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Entre ruidosos gruñidos Mateo se apretó violentamente contra mis nalgas, agarrándome agresivamente de las caderas mientras que yo me quedaba quietecita, gimiendo dulcemente mientras sentía como su miembro se hinchaba y relajaba una y otra vez contra mi ano, bombeando cantidades industriales de semen a mi interior.
"Oh… D.dios…" Dije poniendo una carita coqueta, apretando aún más mi cuerpo en posición fetal. Me sentía vencida, sometida, cogida y esclavizada, y…
Se sentía delicioso.
Nos quedamos así durante varios minutos, inmóviles y en silencio, hasta que de repente Mateo se separo de mí con mucho cuidado y de forma simpática pude sentir como mi colita se cerraba poco a poco. Entonces me levanté con dificultad y Mateo caballerosamente recogió mi pijama del suelo y me la dio.
"Megan, hoy estuviste… ¡Wow! ¡Nunca habías apretado así tu culo! Y... estuvo riquísimo."
"G.gracias, mi Señor. –Dije bajando la mirada, apretándome las nalgas por la brutal cogida recibida.-A mi también... me gustó."
Mateo se apretó contra mí y me dio un voraz beso en la boca. Entonces tomó el osito de peluche del piso y me lo dio. "Regresa a tu cuarto, Princesa, y mañana quiero verte aquí temprano. ¿Ok?" 
"Si." Dije mientras me terminaba de poner mi pijama. 
"¿No te falta algo?"
"P.perdon. Si, aquí estaré… mi Señor."
"Excelente... – Dijo abriéndome la puerta de su cuarto- Buenas noches, Meg."
"Buenas noches… mi Señor." Dije de forma complaciente, pero apenas cerró la puerta se me borró la sonrisa. Bueno, tampoco estaba enojada. La verdad me la había pasado súper bien ahorita y…
Entonces entendí. 
Lo que me molestaba no era que Mateo me hiciera hacer cosas estúpidas, o que me diera un collar, o lo que sea. Lo que me molestaba era….
Que me gustaba que me humillara. Ya ni siquiera era la dominación lo que me prendía, sino que esta situación se había puesto peor.
Y apenas llegué a mi recamara cerré la puerta con llave y me quite la pijama, para entonces tirarme a la cama y masturbarme con la más absoluta desesperación. Me retorcía como gata en celo una y otra vez mientras recordaba como Mateo me acababa de humillar, y el saber que su semen ahora estaba en mi cuerpo multiplicaba por mil la vergüenza...
… y el placer.
"Oh Dios, no.. " Dije con impotencia, sintiéndome la más sucia mientras mis dedos aceleraban sus ataques entre mis piernas. "Estoy….loca.. ah…mmmm…M.mateo….uf..cógeme…Mateo..mm..."
Y el sentir el collarcito contra mi cuello fue la gota que derramó el vaso. Tuve un orgasmo tan poderoso que casi me desmayo, y tuvieron que pasar 10 minutos para que me pudiera recuperar. Entonces agarré el osito de peluche y me abracé a él, llorando. 
El saber que mi cuerpo y mente respondían sexualmente a la humillación era terrible, y con cada encuentro con Mateo la poca dignidad que me quedaba desaparecía un poco más. Y llore aún más al saber que este camino solo tenía un final posible…
Ser la esclava total de Mateo.
Y no pude más. Yo no quería eso. ¡No, no quería!
De verdad no. 
Pero mi cuerpo y mente tenían otro plan. Y así entre sollozos y lágrimas me fui durmiendo.
Porque muy en el fondo sabia que aunque no quisiera aceptarlo…
… Ya lo era.

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⏰ Última actualización: Oct 15, 2017 ⏰

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El nerd y la porrista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora