorarán después de la operación y de que decida qué hacer con la casa», se dijo.

Quería buscar otro trabajo. Uno que encajara mejor con la vida que llevaban y que querían.

Alexa la llamaba mamá y las niñas empezaban a actuar como hermanas, a veces parecía que podían leerse el pensamiento. Pero en su corazón, Jade estaba convencida de que aquello no era suficiente. Tenía necesidad de algo más, un vacío que no sabía cómo llenar.

Sin saber por qué, le vino a la memoria un momento en su relación con Sam, la noche que le pidió que se casara con ella.

"Nos queremos "le dijo él.

Ella se quedó extasiada por la felicidad. Encantada de que él lo asumiera así y estuviera dispuesto a declararlo en voz alta.

"Deberíamos casarnos "añadió entonces Sam.

Hacía años que no pensaba en ese momento de su vida. Entonces, al revisarlo, escuchó las palabras desde una perspectiva diferente.

Nunca le pidió que se casara con ella ni le dijo que la quería, esperando la respuesta de su amada. Él simplemente había hecho una declaración en nombre de los dos, sin lugar a dudas en su cabeza.

"Nos queremos."

Pero no le preguntó sí quería casarse, sólo le dijo que deberían hacerlo.

Y aunque ella hubiera tenido el suficiente sentido común para decirle que se equivocaba, nunca lo habría hecho, no habría reunido el valor suficiente. Porque, entonces, por alguna oscura razón, necesitaba la determinación y la autoridad que Sam trasmitía. La verdad era que ella sólo tenía veintiún años. Estaba en la universidad y se sentía como una adulta. Su padre había muerto un año antes pero ya hacía ya otros seis que no sabía nada de él.

Los recuerdos la afectaron tanto que comenzó a faltarle el aliento. Tenía un dolor en el pecho.

No sabía por qué se había puesto a pensar en eso, porque casi siempre evitaba rememorar su adolescencia y a su padre.

Perrie seguía dormida. Su respiración era pesada, rítmica y apaciguadora. Siempre dormía de lado o boca abajo y nunca roncaba. Se acercó más a ella, necesitaba sentir su cuerpo. Reconocía que la atracción física que sentían era la parte más fuerte de su relación. Quizá hubiera sido mejor que no fuera así, ese lugar prioritario debería ocuparlo su compromiso por el bienestar de las niñas. Pero en lo que respectaba a las hijas, aún tenían barreras insalvables.

Muy a su pesar, sabía que parte de esas barreras las ponía ella. Aunque le encantaba ver cómo Alexa y Amelia se estaban acercando y creciendo juntas, en su interior aún tenía temores.

Quería a Alexa pero al mismo tiempo intentaba mantener las distancias con ella. No intentaba sacar tiempo para estar más con la niña. Era muy consciente, dolorosamente, de que el amor la hacía vulnerable. Y lo mismo le pasaría si se enamoraba de Perrie. O incluso peor.

Deslizó su mano bajo el edredón hasta la cadera de Perrie. Se sentía segura al tocarla. Y se sentía bien. Se acurrucó aún más cerca de él, colocando sus rodillas en el hueco que dejaban las de ella y acercando su pecho a la espalda de Perrie. Ella sólo llevaba sus pantalones de pijama y una blusa de tirantes se amoldaba perfectamente a sus pechos. Jade dejó que la mano cayera sobre uno de ellos. La deseaba.

Y sabía por qué. Porque cuando hacían el amor era cuando más cercanos estaban y aquel día ella iba a volver al lugar donde había dejado su vida anterior, una vida sin ella. Un sitio del que salió en contra de su voluntad, y no sabía qué sentiría al volver a Columbus una semana después.

Jade había despertado a Perrie para que hicieran el amor.

Poco a poco comenzó a salir del pesado sueño en que se encontraba, apenas consciente de lo que pasaba. Primero notó el cuerpo cálido e inerte de Jade tras ella. Cuando su entrepierna comenzó a reaccionar y humedecerse, ella estaba aún más dormida que despierta. Pero entonces ella comenzó a mover los dedos. Empezó a acariciarlo despacio y con suavidad. Y los nervios de su abdomen, pecho, cadera y muslos comenzaron a despertarse y estremecerse bajo la mano de Jade. Quería más. Su cuerpo estaba ya completamente despierto pero siguió haciéndose la dormida. Se sentía como un mirona. Era absurdo porque estaba en su propia cama, con su mujer y con los ojos cerrados. Pero así se sentía. Porque si ella pensaba que estaba dormida era como si estuviera sola.

"Perrie "dijo ella con suavidad. "Perrie..."

Y había tanta emoción y deseo en su voz que no pudo evitar darse la vuelta para abrazarla y besarla. Le quitó el camisón por encima de la cabeza y sintió su cuerpo desnudo contra el suyo, con los pechos llenos, la espalda arqueada y las caderas moviéndose contra su zona húmeda.

"¿Ha sido idea mía? "le preguntó ella con falsa inocencia y con voz medio dormida.

"Bueno, no, pero quería que pensaras que sí. Supongo que no funcionó." confesó Jade con un atisbo de diversión.

"Tienes derecho a necesitar esto, Jade."

"Pero no estaba segura de que si estaría bien despertarte para conseguirlo."

"¿Me has oído gruñir y apartarme de tu lado?"

"No..."

"¡Pues recuérdalo!"

Jade sabía que lo recordaría. Recordaría aquello y todo lo que estaba viviendo y sintiendo durante el resto de su vida.

***18 Votos y actualizo. XOX

Our twins  || Jerrie  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora