Maquina

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Me encontraba precisamente en la entrada de la panadería de mis padres, esperaba con impaciencia a Adrien, hoy horneariamos galletas juntos, yo estaba muy emocionada, espero que lo haya dejado venir su padre.

Entraba a la tienda cada minuto a revisar el reloj de pared que teníamos arriba del mostrador, quedamos a las 6:30 y son las 6:40, espero que si lo hayan dejado, entre por décima vez a la panadería a mirar la hora y cuando salí ahí estaba el perfecto rubio de ojos verdes.

— ¡Marinette, Hola! Perdón por el retraso — dijo apenado — Supongo que llevas mucho esperando, lo siento.

— N… No para nada, a..acabo de llegar — dije nerviosa.

Adrien sonrió conmigo y entramos juntos a la panadería, lo pase a la zona de preparación y estaba muy sorprendido por cada máquina que veía.

Saque los ingredientes necesarios que por supuesto ya tenía listos, “Espero ser buena maestra” pensé mientras buscaba un tazón.

Al llegar vi a Adrien frente al horno y reí.

— ¿Que pasa Adrien?

— Nada es solo que nunca había visto esta máquina — dice sorprendido sin dejar de mirarla — bueno, nunca había estado cerca de una.

— Más tarde la utilizaremos para hornear las galletas — dije divertida — ahora ven aquí que empezaremos.

Adrien se acercó y comencé a explicarle se había manchado su playera negra y decidí traer un mandil, para que no se fuera a manchar de nuevo.

Adrien parecía estarlo pasando bien y yo también lo pasaba bien.

Las galletas estaban perfectamente preparadas y llegó el momento de usar el horno y ver como se tornaban crujientes.

— Bien Adrien, ahora las meteremos a…

— ¿La máquina? — dice emocionado.

— Eh si, las meteremos a la máquina de ahí y veremos la parte más divertida

— ¿En serio? ¿Cual es?

— Podremos ver, como se hacen crujientes — dije muy sonriente y satisfecha de mi explicación.

Adrien sonrió y preguntó si podía abrirlo a lo que le di la afirmativa — Primero prendelo, es el primer botón de la pared — señalé.

Adrien fue y lo aplano pero el horno no se encendió. — Marinette — me dijo Adrien mientras buscaba las espátulas gigantes de madera.

— ¿Que pasa? — pregunte volteando a él.

— No enciende — dijo mirando el horno — ¿Rompí la máquina? — me acercó hasta él y abro el horno para revisarlo.

— Eso es imposible, mi Padre aún ayer preparó galletas — dije extrañada.

Me fui a la parte de atrás en donde se encuentran los cables e intente repararlo, Adrien me veía con curiosidad — ¿Necesitas ayuda?

— Ya lo tengo — y explotó un montón de carbón en mi cara dejándome toda manchada de Negro — Hay no

Adrien iba a acercarse cuando llegó mi Padre — Marinette ¿Pero que estas haciendo? — Al escucharlo salí inmediatamente y Adrien ahogó una Risita al verme lo cual me hizo sentir muy apenada.

— Papá yo…

— Lo que sucede es que Marinette me enseñaba a preparar galletas pero la máquina para hacer galletas no funciona entonces Marinette entró allá tras y explotó algo Negro en su cara y… — Tom Dupain se echó a reír por la extraña y divertida explicación de Adrien y por mirar a su hija llena de carbón.

— Vengan por acá muchachos — dijo y nos llevó al otro lado de la Panadería — Compre una nueva máquina de hacer galletas — dijo él — la otra ya está muy vieja y no dejaba tan crujientes las galletas

Me eche a reír, todo lo que hice para nada, pero bueno al menos fue divertido e hice reír a Adrien.

Mi Padre me dijo que fuera a lavarme la cara y él se quedaría con Adrien, así lo hice y trate de tardaron lo menos posible.

Al entrar mi Padre ya preparaba la espátula de madera para meter las galletas.

Cuando las galletas ya estaban en el fuego, Adrien y yo nos acercamos a ver cómo se tornaban a crujientes — ¡Marinette esto es genial! — comentó Adrien feliz.

Yo solo sonreí y seguí observando las galletas, después de un rato, estaban listas las sacamos y las pusimos en un plato, nos dispusimos a comerlas y tomamos leche, “Así saben mejor” pensé.

Al llegar el momento de irse Adrien sonrió — Ah que cosas con la Máquina de galletas — dijo él riendo.

— Se llama horno — dije riendo también.

— Horno, claro, igual es una máquina y ahora ya tienes esa nueva

— Es cierto, estuvieron deliciosas Marinette, gracias me la pase muy bien esta tarde — dice Adrien sonriendo.

— Me alegro, ¡Ah! Casi lo olvido — saco una bolsita rosa de mi bolsa — Son para ti, para que las comas en casa

— Gracias Marinette — se despidió de mí y se fue.

“Sin duda fue un día hermoso” pensé y me metí a la panadería.

FICTOBER 2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora