-Dylan, eres mi única salvación en esta casa.-Dije en voz alta mientras veía como apoyaba sus manos en las rodillas y suspiraba lentamente.
Sé que hice mal diciéndole a mi tía que era mi novio, pero necesitaba olvidarme de todo y ¡Vamos! el chico no está nada mal. Me mira entrecerrando los ojos y me apunta con su dedo una vez más.
-Me voy, no quiero ser parte de nada de esto.
-Finge que te gusto y terminado.- Le dije deteniéndolo con mi mano sudorosa.
Sería más fácil si él no me diera estos problemas y por una vez en la vida fingiera que nos gustamos, nos deseamos, nos amamos o qué sé yo.
-¿Fingir?- Me pregunta mientras se acerca a mi lentamente.
-Sí.- Respondí no muy segura, su cercanía me estaba matando os lo juro por dios.
-¿Que me gustas?- Dice mirando mis labios a lo que yo doy un par de pasos hacía atrás por estar tan sumamente nerviosa.
Asiento con la cabeza cuando noto que me he chocado contra la pared y él está a escasos centímetros de mi.
Sonríe con arrogancia mientras toca mi labio inferior con sus gruesos dedos y me provoca una caricia que instantáneamente cierro los ojos.
-No.- Responde alejándose de mi.
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¡Ese Boxeador es mío! © P A U S A D A
Teen FictionÉl no me podía dar nada. Yo le podía dar todo. #150 en Novela Juvenil Todos los derechos reservados, prohibido la copia o adaptación.