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"Wow, Megan." Dijo Mateo impresionado. "Te ves súper sexy. "
"Si, muy linda." "Preciosa." "Qué bonita." Dijeron los demás nerdcitos de forma simpática, mientras me recorrían con la mirada de pies a cabeza. Y tampoco pude evitar notar que sus erecciones ya no eran tan "discretas", por más que lo querían disimular.
Y me mordí ligeramente los labios, sonrojándome mucho.
"G..gracias, chicos.." Respondí tartamudeando, apenadísima. Nunca había estado desnuda ante tanta gente, pero al sentir como mi cuerpo reaccionaba con excitación ante la situación me di cuenta que...
...la sensación no era tan desagradable.
Sonreí un poco, y con un gesto coqueto puse mis manos en la espalda y me incline un poco a la derecha. Luego voltee a ver a Mateo, y al ver que ya estaba escribiendo algo en mi cuaderno me tranquilice. Mi tarea iba en camino.
Mire de nuevo a los chicos y los pobrecitos seguían como hipnotizados, con una cara de lujuria tremenda. Era obvio que cada centímetro cuadrado de mi piel estaba siendo minuciosamente examinado.
"Y... ¿Qué estaban haciendo, chicos?" Les pregunte amistosamente, tratando de cambiar el tema.
Uno de ellos, el gordito con lentes, me respondió: "Eh... estábamos jugando Halo, Megan. P.pero... ya nos aburrimos"
Claro, pensé cínicamente. Que coincidencia que se "aburran" cuando esta una mujer desnuda en la recamara.
Mateo seguía haciéndome la tarea, y entonces tanto sus amigos nerds como yo nos quedamos en el mas incomodo de los silencios. Nadie movía ni un musculo, y la tensión sexual en el aire era tremenda. Yo no sabía qué hacer.
¿Debía sentarme, o quedarme aquí parada? Es más, ¿Me atrevería a sentarme junto a los nerdcitos? No sé, sin dudas sería algo incomodo.
De repente Mateo volteo a vernos, y al ver nuestra indecisión dijo: "A ver, Megan, ve y acuéstate en medio de la cama, mis amigos seguramente quieren verte de cerca..."
Le puse a Mateo una cara que le dejo en claro que el plan no me agradaba ni tantito. Pero como no tenia opción, suspire resignada y fui hacia la cama, y con movimientos suaves me recosté en ella, boca arriba, tratando de mantener mis piernas muy juntas y mis brazos cruzados sobre mí estomago en una actitud pudorosa.
Entonces uno a uno los nerdcitos se fueron sentando a mi alrededor, y casi se les caían los ojos al tenerme tan cerca. En especial vi que les interesaba mi coñito, y con pena me dieron ganas de agarrar una almohada o algo para taparme...
De hecho, eso estaba a punto de hacer, cuando Mateo dijo: "No, Megan, es más, abre las piernas un poco y pon los brazos en la cama... "
"Ay Mateo, es que..." Trate de protestar.
"Nada, princesa, obedece..." Me interrumpió.
Me gustaba como me había llamado. Princesa. Y algo en su tono de voz se me había hecho excitante. Obedeciendo, abrí un poco mis piernas y coloque mis brazos en la cama, apretando con ansiedad las sabanas.
De nuevo sentí muchísimo calor, que era cada vez más insoportable, y comencé a sudar. Y en apenas unos segundos mi cuerpo estaba brillando sensualmente bajo la luz de la habitación, y por la misma causa mi pelo se pego un poco a mi rostro y mi respiración se hizo notoriamente más agitada.
Muy a mi pesar, me estaba excitando.
Ay no. No, no puedo ponerme así. ¡Se van a dar cuenta! - Pensé angustiada.
Pero no había marcha atrás. Mi cuerpo estaba entrando en fase sexual, y la siguiente señal fue que mis pezones se pusieron firmes y paraditos, ansiando ser chupados y lamidos. También mi clítoris reacciono, y sensualmente salió de su escondite un poquito.
Por si fuera poco, en mi delicado triangulito entre las piernas la humedad comenzó a ser aun evidente, y mis labios aumentaron sutilmente su grosor, dejándome en evidencia.
Y lo peor de todo era que me estaba sonrojando muchísimo. Para cualquiera seria claro que estaba frente a una mujer con ganas de tener sexo. Y ya, urgentemente.
Mateo volteo a verme y al ver su expresión supe que también se había dado cuenta.
Con muchísima curiosidad vi que se levanto hacia un closet en busca de algo, y cuando lo encontró fue a sentarse junto a mí. Entonces saco una delicada venda negra, y sin preguntarme me la puso alrededor de la cabeza, cubriendo mis ojos.
"¿Qué...haces, Mateo?" Pregunte sorprendida pero sin oponer resistencia.
"Nada, tu quietecita..."
Y con un apretón la venda quedo firmemente en su lugar. Trate de abrir un poco los ojos pero era imposible. Estaba perfectamente bien colocada y no podía ver NADA. Entonces oí como Mateo caminaba de vuelta a su escritorio y el cuarto volvió a quedarse en silencio durante algunos minutos, en los cuales la tensión sexual fue subiendo de forma bestial...
...hasta que se volvió casi insoportable. Mi cuerpo estaba a mil por hora y necesitaba algún tipo de desahogo YA.
Entonces Mateo le dijo a sus amigos: "Vamos, idiotas. ¿O no quieren manosearla?"
Me mordí los labios con un gesto coqueto, ya que estaba siendo ofrecida como sacrificio a 4 nerdcitos, y mi cuerpo no tenía dudas al respecto. Quería más.
Y lo primero que sentí fueron unas manos torpes, miedosas, que me acariciaban los hombros con la punta de los dedos. Luego paso lo mismo en mis piernas. Después en mi estomago y finalmente en mis brazos. Me acariciaban poco a poco, apenas con las yemas, como si yo estuviera hecha de cristal y no quisieran romperme.
Pero poco a poco las manos fueron volviéndose más atrevidas. Un par se deslizo sensualmente por mi piel hasta llegar a mis pechos y sin pedir permiso los aprisiono entre sus palmas, masajeándolos vigorosamente en una deliciosa cadencia que casi me saca un gemido.
"Uf...." Dije volteando la cabeza a un lado. La sensación era deliciosa, y sin darme cuenta arquee un poco la espalda para exhibirlos mejor. Me los apretaban, jalaban, movían, juntaban... uff, y cada contacto me volvía loca.
Me mordí los labios nuevamente, y de repente sentí como una mano curiosa aterrizo en mi estomago sin avisar...
...y comenzó a bajar...y bajar... y bajar...
Hasta que con un movimiento sexual se deslizo entre mis piernas y se apretó con firmeza contra mi sexo. Y ahí si no pude contenerme.
"Ahhh..." Gemí tiernamente, dando un saltito.
La mano, seguramente envalentonada por mi reacción, comenzó a frotarse lentamente de abajo hacia arriba, estirando y jalando mis delicados pliegues y dándole un toquecito ocasional a mi pequeño clítoris, que recibía las atenciones con gusto.
Al mismo tiempo el resto de mi cuerpo era acariciado cada vez más agresivamente. Ahora sentía manos por todas partes, en mis piernas, brazos, cuello, estomago. Y cada músculo en mi cuerpo estaba ahora tenso, mientras yo gemía y me retorcía cada vez mas descaradamente, perdiendo poco a poco el control.
Y en respuesta las manos aceleraron aun más sus candentes atenciones, como si fueran una jauría de Lobos despedazando a su presa.

El nerd y la porrista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora