Ya la noche había llegado mientras el frio se apoderaba del bosque, por lo cual Yuki había reunido un montón de hojas secas para usarlas como abrigo, refugiándose en lo que parecía un árbol viejo, paso su primera noche solo en aquel mundo desconocido.
Su mirada se centraba en el cielo mientras 2 lunas iluminaban escasamente el firmamento ennegrecido, era un sentimiento de nostalgia pues era igual que su mundo en cierta medida, un cielo hermosamente estrellado que quedaría grabado en sus retinas.
Sin tener noción del tiempo y debido al extenso cansancio. El sueño se apodero de su cuerpo, mientras lentamente cerraba sus ojos.
Al amanecer del día siguiente un milagro había ocurrido, si así es, Yuki seguía vivo aunque con el cuerpo totalmente entumecido por dormir en una posición extraña, cubierto de hojas secas y ramas, recuperaba el movimiento de sus extremidades para retomar su viaje.
Mientras caminaba se dio cuenta de que apenas le quedaba comida, racionalizarla ya no le serviría de mucho, pues pronto se le acabaría, por lo que había reunido algunos frutos raros, pero debido a sus colores extraños no sabía si eran comestibles o venenosos.
Ya la lógica había perdió sentido al encontrar unas uvas que al ser tocadas se iluminaban, aun así acaudilló algunos de esos frutos por si más adelante no le quedaba otra opción que comerlos.
Reunió una gran cantidad de frutas que parecían naranjas o eso especulaba, cubiertas de una envoltura amarillenta con hojas verdosas, las cosecho de los árboles que podía alcanzar, pero entonces cuando ya había recolectado una gran cantidad de ellas, paso algo inesperado.
Las frutas habían escapado. Formando sus ramas en forma de piernas emprendieron rápidamente su fuga, pues este era un mundo de fantasía, cosas como mandrágoras serian comunes en este mundo, en otras palabras existían la plantas inteligentes.
Yuki solo pudo suspirar una vez más por el reciente evento mientras comenzaban una vez más los síntomas del hambre.
Después de prueba y error logro recolectar frutos normales, los cuales posteriormente tuvo que comprobar meticulosamente si eran o no comestibles, rosando algunas partes de los frutos en su piel, espero reacciones que podrían presentarse.
Algunas le dieron escozor e irritación por lo que las descarto inmediatamente, más tarde pocas habían pasado la prueba, logro encontrar solo dos tipos de frutas que no causaban molestia a la piel ni a los labios, sin más que hacer comenzó a devorarlas.
Y aunque no lo sabía su precaución le había salvado la vida pues de 29 frutos que se podían encontrar en el bosque solo 4 eran comestibles.
Luego de recuperar energía y satisfacer su estómago Yuki reanudo una vez más su viaje.
En el transcurso del camino paso por su mente cazar animales pequeños, pero la idea fue descartada al instante, la sangre y el procesamiento podría atraer a otras bestias más peligrosas por lo que no podía hacer movimientos precipitados, mientras caminaba recolectaba los frutos que habían sido catalogados como consumibles por él. Lleno la mochila con las frutas que encontraba en su camino hasta que el atardecer previamente llegara.
Antes de que la noche llegara, una vez más recolecto todos los materiales que podía encontrar para evitar congelarse.
La temperatura caería rápidamente en la madrugada por lo que hojas secas serian un buen abrigo, y a su vez en busca de un mejor refugio se embarcó en las grietas y cuevas de una montaña cercana.
YOU ARE READING
El coleccionista de otro mundo
FantasyEsta es la historia de un estudiante de secundaria que es invocado a un mundo de fantasía, sin embargo él no posee habilidades tramposas, armas legendarias y tampoco nada de dinero. Lo único inusual es que él rejuveneció alrededor de cinco a seis añ...