Y de la nada,
su corazón salió disparado
después de haber golpeado con fuerza
las paredes de su garganta.Y su cuerpo quedó vacío
de lo único que había permanecido con vida...
Ya no quedaba nada.
Y rodó por el suelo.Y ella, más muerta que nadie,
con la boca ensangrentada,
en un intento desesperado
de recuperar sus latidos,
decidió lamerlo.Rezó al cielo.
Pidió que su saliva lo sanara,
que limpiara la suciedad de los roces
para que no se infectaran...
¡No de nuevo!Recogió el corazón entre sus manos,
y observó, con su tacto,
al acariciarlo,
cicatrices aún abiertas.Intentó con las yemas de sus dedos
cerrar las heridas,
a la vez que lo comprimía
para devolverle su energía.Pero era muy tarde.
Había derramado demasiada sangre.
Tanta que,
ya no quedaba nada.