Nota 5

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Miro el reloj que tengo en la muñeca y vuelvo a lanzar un suspiro

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Miro el reloj que tengo en la muñeca y vuelvo a lanzar un suspiro. En serio que se me ha hecho muy tarde, y odio con el corazón llegar tarde. Pero es que me quedé un buen rato regando y limpiando a mis orquídeas. Además mi madre me pidió ir por algunas cosas.

Pero dejémonos de excusas, he llegado tarde y punto. Aunque por esa razón siento el viento en mis mejillas pues estoy corriendo entre los pasillos de la escuela para llegar hasta el teatro de la misma. Dorothy me ha pedido que esté en los ensayos de su siguiente obra, y claro que no me pude negar.

Al menos ya he podido llegar, y lo primero que hago es buscar a mi novia entre el escenario. Pero parece que ella es la que me ve primero pues grita mi nombre para llamar mi atención. 

Me parece que está de más decir lo embobado que me quedo al verla con esa sonrisa hermosa en sus labios. En serio que Dorothy es una maravilla de la naturaleza.

—Creí que ya no llegarías —susurra la rubia de ojos azules mientras besa mis labios. Me hace sentir en el cielo.

—Lo siento linda, pero ya estoy aquí. —Dorothy lanza una risita y deposita un beso en mi mejilla mientras siento unos escalofríos en mi cuello.

Sin embargo el ambiente lleno de magia y romance se acaba cuando a los oídos me llega un sonido metálico y estridente. Giro la mirada hasta donde proviene el sonido y veo a Dakota. Es inevitable que comience a sonreír, ella tiene manos de mantequilla.

—Creo que iré a darle una mano. —Le comento a mi novia mientras la miro a los ojos. Esos zafiros que brillan al verme sin duda me demuestran lo hermoso que es vivir.

—No te demores tanto Dante, pronto comenzará mi ensayo. —Bien, me alegra saber que después de todo no llegué tan tarde. Aunque asiento a su comentario y comienzo a caminar hasta Dakota.

Sin darme cuenta comienzo a sonreír de manera boba, pues la chica se ve de alguna manera lo suficientemente tierna como para hacerme sentir algo raro en el estómago.

—Hola Dakota, ¿quieres ayuda? —Dakota da un respingo en su lugar al oír mi voz. Pero se estremece cuando deposito un beso en su mejilla—. Ayer hice enojar a tu padrastro, ¿cierto?

La rubia de ojos marrón verdoso comienza a reír mientras me extiende algunos objetos.

—Sí, y en serio que su reacción me hizo reír mucho. Él no se dio cuenta de que eras el hijo de su mayor inversionista. —Sus risas inundan de belleza mis oídos y es inevitable seguir su melodía con cuidado—. Pero vayamos al almacén, estas cosas se me resbalan de las manos.

Entonces recuerdo que esa era la tarea que yo sólo me había asignado. Por lo que ambos caminamos hasta esa bodega, mientras nos reímos de Leonard. Ese hombre me pone de muy mal humor.

—Gracias Dante —susurra Dakota aliviada. Sin embargo no entiendo si se refiere a lo que pasó ayer en la noche o sí lo dice porque le ayudé con estas cosas pesadas. Lo aceptaré por ambas razones.

—No es nada, sabes que somos amigos, ¿no? —Ella asiente ante mi comentario y me da un leve golpe en el brazo con su hombro. Sin embargo yo la tomo del brazo y le doy un abrazo.

No espero ser malinterpretado, pero siento la terrible necesidad de tenerla entre mis brazos. No quiero creerlo, pero presiento que Leonard no es del todo bueno con ella. Además de que Dakota destensa todo su cuerpo por mi abrazo. Ella necesita saber lo arrepentido que estoy con ella.

—Creo que iré por más cosas, ¿podrías ordenar aquí? —dice Dakota un poco incómoda. Y de mis labios no sale ningún sonido, sólo asiento para ponerme manos a la obra.

La rubia sale de la habitación mientras yo me quedo solo. Aunque lo que más me llama la atención en este lugar es un sombrero rosa con una enorme pluma color púrpura. Y me llama la atención pues está en el suelo estorbando el camino. No tardo ni un segundo en levantarlo, pero cuando lo hago una pequeña hoja cae de él.

Su color amarillo resplandece en el suelo. Es inevitable que un escalofrío recorra mi cuerpo, porque sé que cuando una nota amarilla llega a mí es por una razón realmente extraña y turbia. Así que la tomo entre mis manos y leo sus líneas:

"Algunos le hablan a las estrellas, otros más les escriben a ellas. Pero lo que tú debes hacer es entender que yo lo hago de ambas maneras, mitad y mitad, de manera continua y sin discriminar"
Andrómeda

Confundido dejo salir un suspiro de mis labios, no de nuevo esta tortura. Y como me ocurrió desde la primera nota que llegó a mí, no entiendo nada de lo que quiere decir. ¿Acaso habrá sido Dakota quien dejó la nota?

—Aquí están las demás cosas —dice la rubia mientras entra jadeando al lugar. Sin duda mi primera reacción es esconder la nota en mi pantalón—. ¿Está todo bien Dante?

Con miles de preguntas en la cabeza la miro y noto lo perpleja que ella también está. No, sin duda ella no puede ser Andrómeda, ella no, no habría razón... ¿o sí?

—Sí, está todo bien, no te preocupes. —Mentiroso, mentiroso, espero que se te caiga la nariz por mentiroso. Ay, en serio esto me matará de intriga, necesito ayuda urgentemente.

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Nota de la autora:

Bien que ya he llegado con un nuevo capítulo. Este es corto, pero el siguiente será muy emocionante, lo prometo. Cambiará algunas cosas de la historia, por lo que los invito a que no se lo pierdan. Parezco señora de infomercial jajaja.

Además quería decirles que la historia sigue en el ranking, pero ahora estamos en el número 716. Morí de la emoción cuando lo vi. De verdad estoy como loca, ayer éramos el 945 y hoy hicimos un gran salto.

Yo muero de la emoción. Chicos, recomienden la historia, me encantaría que llegara a más personas aún, y si les ha gustado, sería genial que se lo recomendaran a alguien.

Por cierto, me gustaría que me dijeran, ¿qué les parece el personaje de Barry Maxwell?

Bueno yo me despido aquí, gracias por seguir leyendo la loca historia de Dante Collins, creada por esta loca jajaja. Nos seguimos leyendo.

 Nos seguimos leyendo

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