| Capítulo 1: Muchos extraños |

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    Para ser más clara, empezaré desde la mitad de la historia, se enterarán de cosas que al mismo tiempo yo me enteré, puede ser confuso ahora, pero ha de seguro lo entenderán.

    Desperté en un cuarto muy elegante, la vista me dolía, mis manos y mi cuerpo entero estaban entumecidos, mi garganta estaba muy seca y apenas podía emitir un sonido. Desconocía por completo esa habitación, llena de cosas costosas y con lamparas de mesa a cada lado, con la correcta iluminación; no muy cegadora pero tampoco la insuficiente.

    Parpadeé durante unos segundos, intenté girar hacia mi izquierda, pero dolía demasiado, creo que tenía tortícolis, así que giré hacia la derecha y vi a una persona sentada en un asiento, durmiendo a mi lado y sosteniendo una de mis manos.

    No lo reconocía.

    Tenía el cabello negro como el carbón.

    —¿Hola? —intenté decir, pero mi voz no fue demasiado clara—¿Estás bien? —dije con más fuerza.

    —¿Kim? —dijo y sonrió con alegría, como si estuviera demasiado contento—¡Estás bien! —afirmó con un fuerte abrazo, pude ver de cerca sus músculos tensarse y sosteniéndome con firmeza.

    Este chico era realmente fuerte y podía notar que estaba entusiasmado de que despertara. Por alguna razón...

    Estaba débil, no podía apartarlo o decirle que se apartara.

    —No —fue lo único que dije.

    —¿Estás bien? ¿Sucede algo? —preguntó con confusión y luego preocupación—Kim... ¿Me reconoces? —preguntó con una mano extendida en su pecho y en ese momento noté una cadena colgando de su cuello, era de plata debido al reflejo.

    Negué con la cabeza.

    —Bien, ahora vuelvo —dijo extrañado y con prisa.

    Entonces se levantó del asiento, era muy alto y pude apreciar mejor su atractivo, tenía puesta una camisa ceñida negra junto a unos jeans color bordo. Se fue rápidamente de la habitación, estuve sola algunos minutos y algo asustada pues no sabía en donde estaba, suspiré pesadamente cuando alguien tocó la puerta, logré aclarar la garganta y permití que pasara.

    Ante mis ojos apareció chica alta de pelo negro, muy largo y lacio, junto con una mecha morada que le quedaba genial, y sus ojos, por más increíble que sea, eran celeste brillantes y hermosos.

    —Hola Kim —dijo mi nombre y su voz, dulce y suave, hizo que me hundiera en una inentendible melancolía.

    —Hola —saludé con una confusa sonrisa.

    —¿Cómo te encuentras? —preguntó sentándose lento en el asiento y tocando mi pierna con su mano de una tierna manera.

    —Bien... creo —dije con inseguridad, entonces el silencio nos invadió y me vi obligada a seguir hablando—Me duele un poco la cabeza —

    —Por el momento no puedo darte nada hasta que el doctor llegue así que, lo siento —respondió con una mueca—Devon me dijo que...bueno, que actúas extraño y vine a verte —

    —Agradezco que estén cuidando de mí, aunque no sé qué sucedió conmigo en primer lugar, pero, gracias y cuando me recupere dejaré de molestarlos —dije con una sonrisa y con gratitud, ya estaba incomodándolos demasiado.

    —¿A dónde irás? —preguntó confundida.

    —A mi casa, o algún hotel —

    Entonces me di cuenta que no recordaba donde estaba mi casa, o el lugar de donde venía.

El Accidente (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora