- Hallé una flor, un día en el camino.
Que apareció marchita y deshojada, ya casi pálida, ahogada en un suspiro.
Me la llevé a mi jardín para cuidarla.Le fui poniendo un poquito de amor, la fui abrigando en mi alma, y en el invierno le daba calor, para que no se dañara. -
-Hoy me había levantado más temprano de lo habitual, incluso, cuando salí de la posada nadie más estaba despierto. La señora Clayton me había dejado claro que cuando ella despertara su desayuno ya debía estar listo, y así tenia que ser, no solo porque era una orden, sino porque era lo mínimo que podía hacer por una mujer noble como lo es ella.
Al llegar a la casona de los Clayton, me di cuenta que los señores estaban en la entrada, y parecían estar discutiendo. El señor Dan le gritaba a la señora, mientras la señalaba. La dama de ojos verdes solo negaba, y ahora era su turno de gritarle al hombre, empujándolo un poco; pero de un momento a otro el señor Dan le dio una fuerte bofetada, aquello me asustó y me hizo sentir impotente. La señora Lauren tambaleó y cogió su mejilla con ambas manos, seguido entró a la casa corriendo, y el señor Dan subió a su coche y aceleró a todo lo que daba. Segundos después su mirada se topó con la mía, él estaba enojado y yo tenia ganas de detenerlo y agarrarlo a palazos; pero no podía hacer eso. Vi el carro alejarse sobre la calle, después corrí a la cocina, debía preparar el desayuno, debía tener una un buen pretexto para ver como estaba la Señora.
Preparé una charola donde llevaba unos rollitos con pollo, platanitos, frutita picada, jugo de naranja y no podía faltas su taza con el café calientico. Antes de subir a la habitación de la señora, fui por una flor al jardín; mi mamá y mi abuela decían que una flor siempre lo arreglaba todo, esta vez puede funcionar, aunque yo pienso que es la música la que lo arregla todo. Después de preparar todo,subí a la habitación; donde toqué un par de veces.
-¡Lárgate Dan!, ¡no creas que volveré aceptar tus miserables disculpas de mierda!-respondió del otro lado de la puerta. Ella se escuchaba realmente furiosa, y justo ahora dudaba en volver a tocar. Por lo regular yo siempre pagaba los platos rotos de las personas enojadas, bueno, al menos eso sentía cuando me trataban mal o me gritaban.
Pero estaba segura que ella era diferente a los demás, ella no era así, quizá necesitaba de una amiga, y yo podria ser eso, una amiga para la señora Lauren.Respiré hondo y volvi a tocar la puerta.
-Señora Clayton, soy yo, Camila...yo... uhm... traje su desayuno, no quiero molestarla-Escuché sus pasos acercarse a la puerta, pero no abrió.
-Me siento indispuesta ahora- Solté un suspiro, sintiéndome mal por ella.
-Señora, deberiamos desayunar. Uhm... El desayuno es muy importante- Recargue un poco en la puerta.
- tú...¿Tienes hambre?-Aquello me hizo sonreir.
-No me dio tiempo de desayunar, asi que...si, tengo hambre-contesté con sinceridad. De un momento a otro abrió la puerta. Miré sus ojos rojos, humedos, hinchados; ella acababa de llorar. Lo que me enojó más fue ver la marca roja en su rostro, y su labio partido. Una Dama como ella no merecía tener esa marca de un golpe, ella no lo merece.
-Me hecaído esta mañana-comentó bajando la mirada, y mi sonrisa seborró por completo.
-Lo sé, vi cuando se cayó -contesté haciendo que me volteara a mirar con vergüenza- El desayuno se enfría-ofrecí la charola. Ella miró lo que contenía y sonrió cogiendo el lirio de color rosa que habia cortado de su jardín.- Es para usted.
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