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Todo mi ser quería odiarlo por haberse aprovechado de mí, por chantajearme vilmente con las fotos, pero…

No podía. En el fondo también me sentía feliz, y eso me tenía muy confundida. Y así estuve llorando y llorando, hasta que sin darme cuenta…

…Me fui quedando dormida.
El collar.

Por fin había llegado el fin de semana, y como todos los sábados me tocaba broncearme.

Y aquí estaba yo, con el bikini verde más sensual del universo, acostada en un camastro mientras mi piel lentamente agarraba un delicioso tono dorado. Sonreí con picardía mientras me untaba mas bronceador en el estomago, pensando en lo sexy que me veía haciendo esto.

Porque para variar, sabía que tenía público.

"Otra vez ellos...” Me dije con una risita coqueta, viendo como a la distancia varios chicos se habían subido a un árbol para admirarme mejor. Y al sentir un delicioso calorcito exhibicionista por mis venas decidí darles un poco más de "show", por lo que con toda la sensualidad posible arquee mi cuerpo y vi como los pobrecitos casi se caían por la impresión. 

No pude evitar reírme un poquito, con una carita de travesura. 
Simplemente, me fascinaba ser el centro de atención. Nada me excitaba más que volver locos así a los chicos, era como una droga. Y como en estos momentos el jueguito estaba resultando demasiado divertido…
…Decidí hacerlos sufrir un rato más. 
Y mi ataque fue implacable. Durante casi 15 minutos use lo mejor de mi repertorio: Vueltecitas, arquear la espalda, levantar la pierna, nalguitas paraditas, sonrisitas coquetas, ponerme boca abajo, de lado, untarme bronceador, etc.…
Y las reacciones de los chicos eran súper cómicas. Sus miradas eran de total lujuria, y hasta se peleaban entre ellos por ocupar los mejores lugares del árbol. Y el verlos luchar así por mí me tenía cada vez mas acelerada, aunque…
… No había considerado que el Sol estaba pegando muy fuerte, y entre tantos movimientos me fui cansando y me dio un poco de sueño. 
Sera mejor descansar un rato, pensé con una sonrisita, además así evitare que se vuelvan locos. 
Entonces me puse unos lentes de sol y me recosté, decidida a dormir un rato. Pero no llevaba yo ni un minuto así cuando de repente sentí que alguien me tapaba los ojos con las manos.

"Adivina quién es…" Dijo Mateo con emoción.

"Ufff.. Es inconfundible la voz de ñoño y el tonito de estúpido…" Le recrimine poniendo una mueca.

"Siempre tan cruel, Megan." Dijo en voz baja Mateo, soltándome. "Luego te quejas que te trato mal, mi amor."

"Mira... para empezar, estúpido, no me digas "Mi amor"" Dije torciendo la boca. 

"¿Ah, las cosas van a ser así? ¿No recuerdas, Princesa, que apenas ayer te tenia con la verga en el culo mientras gemías pidiendo más?”

"S.si, pero… eso es diferente…" Dije sonrojándome sin querer. "Me estabas obligando."

"No, Megan, te dije claramente que si te querías ir lo podías hacer… " 

"Mira... yo...” Trate de responder, pero sus argumentos eran lógicos. No supe que decirle.

"Como sea, Meg, te traje un regalo." Dijo Mateo colocando una bolsa negra de plástico en el pasto y buscando algo en su interior. 

"¿U.un...regalo?" Puse una sonrisita. "¡Me fascinan los regalos! ¿Qué me compraste?"

Mateo no dijo nada y siguió buscando algo en la bolsa hasta que lo encontró. Y cuando sacó la mano vi que tenía en ella un collar negro de cuero, muy delgado y claramente para…

…Mascotas.

Mateo se me quedo viendo con una sonrisa estúpida.

"¿P.pero… y eso que es?" Le reclamé.

"Es un collar, mi amor, -Dijo con orgullo- que va a dejarle en claro al mundo que me perteneces… Lo compre en internet hace unos días, y me explicaron que es para estos casos."

"¿Para estos casos? ¿Qué tu estas idiota o qué? ¡No pienso ponerme eso!" 

"No, princesa, claro que TE LO VAS A PONER. No te estoy preguntando si quieres. ¿O se te olvida cuál es tu papel aquí?" Respondió Mateo visiblemente enojado.

Me asusté un poquito al verlo así. Sin duda Mateo tenía el control de mi vida y hacerlo enojar no era buena idea. "N.no, mira... Mateo, es que yo... mira, voy a la escuela, y… ¿Cómo me voy a ver con eso?"

"Megan, no se te va a ver mal. Tu eres linda de cualquier forma." Dijo mientras colocaba el collar alrededor del cuello.

"Ay Mateo... es que... " Dije angustiada. "Me da pena, me van a ver y…"

CLICK…

El collar quedo firmemente alrededor de mi cuello, cerrado por un pequeño candadito dorado.

"¡Mateo! ¡Te dije que NO, estúpido…!" Dije agarrando el collar con impotencia, tratando de abrirlo.

"Megan, si vuelves a mencionar el collar te juro que te pongo a mamármela aquí mismo. ¿Ok? Y por cierto, no te lo podrás quitar ya que solo yo tengo la llave." 

"B...bueno… está bien." Dije bajándole a mi voz. "Ya no diré nada."

Mateo puso una sonrisita malvada. "Y espera que veas la plaquita…"

"¿P.plaquita? Ay Mateo, no querrás decir que…"

Y entonces me la mostro. Una pequeña plaquita de metal que decía:

Megan Loera
Propiedad de Mateo Balcázar. 

Me quede helada. Era la mayor estupidez que había vivido nunca, y lo peor de todo era que no había forma de evitarla. Tendría que llevar el maldito collar y la ridícula plaquita a partir de ahora. Apreté las manos con coraje, mirando a Mateo con todo el odio del mundo.

Pero a el no le importaba en nada mi situación, y sin preguntarme agarro con cuidado el collarcito y le coloco la plaquita, que quedo colgando muy coqueta al frente.

"Ay...no." Dije con pesar. Y por si la humillación no fuera suficiente vi que los chicos en el árbol seguían muy atentos lo que sucedía conmigo. 

"Megan, quita ya esa carita de preocupada. -Dijo Mateo con una sonrisa.-

El nerd y la porrista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora