Mirai Trunks: One light.

1.5K 103 7
                                    

¿Cómo describir el día que lo conocí? Bueno fue algo realmente aterrador para cualquier humano. ¿Qué pensarías si observas a un chico volando? Lo primero que pensé fue visitar a un psiquiatra, aquello era muy descabellado o al menos eso parecía.

El tiempo pasó y seguí observando desde mi ventana al misterioso chico, sin pensarlo comenzó a mover las mariposas que llevaban un buen rato dormidas en mi estómago, ¿Me enamoré de aquel extraño? Era exactamente lo que estaba pasando. Desde mi amplia ventana observaba con tristeza el mundo, un mundo bello que seguramente no volvería a apreciar jamás, pues, me estaba muriendo. A los diez me diagnosticaron una extraña enfermedad la cual no tenía cura, me he sometido a tratamientos de todo tipo, unos dolorosos, otros asquerosos, unos estúpidos. Pero por algún milagro sigo viva y tengo dieciocho años.

Una hermosa tarde logré sacar información del hermoso chico que se deslizaba muy cerca de mi ventana, una pista que me mostraría quien es, un pequeño símbolo en su chaqueta; un símbolo de la corporación cápsula. Pero aquel pequeño indicio no me llevó a ningún lado.

"Bien, Cosette. Estás muriendo, reúne todo tu valor y habla con el chico" Me anime toda la noche.

Estaba dispuesta a hablar con él. Lo esperé como de costumbre y cuando lo vi muy cerca de mi ventana dije lo primero que se me vino a la mente.

—No es común que la gente vuele — hablé sin pensar y enseguida me arrepentí.

—Yo... Es la primera vez que me pasa esto — musitó avergonzado el chico.

—No lo creo, te he observado desde el primer día — volvió a hablar sin pensar. Maldita manía mía de decir tonterías. —Me llamo Cosette — sonreí tratando de cubrir mi impertinencia.

—Mucho gusto, me llamo Trunks.

—Trunks... — musité con una sonrisa en mis labios, bien hecho ahora conozco su nombre. —Es un nombre bonito.

—Tu nombre no es tan peculiar — dijo el chico pero se arrepintió. —No quise decir eso...

—No hay problema — sonreí. — ¿Acaso eres un alien? — pregunté en modo de broma.

— ¡¿Qué?! — soltó Trunks nervioso.

— ¿Eres un alien? — pregunté intrigada ante su reacción. —Me encantaría volar.

Así comenzó mi amistad con Trunks. Le hablé sobre mi vida, sobre mi horrible enfermedad, sobre mis malos amores. Él por su parte me habló de su padre, un príncipe de una raza casi extinta, admito que al principio creí que él había escapado de algún hospital mental, pero luego comencé a entender todo y todo comenzó a cobrar sentido. Trunks me visitaba todos los días a la misma hora, pasábamos largos ratos hablando de cualquier cosa trivial que se nos ocurriera. Además me prometió que buscaría una cura para mi enfermedad, genial ¿No?

Un día normal, bueno no tan normal. En medio de la madrugada comencé a sentirme extraña, comenzó a faltarme el aire, mi pulso se aceleraba cada vez más y sentía que mi corazón estallaría en cualquier momento, para mi estaba muy claro, estaba muriendo y nadie podía evitarlo. Mis padres llegaron enseguida a mi habitación, me dolía, me lastimaba verlos tan mal. Me dolía saber que los dejaría, me dolía saber que no volvería a ver a Trunks. Antes de llegar al hospital mi vista comenzó a nublarse, todo comenzó a desaparecer ante mis ojos, todo era negro.

Mi cuerpo se sentía débil, me sentía tan cansada como si hubiese corrido toda Europa en una noche, suena exagerado pero así me sentía. Mis ojos se abrieron lentamente, me esperaba encontrarme con algún lugar hermoso, pero me encontré en el hospital. Mis padres estaban a mi lado.

—Mamá, papá, ¡Creí que morí! — exclamé y vi como ambos lloraban sin consuelo.

— ¡Estas viva por ese joven! — repetía mi madre mientras mi padre trataba de calmarla.

— ¿Qué joven? — pregunté.

—Trunks, su madre halló la cura para tu padecimiento — susurró mi padre.

— ¿En dónde está? ¡Quiero verlo! — exigí tratando de levantarme, pero me fue imposible.

—Vendrá pronto, hija — dijo mi padre acariciándome con ternura la cabeza. —. Por ahora debes descansar.

¿Descansar? Eso no estaba entre mis planes, necesitaba hablar con él, lo necesitaba tanto. Solo transcurrieron unos minutos cuando el peliazul entró en la habitación.

—Trunks — susurré moviendo delicadamente mi mano.

—No deberías esforzarte Cosette — Me retó.

— ¿Cómo me salvaste? — pregunté.

—Mi madre, encontró una cura, pero aun no estábamos tan seguros de que funcionaría. — Me miró y sonrió. —Ese mismo día tu enfermaste, los doctores aseguraban que no sobrevivirías — tomó mi mano y sentí como una extraña corriente se deslizaba por mi espalda. —, convencimos a los doctores y te inyectamos la primera dosis de "Vitae", tu organismo reacciono bien y continuamos hasta eliminar todas las células infectadas — concluyó.

— ¿Estoy curada? — pregunté con felicidad. —Trunks, muchas gracias — vociferé entusiasmada. —No sabes cuánto te amo — Y aquí estaba yo de nuevo hablando sin pensar.

—Cosette, también te amo — sonrió.

Algunos años después.

Seguro se preguntarán ¿Qué pasó? bien, en este preciso momento estoy caminando de la mano de mi padre con un precioso vestido blanco. ¿Adivinaron? Estoy de camino al altar y Trunks es el apuesto novio, admito que estoy nerviosa. Aquel alien me salvó la vida y también me enamoró.

Luego de la hermosa fiesta, fuimos a descansar. Mientras él se cambiaba en el baño aproveché para dejarle una pequeña nota en su almohada.

"Te elegí a ti, porque

cuando mi luz se apagó,

te sentaste a mi lado en las

sombras, y me enseñaste

como volver a brillar".

Dragon Ball: One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora