Cortesía del "Club DLF"

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Después de perderme un rato más en la carretera mientras siento el aire acariciando mis mejillas, al llegar a casa no puedo nada más que sufrir de dolor por los golpes que mi padre se encarga de repartir en todo mi cuerpo

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Después de perderme un rato más en la carretera mientras siento el aire acariciando mis mejillas, al llegar a casa no puedo nada más que sufrir de dolor por los golpes que mi padre se encarga de repartir en todo mi cuerpo. El saldo termina con dos moretones horribles en mis costados, un brazo rasguñado y un enorme moretón en la frente.

Por eso a la mañana siguiente veo necesario maquillarme los estragos de la noche anterior. Y en serio que odio tener que maquillarme, ya que el sudor y el contacto brusco con mis amigos lo hace aún más incómodo. Luego sus chamarras se llenan de maquillaje o mi propia ropa se mancha. Odio maquillar mis noches fatídicas, no entiendo como las chicas pueden hacerlo todos los días. Odio ponerme esta máscara, odio tener que mostrarle a los demás un Dante perfecto, y odio que las chicas tengan que hacerlo siempre así.

Así que con muchas ideas terribles del maquillaje, salgo de mi hogar más temprano de lo usual, quiero caminar y despejar un poco mi vida. Pero parece que ya irá mal desde el principio, pues mientras camino llega una llamada a mi teléfono. El nombre de Dorothy se ilumina en mi pantalla y yo tan sólo me limito a bloquear el teléfono para comenzar a desenredar mis audífonos.

 El nombre de Dorothy se ilumina en mi pantalla y yo tan sólo me limito a bloquear el teléfono para comenzar a desenredar mis audífonos

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Y mi día en la escuela pasa relativamente normal, hasta que la campana de salida llega a mis oídos. 

Entonces, perdido entre mis pensamientos camino hasta mi casillero, donde una chica rubia espera por mí mientras le tiemblan las piernas. Es más que claro que está ansiosa, ¿qué tendrá planeado ahora?

—Hola Dorothy —sale de mis labios como si me sintiera cansado de tan sólo pronunciarlas. Siendo sincero no tengo muchas ganas de hablar con ella.

—Creí que nunca llegarías —alude mientras yo introduzco el código y abro mi casillero de manera lenta. 

Pero su comentario provoca que yo haga una mueca de disgusto, tan sólo me he demorado seis minutos en llegar hasta aquí. Además yo no la esperaba.

—Es que tengo algo muy importante que decirte, y eso me hace sentir muy ansiosa. Jamás había tenido tanta necesidad en hacer lo que quiero ahora. —Claro está que sus palabra me dejan con más incertidumbre. Ya de por sí es muy extraño que ella me busque, ahora, le agrego que tiene "algo importante que decir". O me dirá que se enamoró de mí o se está volviendo loca. Por ahora espero escuchar lo segundo.

|2 0 : 1 7| ¿Hasta cuándo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora