"Puedo quedarme hasta el domingo" le anunció Perrie. "Podemos pensar en todo esto. Hay opciones. Mucha gente tiene la custodia compartida de los hijos, después de un divorcio, a pesar de vivir en distintos estados. Y otra gente manda a sus hijos lejos para visitar a los abuelos. No es el fin del mundo." Dijo restándole importancia.
"No, supongo que no" repuso ella obediente. "¿Quieres más café?" preguntó con una breve sonrisa.
Se alegró de que Perrie aceptara la oferta. Aquello le daba una excusa para entrar en la casa y desahogarse sin testigos. No quería que ella se diese cuenta del daño que le habían hecho las palabras de «custodia compartida». Le había bastado mirar a la niña que Perrie sostenía en sus brazos, idéntica a Amelia, para darse cuenta de que podía llegar a quererla tan fácilmente como a su propia hija. Pero ¿cómo iba a poder compartir a dos hijas con una extraña? ¿Esperaba a esa mujer que le entregara a Amelia durante fines de semana y vacaciones? ¿Qué la metiera en un avión y la dejara viajar a más de mil kilómetros de distancia? ¡Por encima de su cadáver!
Sus padres se habían divorciado cuando sólo tenía ocho años y había tenido que pasar por lo mismo. Tenía malos recuerdos de esa época e intentaba no pensar mucho en ello. Algunos meses, tenía que meterse en un avión y cambiar de hogar. Su madre nunca se acostumbró a la nueva situación y a ser una madre soltera, así que se mudaron de Kansas City a Chicago para estar más cerca de sus abuelos maternos hasta que Norma, su madre, se valiera por sí misma.
La madre de Jade se quedó estupefacta al saber que su propia hija había decidido ser madre soltera de forma voluntaria."No diría nada si aún salieras con Lauren o incluso si Sam estuviera vivo, Jade . Me encantaría tener un nieto. Pero no saber lo duro que es criar a un hijo estando sola." aún escuchaba las palabras de Norma en su cabeza. Ella había tenido novios hombres por supuesto aunque más tarde que temprano se había dado cuenta que en definitiva lo suyo eran las mujeres, a la madre de Jade no le había costado aceptar que su hija fuera lesbiana, pero si que adoptara una bebé estando soltera.
Pero Jade apreciaba su independencia más que nada en el mundo y nada ni nadie le iba a decir cómo tenía que vivir su vida. No había tenido esa libertad durante su matrimonio. Y ahora Perrie le hablaba de «custodia compartida» como si fuese lo más sencillo del mundo, algo que podrían ambos incorporar a sus vidas sin más. No tenía ni idea de lo que hablaba.
Pensó en intentar que ése fuera un fin de semana divertido, armonioso y perfecto. Eso le daría el domingo, cuando hablaran finalmente, la oportunidad de convencer a Perrie de que había otra opción. Sabía que estaba eludiendo responsabilidades, no era la primera vez que lo hacía. Pero se convenció de que, a veces, cuando la vida te podía una piedra en el camino, había que tomar otros caminos para conseguir lo que se quería.
Sirvió otras dos tazas de café y volvió al porche sin una idea clara de cómo manejar la situación.
El pánico la invadió durante una décima de segundo al ver vacía la silla de Perrie. ¡Dios mío! ¿Estaba loca? Había dejado entrar en su casa a una perfecta extraña que podía haber secuestrado a su hija. Una mirada al césped le bastó para relajarse. Era un regalo para la vista.
Dejó en silencio las tazas sobre la mesa y las observó.Perrie estaba tumbada en el césped y las niñas, riendo y chillando con idénticos sonidos, la cubrían de hojas. Éstas volaban en todas direcciones, llenando de color la tarde. Perrie protestaba exageradamente cada vez que una de las niñas le echaba hojas. Quejas de Alexa y Amelia encontraban desternillantes.
"¿Más hojas? "gritaba Perrie con su voz profunda y suave. "¿Más hojas aún? ¿Es que no tengo bastante? ¿No creen que ya me enterraron lo suficiente...?" Se interrumpió de pronto al ver a Jade observándola. Tuvo que intentar no reír al ver cómo aquella mujer se sonrojaba. O quizá fuera sólo el esfuerzo tras el juego con las niñas. Perrie se puso en pie tan pronto como pudo.
"Yo... "comenzó mientras se sacudía las hojas de encima". Estaba... Ya sabes..."
"Sí, lo sé "dijo ella riendo". Les ha encantado."
Le hubiera gustado que riera con ella, pero se cerró de pronto y su cara se ensombreció. Subió los escalones y tomó la taza que Jade le tendía. Su aspecto era intimidatorio y serio. Tenía pinta de jefe de empresa constructora, al cien por cien. No el aspecto de una mujer a la que le gustase jugar con dos niñas pequeñas. Jade se arrepintió de haberlos interrumpido. Perrie estaba incómoda y lo último que quería ella era crear más distancia entre ambas.
Sus dedos se tocaron brevemente al tomar la taza. Un contacto tan breve e insignificante como la caricia de una brocha de colorete en la mejilla, o como cuando rozaba la cara de Amelia para quitarle un mosquito. Pero había sido cálido, muy físico y potente. Le hubiera gustado que no hubiese ocurrido y a Perrie, posiblemente, también. Aunque quizá Perrie ni siquiera se hubiera dado cuenta. Dudaba que la huella del efímero contacto perdurara en su piel como en la de ella. Tampoco creía que su aroma permaneciera en Perrie como el de ella en ella. Olía a limpio y a lilas, a flores frescas y a briza.
Jade estaba convencida de que Perrie tendría mil razones para apartarse de ella tan rápidamente como lo hizo, con gesto distante y ceño fruncido.
Perrie sabía que estaba frunciendo el ceño demasiado, que a Jade le parecería adusta*, distante, e incluso intimidatoria, pero no le importaba. Le dio la espalda y tomó un sorbo de café mientras contemplaba la alfombra de hojas muertas sobre el césped. No debería haberse puesto a jugar con las hojas como lo hizo. No quería que esa mujer pensase que era blanda, poco inteligente y fácil de manejar. El tipo de mujer a la que se podía manipular. Estaba convencida de que esa imagen no le convenía en absoluto.Aunque en el fondo era cierto, era blanda y lo sabía. Cuando se trataba de la felicidad de Alexa, se convertía en un amor. Cada vez que la niña la abrazaba, le sonreía o lloraba se deshacía por dentro.
Estaba dispuesta a todo por el bienestar de su hija. Ya fuera jugando con ella entre las hojas, comprándole bonitos regalos en Navidad o asegurándose de que conociera y disfrutara de su hermana gemela.
Se preguntó que sacrificios estaría Jade Thirlwall dispuesta a hacer.
Se terminaron los cafés casi en silencio, mientras observaba a las niñas y hacían pequeños comentarios sobre sus juegos. Pero, por dentro, Jade intentando reunir las fuerzas suficientes para hacer lo que tenía que hacer. Esperó hasta que Perrie apuró su café y se aclaró la garganta.
"¿Qué te parece si vamos a una pizzería que hay aquí cerca? Es un restaurante familiar y supongo que las niñas no se dormirán por el camino, acaban de echarse sus siestas. Aún no son las seis, bueno, las siete en Ohio." Trató de sonar lo menos nerviosa que su voz le permitía.
"Me parece una buena idea."contesto Perrie restándole importancia, Jade respiró hondo antes de seguir.
"No quiero posponer esto más. Creo que deberíamos hablar cuanto antes de esta situación y de lo que pensamos cada uno. No quiero esperar hasta el último momento del fin de semana.
Perrie la miró estudiándola detenidamente. No confiaba en ella. Jade lo podía percibir en el modo de mirarla. El sentimiento era mutuo, y quizá fuera mejor así, que estuvieran en guardia, acechando al oponente y a la defensiva. Era mejor que cualquiera de las otras opciones.*Que es excesivamente rígido, áspero y desapacible en el trato.
Hey, he vuelto y esta vez con una propuesta.
¿Qué les parece la idea de un maratón? Dejenme sus comentarios si les gustaría o no, me encanta leerlas.
Gracias a las nuevas lectoras, a las que me siguen, a las que agregan mis historias a asus listas de lecturas y sobre todo a las que votan. :*
***8 votos y actualizo.
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Our twins || Jerrie ✔️
FanfictionSólo unos días antes, Jade Thirlwall no había oído jamás el nombre de Perrie Edwards, pero si lo que decía era cierto, su vida cuidadosamente organizada estaba a punto de dar un giro radical. Con sólo ver a la pequeña de pelo sedoso que Perrie tenía...