| Capítulo 3: ...la memoria |

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    Desperté una habitación desconocida, no sabía dónde estaba, cómo había llegado ahí, ni siquiera reconocía la ropa que traía puesta. Me levanté rápidamente de la cama y sentí de golpe el cansancio en mi cuerpo, caí al suelo de rodillas y llevé mi mano al pecho, el corazón me latía rápido y un mareo apareció alarmándome, no debí haberme levantado con rapidez.

    —¡Kim! —

    Una chica dejó de lado una bandeja y corrió hacia mí, yo solo pegué un salto hacia atrás, asustada.

    —¡¿Quién eres?! ¡Aléjate! —dije desconcertada—¡Tú... Tú... ! —

    —Kim, soy Hanna —dijo acercándose lento, gateando—Mira mis ojos —

    A pesar de que mi corazón latía como loco, estaba casi por insultarla pero vi sus ojos y eran de un azul intenso...


    "—Te amo Hanna...—dije con lágrimas en mis ojos, viendo sus ojos azules."

   

 — ¿Hanna? —repetí confundida, ¿Por qué esta chica--?—¡...Hanna! —

    Me lancé a sus brazos, recordando a la chica que me tranquilizó la noche anterior, la chica de intensos ojos azules. Y empecé a llorar porque la había olvidado, era ya una mierda no recordar toda mi vida, pero seguir olvidando era peor, me horrorizaba.

    —Tranquila tontita —dijo con una risita—No podrás olvidarte de mí ni con amnesia —

    —Eso es malo —dije con sarcasmo y sequé mis ojos.

    —Para ti si, ven, debes cambiarte —

    Fui al baño e intenté calmarme, miré mi ropa, aún no la recordaba, de hecho, no recordaba lo que pasó después de caer en sus brazos, mientras me decía cosas al oído, cosas que aún no logro recordar. Elegí un conjunto tras haberme ayudado a levantarme, una calza azul oscuro y una musculosa negra.

    —¿Qué no puedo hacer? —le pregunté, aunque ella no respondió—¿Hanna? —repetí más fuerte, ella se encontraba mirando al suelo.

    —¡Ah lo siento! —dijo reaccionando—Estaba pensando —agregó con una sonrisa.

    —No importa —dije con una risita, era muy tierna—Ayer me dijiste que no podía hacer esfuerzos —

    — ¡Lo recordaste! —afirmó orgullosa, cruzándose de brazos.

    —Tienes razón —dije sonriente y miré la musculosa blanca detenidamente.

    —¿Qué pasa? —

    —Mmm, no sé exactamente —dije y me senté a su lado, contemplando la prenda en mis manos.

    —¿La recuerdas? —dijo sonriendo, pero yo fruncí el ceño— Este fue mi primer regalo, y lo conservaste hace dos años, lo raro es que te siga entrando —dijo riéndose y tomando la musculosa.

    —¿...Qué pasa? —le imité con una sonrisa.

    —No, nada —y me la entregó—Ve a cambiarte, iremos al cine esta tarde —

    Se levantó y caminó hasta la puerta.

    —Espera, ¿Qué hora es? —

    —Son las nueve, espero que no te haya molestado levantarte tan temprano —dijo encogiéndose de hombros.

   —No pasa nada jaja —

   —Te veo luego amor —dijo y cruzó la puerta.

   El silencio invadió la habitación.

   —Vaya que te gusta llamarme así —

   —¡Te escuché! —gritó desde el otro lado.

    Pegué una risita y me cambié sin entrar al baño, raramente no estaba incómoda, pero decidí no prestar mucha atención, caminé hacia la bandeja y me encontré con cuatro tostadas bien doradas, un té y un pequeño tarron de azúcar.

    —No me gusta el té —dije inconscientemente, pero decidí beberlo—Bueno, este es bueno —y le di un mordisco a una tostada.

   Terminé el desayuno y bajé las escaleras, encontrándome con un Devon sentado en el sofá, mirando la televisión y con el control en su mano.

   —Buen día Devon —dije y fui a saludarle, él hizo lo mismo, pero besando mi mejilla.

   —Buen día cielo —dijo y me lanzó una sonrisa coqueta.

   ¿Le seguiré gustando?

   —No intentes nada Devon —intervino Hanna, apartándolo con una mano en el pecho.

 —Quítame la mano de encima —dijo golpeando su muñeca, haciéndole titubear.

   Rayos.

   —Serás idiota —dijo intranquila, y me llevó de la cintura hasta la mesa, a mi lado había un plato blanco y reluciente.

    Esa actitud no me gustaba para nada, tanto que me sentí ofendida, frustrada e impotente, aún no los reconocía, pero estaba empezando a odiar su "convivencia" si podía llamarle así.

    —¿Por qué se llevan tan mal? —pregunté sin pudor y molesta— ¿No ven que me están incomodando? Por más que no los recuerde en absoluto, los estoy conociendo, y me molesta que se lleven tan mal, delante de mí, como si no estuviera aquí presente, no soy un pedazo de carne ¿Saben? —

    —Yo... —musitó Hanna, culpable—Lo siento amor —

    —¡DEJA DE LLAMARLA ASÍ, MALDITA SEA! —

    Escuché un estruendo, y giré al escuchar esa frase que aturdía en todo el comedor, Devon estaba frunciendo el ceño, con la mirada perdida, como si estuviese cegado mirando al suelo. Luego a sus pies había un cuadro roto, uno que no había visto, y una mano con sus nudillos sangrando.

    —Devon... —pronunció Hanna, con un tono preocupante— Debes irte... —

    —¿Qué? No pod- —intenté decir.

    —Kim, yo lo conozco. —Interrumpió con una sonrisa, pero una dudosa—Tranquila, estará bien —

    Entonces caminó hasta él y lo llevó hasta la puerta, hablándole en susurros casi.

    —Volveremos en breve, ahora, cuando se levante Evelyn dale eso —y apuntó hacia la cocina, donde había un sartén con huevos revueltos—

    —Ehh si, si claro —dije totalmente perdida—Ten cuidado —

    —Tú igual —

    Y cruzaron la puerta. Me recosté en la pared y suspiré enfadada, era muy frustrante vivir así.

El Accidente (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora