Después del incidente de ayer, llegué a mi casa y cumplí con mi cometido: darme una refrescante y relajante ducha. Aunque toda la paz se acabó cuando mi padre llegó a casa con un humor terrible. Sin embargo, eso no es novedad en mi vida, en todo caso sería extraño verlo con una sonrisa. Lamentablemente mi madre se la arrebató esa tarde de invierno, cuando estuvo en los brazos de otro hombre.
Pero dejemos las historias tristes para después. Ahora quiero concentrarme en las palabras de mi mejor amigo Barry, quien habla muy animado del juego de hockey de ayer. Lo cierto es que no pude verlo, pero me lo está contando con lujo de detalle. Realmente estuvo muy interesante.
—La mejor parte fue cuando Sullivan se la pasó a Winick. Ese movimiento logró la anotación que los hizo ganar, entonces... —Y sin saber la razón, mi amigo deja sus palabras al aire cuando entramos a la escuela. Aunque lo más extraño es que sus ojos siguen una dirección fija.
Por lo que un poco curioso llevo la mirada al frente y veo lo que ha sorprendido tanto a Barry.
—¿Qué rayos han hecho? —cuestiono con los ojos desorbitados de la impresión.
Y es que simplemente no sabría cómo describir lo desagradable del asunto, ya que la escuela está llena de unos panfletos horribles. No me malinterpreten, no es que el diseño sea feo, sino que el contenido es el problema.
Los panfletos son muy sencillos. En ellos hay una mujer en ropa interior, sin embargo han alterado la imagen y la cara de Dakota está en ese cuerpo semidesnudo. Pero lo que resalta en todo esto, son las letras enormes de color rojo que dicen:
¿Quieres saber por qué me llaman HL?
La escena simplemente me incomoda a mí y a mi mejor amigo. Pues al parecer algunos toman esto como una burla. Mientras unos se ríen hasta morir, algunos otros nos quedamos pasmados por esos horribles panfletos.
Sin embargo, mi amigo Barry demuestra otros sentimientos. Sus músculos comienzan a contraerse por la furia que sale disparada de su cuerpo. Por lo que toma uno de los panfletos y lo arranca de la pared para gritar lo siguiente.
—¿Quién lo ha hecho? ¿Quién fue el que se atrevió a hacerlo? —sus ojos parecen los de un loco y su cara se ha puesto tan roja como el carmín.
Pero nadie dice nada. Claro está que eso lo pone aún más furioso, por lo que me acerco a él y lo detengo, no quiero que haga algo tonto.
—Barry, espera —digo poniendo mi mano en su pecho. Y aunque sea más alto que yo, puedo nivelar su fuerza—. Te meterás en problemas. Déjalos, no lograrás nada. —Pero parece que mis palabras lo hacen enojar aún más, pues empuja mi mano y me encara.
—¿Te parece esto aceptable Dante? ¿Te parece que deba quedarme con los brazos cruzados? —Lanzo un bufido molesto. En serio que Barry puede ser muy terco de vez en cuando.
—¿Por qué te importa tanto Barry? —cuestiono molesto.
—A diferencia de ti Dante, yo sé que no eres el único que sufre. —Y molesto comienza a caminar lejos de mí. Sin embargo, no desaprovecha la oportunidad para arrancar más panfletos y destruirlos en mil pedazos.
—¡Ni siquiera es nuestra amiga! —le grito para que me oiga. Por lo que lleva la mirada a la mía, dejándola clavada hasta causarme un escalofrío.
—Pero es un ser humano, y sólo eso debería bastarte Dante. —Dicho eso se va como una bala a quien sabe dónde.
Aunque esta vez ya no lo detengo, tan sólo dejo que sus palabras sigan en mis labios hasta el final del día.
"Pero es un ser humano, y sólo eso debería bastarte."
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Nota de la autora:Una vez leí unas palabras que iban más o menos de esta manera: Es aceptable que alguien no te agrade, incluso que alguien no te agrade sin razón aparente. Pero jamás será aceptable que humilles, que degrades o que seas irrespetuoso con una persona.
Muchas gracias por leer hasta aquí. Sigamos con las aventuras de estos chicos, aventuras que parecen cada vez ser peores y más desagradables
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|2 0 : 1 7| ¿Hasta cuándo?
Teen FictionUna hora, un mensaje y una chica. Tic Tac, Tic Tac... "Sal a tu azotea, apaga las luces de tu casa y busca la estación 20.17 a las 20:17, dicen que esa es la hora de las almas abatidas, pero esta noche será sólo nuestra. Y dime, ¿hasta cuándo?" El t...